SEMANARIO| Acompañar al doliente con reverencia: ‘Cuando tú entras al dolor del otro, debes quitarte los zapatos’

Morir en tiempos de pandemia va emparentado con la soledad; este grupo de expertos brinda apoyo a los que se quedan
Estrategias. Los expertos acompañan en la elaboración de un proceso de duelo más sano, más llevadero.

TEXTO Y FOTOS: JESÚS PEÑA

“Estamos observando que hay, de pronto, un poco de culpa de los que se quedan, porque sus familiares, antes de ingresar al hospital, les pedían, por ejemplo: ‘no me dejes’, ‘no dejes que me intuben’, y las personas que se quedan traen un poquito ese sentimiento de culpa … El no haberlo visto por última vez”, dice Teresita de Jesús Barrientos Narváez, la coordinadora del área de psicología del DIF Saltillo.

Ya son más de las 10:00 de un viernes, no lejos de esta oficina de níveas y desnudas paredes, en otro cubículo, sesiona, terapeuta al frente, el grupo de los que han venido aquí a calmar el dolor que les dejó haber perdido a un ser amado por la pandemia, en medio de la pandemia.

Pregunto a Teresita de Jesús que si puedo entrar a la sesión y me dice que no, que es privada. 

Teresita, psicóloga, maestra en ciencias forenses, especialista en educación sexual y género y doctorante en derecho penal, dice que desde que iniciaron con este taller, a principios de este año, el equipo de psicólogos probó tomar algunas gráficas y subirlas a sus redes, pero los pacientes prefirieron mantenerse en el anonimato, no exponerse.

No cabe duda que la vida después del COVID ya no es igual para nadie.

Se trata, explica Teresita, de una terapia grupal, presencial, de duelo por que consta de cuatro sesiones, de 2 horas, una por semana, y a la que acuden 12 personas y el facilitador.

El taller arrancó los primeros días de 2021 en modo virtual, también 4 sesiones, una semanal, y 12 asistentes.

Hay personas que se conectan desde su trabajo.

“Se les hace saber que si en el momento que están llevando la terapia virtual se sienten mal, tenemos un equipo de respuesta que va a acudir a su domicilio, a darles contención emocional”.

Durante 2020 se atendieron a más de 280 personas en las 28 sedes que el CAIF tiene en todo el Estado.

En ambos cursos se comparten experiencias dolorosas…

“Se nos hace el nudo en la garganta escuchar tanta historia, tan fuerte…”.

Le ruego, suplico, a Teresita que me cuente algunas de esas historias, la que más le ha calado, se niega.

“No puedo, no puedo por ética, por respeto a los pacientes”, dice y se ríe con una risa sagaz.

No todas las personas que llegan en busca de ayuda son capaces de compartir sus emociones en un grupo y entonces reciben atención individual.

RESPETAR SIEMPRE EL DOLOR AJENO

En otro espacio y en otro tiempo Yazmín Suárez, la coordinadora del Centro de Atención para la Integración Familiar (CAIF) Madero, en Saltillo, me hará entender por qué no puedo entrar a su taller de duelo:

“Yo soy muy respetuosa con el dolor del otro y yo no entro si no me invitan. Dicen que cuando tú entras al dolor del otro debes quitarte los zapatos. Es por eso que manejamos estos grupos de manera muy confidencial. Trabajamos con cuestiones muy privadas e individuales. En el momento en el que conocemos a una persona, no lo vemos como a Juan Pérez, sino como a un doliente. En el grupo manejamos la confidencialidad: lo que entra no puede salir”.

—¿Quiénes la requieren?—

Quienes han sufrido y no pueden aceptar la pérdida, quienes sienten que no pueden vivir sin la otra persona. La aceptación es sumamente importante en el duelo… Aceptar que la muerte sucedió, darse cuenta, realizar los rituales necesarios, por eso es tan difícil el COVID, porque no hay rituales... Si la persona no cuenta con los recursos emocionales para el mejor afrontamiento es importante pedir ayuda…

EL PESO DE LA FALTA DE RITUALES

Un mediodía en su cubil blanco del área de psicología del DIF, un corredor largo y angosto con cubiles enfrentados, Julio César de León Obregón, especialista en psicoterapia de pareja, dice que la falta de rituales ha hecho del duelo por COVID un duelo difícil de sobrellevar y duro de afrontar.

“Es bien triste que ingresan a su familiar al hospital y ni siquiera lo vuelven a ver. Salen los médicos con un listado ‘¿Juan López?, así es su estado del día de hoy’, y lamentablemente en esos informes dicen que la persona ya está muy mal que ya no está respondiendo, que ya tiene tantos días intubada y ya únicamente les avisan ‘su familiar ya falleció’”.

Lo más adecuado es que el doliente espere, mínimo, uno o dos meses después de la muerte de su ser querido, antes de venir a terapia.

