'Y el verbo se hizo carne…' los refranes que la Biblia nos dejó

Pasó la Semana Santa, se fue la Pascua y ahora el mayor best-seller de todos los tiempos ha dejado decenas de expresiones que se han vuelto parte del habla popular

TEXTO: FELIPE RODRÍGUEZ
Ilustración: Alejandro Medina

 

“En el principio era el Verbo

 y el Verbo estaba ante Dios,

y el Verbo era Dios”.

Juan 1: 1

 

“Los dichos”, dicen los refraneros, “son evangelios chiquitos”. Y, de hecho, los Evangelios y el resto de los libros que integran la Biblia son fuente de sentencias sabias, vigentes y divertidas.

A estas alturas del siglo 21 un tercio de la humanidad venera a Jesucristo y practica las enseñanzas que, aseguran sus seguidores, pregonó el hombre que vivió en Israel hace más de 2 mil años.

Una muestra clara de la influencia que Cristo ejerció se encuentra en expresiones de uso extendido en la vida cotidiana aún en nuestros días. A propósito de la inédita conmemoración de la Semana Santa, marcada por las condiciones que impuso el brote del coronavirus, podemos recordar algunos dichos provenientes de pasajes bíblicos.

La declaración: “Yo me lavo las manos”, en voz de Poncio Pilato cuando el pueblo de Jerusalén le exige crucificar a Jesús y perdonar la vida de Barrabás. Por extensión la frase se utiliza cuando alguien busca desatenderse o evadir alguna responsabilidad.

También del episodio de la Pasión de Cristo, de un gesto realizado en el Sanedrín, no una expresión hablada, surge la idea de “rasgarse las vestiduras” cuando alguien se escandaliza por algún motivo.

“El beso de Judas”, es una sentencia aplicada a quien traiciona, puesto que alude a la acción de Judas, el apóstol que entrega a Jesucristo a los dirigentes de los judíos que lo crucificaron.

El vocablo “Viacrucis” sirve para dar a entender que se ha padecido mucho para conseguir lo alcanzado.

“Ir de Herodes a Pilato” se utiliza cuando a una persona la llevan de un lugar a otro sin resolverle nada. El Islam tiene su versión de este ir y venir cuando se dice que andan de la Ceca a la Meca.

“Yo, como Santo Tomás, hasta no ver no creer”, es una declaración de incredulidad, como la que mostró el apóstol cuando le informaron de la resurrección de Cristo.

En sus parábolas, Jesús mencionó que “nadie es profeta en su tierra” y que la gente ve a “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.

“No sólo de pan vive el hombre”, dice Jesús a Satanás cuando el demonio lo tienta en el desierto.

Del Génesis surge referirse a la pareja de un hombre llamándola “tu costilla”, porque así se narra la creación de Eva, proveniente de una costilla de Adán.

A propósito del primer hombre, surge otra expresión, “la manzana de Adán”, para llamar el cuello de los varones.

Y de uno de los hijos de Adán y Eva, el fraticida Caín, se usa “las de Caín”, cuando alguien anda en malos pasos.

Ilustración superior: Alejandro Medina / Foto: Cortesía

El “Diluvio” que Dios envió para castigar a los hombres que se olvidaron de su creador, se recuerda cuando sufrimos de una lluvia particularmente fuerte y, por extensión, cuando se viven dificultades que parecen no tener fin.

“Como en las bodas de Caná”, es una frase que alude a la falta de vino como sucedió en este pasaje bíblico, que se refiere al primer milagro de Jesús.

“La multiplicación de los panes” es otro de los milagros más reconocidos de los Evangelios, cuando el nazareno alimentó con dos pescados y cinco panes a cinco mil seguidores; ese “milagro” lo realizan casi a diario las amas de casa con su familia.

La festiva palabra “¡aleluya!” sale a relucir cuando somos testigos de un hecho alegre.

Cuando una persona es identificada como retorcida o mal intencionada, se dice que “es más largo que la cuaresma”; es decir, que no tiene llenadera.

“Dió el Santanazo”, la mención se utiliza cuando una mujer queda embarazada o da a luz siendo de una edad por encima de lo común; en la Biblia hay varios casos de mujeres viejas a quienes Dios las convierte en madres.

“El que esté libre de pecado…” es un dicho que manifiesta que todos los creyentes son personas pecadoras que carecen de calidad moral para juzgar la conducta de sus semejantes.

Estas y otras frases fueron dichas en un contexto bíblico determinado; sin embargo, siguen teniendo un gran impacto en la actualidad y podría asegurarse que lo seguirán teniendo.