Sin estigmas; llegó la era del tatuaje

Cuatro tatuadores mexicanos nos contaron su historia y cuál es el panorama que ven de este arte en el país, entre los prejuicios que poco a poco van desapareciendo y el auge de este mercado
Ramón Pérez "El Tigre", fundador de Taxco Tattoo. / Foto: Alejandro Rodríguez.

“La pregunta ahora sería, ¿quién no tiene un tatuaje?”, comentó Ramón Pérez “El Tigre” sobre el aumento en la popularidad del tatuaje en años recientes. El veterano artista, fundador del estudio Taxco Tattoo, ha visto la evolución de la perspectiva de la gente ante este arte, así como ante quienes los hacen y quienes los portan, y agradeció el esfuerzo de los que lo han hecho posible.

Él solo es uno en una comunidad cada vez más grande de creadores, que deciden ingresar al mundo del tattoo no solo por el atractivo de la técnica en sí, sino también porque el auge en el mercado ha hecho cada vez más redituable esta práctica. Por eso en VMÁS platicamos con él y con otros tres artistas más, Dina Gaona de Saltillo, Irie Oh de Veracruz y Jedah Missile, quien reside en Ciudad de México, con el fin de conocer qué está pasando en esta escena y reconocer su trabajo.

Obra de "El Tigre".
Obra de "El Tigre"
“Era muy difícil, todos me miraban muy extraño, la policía también. No me querían aquí, no querían esto para Saltillo [...] pero yo me movilicé, tratando de abrir esto, de sensibilizar a la gente”.
Ramón Pérez "El Tigre", artista del tatuaje.

Diferentes inicios

“El Tigre” lleva más de 20 años en Saltillo y desde 1994 de manera oficial como tatuador. Su primer estudio lo tuvo en Taxco, Guerrero, de ahí el nombre del actual negocio, pero llegó a la ciudad luego integrarse a la comunidad internacional de tatuadores. Entre convenciones y las campañas para legalizar el tatuaje en México fue invitado a la capital coahuilense y la platería El Auténtico Taxco le dio la oportunidad de iniciar su negocio ahí.

“Era muy difícil, todos me miraban muy extraño, la policía también. No me querían aquí, no querían esto para Saltillo”, recordó, “todo esto siguió ocurriendo pero yo me movilicé, fui al Cervantino, anduve por el país, tratando de abrir esto, de sensibilizar a la gente”.

En 2001, contó, comenzaron a abrir foros, debates, mesas redondas y espacios para el diálogo con el mismo fin: erradicar los tabúes alrededor de los tatuajes. Poco a poco la mentalidad comenzó a cambiar y en la actualidad incluso las personas que portan estas piezas están protegidas ante la ley por discriminación .

Dina Gaona. / Foto: Cortesía.

Es en este contexto, de una mayor apertura, que hace unos pocos años Jedah y Dina se iniciaron en esta disciplina. Ambas tienen aproximadamente 3 años en el área y provienen del mundo de las artes y el diseño.

Dina contó que se inició con la intención de que “la gente tuviera diseños míos” y comenzó a practicar en Estudio 280 hace más de año y medio, mientras que Jedah se introdujo poco a poco en las ocasiones que acompañó a su ex-pareja a hacerse sus tatuajes y “aparte estaba cursando mi carrera de diseño, y pues dije que ahí van de la mano, puedo empezar esto como un hobby”.

Obra de Dina Gaona.

Pero mientras que para Dina esta experimentación fue de corta duración y actualmente ya no ejerce para Jedah esto se convirtió en su profesión. Ahora se dedica de tiempo completo a esto en el estudio Pin Up, en la Ciudad de México, en el cual solo laboran mujeres tatuadoras.

Por su parte, Irie Oh, quien este año inició su estudio Moksha en Jalapa, Veracruz, empezó a tatuar hace 4 años, con 15 años como artista plástico. Contó que lo que lo llevó a este arte fue que, como parte de un colectivo de arte urbano, unos de los miembros aprendieron a tatuar pero, ante un viaje fuera del país y preocupados por no perder lo ganado en México, lo invitaron a formar parte de la comunidad y le enseñaron.

Irie Oh tiene su estudio Moksha. / Fotos: Cortesía.

Un negocio redituable

“Yo trabajaba en una oficina, en un banco”, contó Irie, “y cuando empecé a aprender empecé a tener más personas que se interesaban en tener un tatuaje y fue así como tuve más clientes y a pulir las técnicas y eso fue lo que me llevó prácticamente a meterme de lleno en el tatuaje. Hace tres años dejé la oficina y me dedico de lleno al tatuaje”.

 
Jedah Missile ahora trabaja en el estudio Pin Up. / Fotos: Cortesía

Así como Irie, Jedah también encontró una buena fuente de ingreso en este mundo, aunque reconoce que, como toda empresa, tiene sus altas y bajas, pero en la misma medida “El Tigre” considera que esta es una de las razones por las que más gente quiere comenzar a tatuar.

Tan redituable resulta que Taxco Tatto abrió hace unas semanas una sucursal en la Plaza Santa Isabel, tras años de estar ubicados en Bravo bajando Juárez en el Centro Histórico, un lugar que, su dueño asegura, buscará ser un espacio colectivo.

Es tu piel, hazlo tuyo

“El Tigre” hizo hincapié en su interés de que los clientes plasmen su identidad en los tatuajes, más que solo copiar las tendencias. “Nosotros siempre buscamos dialogar con los clientes, sugerirles que hagan algo único”, expresó, “pero no se presta mucho porque aquí en México aún no está la palabra artista. En Estados Unidos llegan y me dicen, quiero que me pongas algo que tú sientas por mis emociones. Me cuentan una historia y yo hago algo y lo primero que dicen; ‘awesome!’ y aquí no. Aquí quieren lo que ya está hecho o lo que encontraron en Instagram o Pinterest”.

Todos coinciden en que el trato con el cliente debe ser cercano, deben hacerlos sentir en confianza. Jedah en particular destacó que el estudio en el que trabaja es muy cómodo y seguro para las mujeres, pero en general expresaron la necesidad que hay de establecer un vínculo para lograr que todos resulten satisfechos.

Eso sí, “El Tigre” nunca tatuará manos o rostro, pues ha visto cómo muchos se han arrepentido de esa decisión y aunque Irie señaló que aún existe temor de algunas personas para tatuarse, así como el prejuicio, desprecio y discriminación de otros tantos ante esta práctica, poco a poco se va normalizando cada vez más, solo es cuestión de paciencia ver hasta dónde llegará.