“Porque cuando es así muy reciente es muy complicado, todavía no asimilan, están en una etapa de shock y no es sano. Un poquito que esté más avanzado su proceso de duelo tienen un mayor impacto, sobre todo en la concientización de las etapas que tienen que empezar a vivir y que los llevarán hacia un proceso de aceptación, que es la finalidad de nuestra chamba”.

¿CUÁL ES EL BENEFICIO DE QUE ELLOS ASISTAN A UN GRUPO?

Se trata de que ellos vean que, triste y desafortunadamente, no son las únicas personas que han experimentado esto, ellos empiezan a identificar que fue un suceso fuera de su control, que no estaba en sus manos y esto ayuda a generar un poquito de aceptación, el saber que, tristemente, ni son los únicos y que lamentablemente en un momento dado ni siquiera van a ser los únicos. 

HAY QUE ENTENDER EL PROCESO: LA MUERTE ES SOLO TRASCENDER, ES LA GRADUACIÓN DE LA VIDA

Advierte Yazmín Suárez del peligro que representa que una persona se quede estancada en una emoción; el duelo no es sano, asegura.

Lo primero es trabajar el concepto de muerte.

Yazmín Suárez, coordinadora Centro de Atención para la Integración Familiar (CAIF) Madero, dice que para ella la muerte no es más que la graduación de la vida.

“Cuando nosotros reasignamos un significado a la muerte, nuestra visión actual, sobre el duelo, empieza a cambiar. La muerte es solamente trascender, es la graduación de mi vida, yo ya cumplí mi propósito de vida, fue muy temprano, no sé, Dios era el plan que tenía para mi vida, lo acepto y acepto que esa persona se haya ido y comienzo a homenajear su vida a través de mi vida. Comienzo a pensar, ¿me gustaría que la persona que falleció me viera en ese estado?, ¿qué le gustaría a él que significara su muerte para mi vida?, ¿infelicidad, tristeza?”, comentó.

El curso-taller por COVID del CAIF es así: Cinco sesiones, que simulan las etapas del duelo, una hora y media o dos por semana.

En la primera los asistentes trabajan sobre el tema de la negación, “que es nuestra primera etapa, ‘no creo que me esté pasando esto, ayer lo acabo de ver, no lo puedo creer’, expone Yazmín. 

En la segunda reunión los dolientes se enfrentan a la ira: “‘tengo mucho enojo, se me hace injusto’, inclusive veo a Dios como un victimario ‘por qué me pasó esto a mí si yo soy buena gente’”.

La etapa tres es la de la negociación: “enseñamos al usuario que a veces nos encontramos en una situación de ‘te doy, vida, y tú me das’, y empezamos a negociar, ‘te prometo que ya no voy a tomar, a fumar a ser agresivo, pero regrésame a mi ser querido’”.

Luego viene la tristeza profunda, en la cual la persona que ha sufrido una pérdida pierde también el sentido de vivir, “y decimos ‘yo deseo morirme o irme con él’”.   

Trágico. La muerte es desafiante y que un ser amado muera sin que podamos estar con él en sus últimos momentos, aumenta el dolor.

Y por último la aceptación: el paciente logra reasignar el concepto de muerte y encuentra un significado de esa pérdida para su vida, “en ese momento regreso a las actividades que yo tenía y empiezo a saber que me tengo que ajustar y adaptar a esos cambios”.

El duelo no es sano, advierte Yazmín, cuando la persona se queda estancada en una emoción.

“Imaginemos un sillón donde me quedo estancada y nada más me siento a llorar y a llorar, tengo una actitud negativa ante la vida. Es bien difícil salir si no pido ayuda. Les recomiendo a las personas que encuentren a alguien que les preste sus ojos, puede ser un tanatólogo, un psicólogo, un familiar, un sacerdote, un pastor, alguien con quien vivas el duelo y te acompañe a vivenciar cada una de las etapas, a no quedarte con tu miedo, con tu ira, con tu enojo, con tu tristeza…  Aquí en CAIF te podemos brindar ese apoyo terapéutico…”.

HAY TÉCNICAS PARA SUPERARLO

Es vivenciar cada etapa de duelo a través de técnicas sencillas, sobre cómo manejar la ira, la tristeza, sobre cómo despedirse del ser amado.

“Hacer un cierre. Con el COVID hay muchas personas que tienen ese sentimiento de culpa, ‘es que yo no me pude despedir de mi ser querido, es que no lo pude ver, entró al hospital y ya no supe de él, únicamente me informaron que falleció’, Hay rituales que podemos hacer y les enseñamos a los usuarios cómo hacerlos, para despedirse asertivamente de un ser querido, los rituales son para aliviar nuestro dolor”. 

Y Yazmín habla de unos de eso rituales, el de la foto:

“La puedes abrazar, la puedes besar. Durante el día voy a escoger una hora y voy a tener mi despedida con él. Pongo la música, la foto, le digo que lo amo, que lo extraño, le lloro, pero al final hago el cierre y guardo la foto en un lugar especial para mí”.   

De nuevo en la guarida de Teresita, en el área de psicología del DIF Saltillo, le quiero pedir, pero no me atrevo, que cuando menos me deje entrar a la sesión de duelo para fotografiar de espada a los pacientes.

No me atrevo.  

En cambio, tengo que resignarme a que Teresita me diga que la mayoría son mujeres, de entre 18 y 45 años, los hombres que asisten al taller tienen entre 20 y 40 años, aproximadamente.

Atiende. Yazmín Suárez, coordinadora Centro de Atención para la Integración Familiar (CAIF) Madero.

Una tarde en su oficina con paredes de tabique y una ventana que da a un jardín de árboles castigados por el invierno, José Guadalupe Flores Flores, coordinador general de los Centros de Atención para la Integración Familiar, habla del objetivo de estos talleres.

“Es procesar la pérdida, elaborar un proceso de duelo más sano, más llevadero y buscar, en todo momento, lo más rápido posible, una adaptación funcional… “.

El duelo no sólo está relacionado con las pérdidas humanas, también con la pérdida económica, de una condición social, del empleo.

“Los niños que cambiaron de escuela, los que no están acudiendo a la escuela, aunque lo que más nos pega emocionalmente es la pérdida de un ser querido”, platica Flores Flores especializado en psicología clínica.

Yazmín  dice que ahora mismo en lo que va del año 65 personas, 41 mujeres, 24 hombres, están tomando el curso de duelo en los diferentes CAIFS de Coahuila, ya sea de manera presencial o remota

UN ARDUO TRABAJO QUE CRECE

Rememoro una entrevista que tuve en abril pasado, principios de la pandemia, con María del Refugio Torres Charles, tanatóloga y una de los Doctores de la Risa, en la que me advertía que, con los meses, y tras el aumento de las muertes por COVID, a los profesionales de la salud mental les esperaría un gran trabajo.

“En esta pandemia entendimos que tener con quién platicar, con quién desahogarnos, es importante, sobre todo que sea un profesional”, me dice Teresita.  

En el CIAF Madero es miércoles, cerca de las 2:30 de la tarde, la hora en que comienza la sesión del grupo de duelo que todos los miércoles a las 2:30 de la tarde asiste a tomar su terapia.

Hago mi último esfuerzo por convencer a Yazmín de que me deje entrar con el grupo, en calidad de oyente.

Pero, dice que no.

Experto. Julio César de León, especialista en psicoterapia de pareja.

“Eso sería difícil…”.

Y yo me quedo con las ganas de armar una crónica sobre lo que pasa en un taller de duelo, desde adentro de un taller de duelo, para personas que han sufrido la pérdida de un familiar cercano, a causa del virus que, hasta el último corte del viernes 5 de marzo, había matado a 5 mil 718 coahuilenses.

Yo que no he vivido de cerca, gracias al creador, lo que es que el empleado trajenegro de una agencia funeraria, me entregue en las manos una cajita con mi ser querido dentro, hecho polvo.

Yo que tampoco sé, gracias al creador, lo que es no despedirse, como se debe, de alguien que amas: velorio, abrazos, consuelo, flores, iglesia, cementerio, música, responso, el puño de tierra…

Y me conformo, de vuela a la oficina de Teresita de Jesús, con saber de los rituales que su equipo de nueve psicólogos, todos con diplomas, unos en suicidio, los más en terapia familiar, otros en tanatología y otros en psicología forense, enseñan a los dolientes para que puedan aceptar la muerte.

Teresita elige hablar de un emotivo ritual: el de las cartas que los deudos escriben a sus seres queridos muertos a consecuencia de SARS-CoV-2.

“Es la despedida, ellos piden perdón en esas cartas, recuerdan algunos momentos que se vivieron, le dicen a su familiar, que ya no está, que lo dejan ir en paz, que saben que está en un lugar mejor, que ellos se van quedar tranquilos, que ellos van a luchar por seguir adelante…

Todo esto, generalmente, es lo que contiene estas cartas de despedida que, finalmente, son del paciente y que nosotros no nos quedamos con ellas, ellos se las llevan como recuerdo. Las queman, las mandan al cielo en un globo, las depositan en el cementerio, este es un ritual para ellos”.

Quiero saber si Teresita ha padecido la pérdida de algún familiar, a causa del coronavirus, dice que no, que no tan cercana, sólo la de un compañero de la especialidad, el doctor Carlos Carrizales

SERVIR ES UNA FORMA DE ASUMIR EL DUELO

Le cuento a Teresita que el 24 de diciembre, a mediodía, me encontré a la familia del médico regalando ponche y tamales a las afueras del triage del Hospital General.

“Claro, porque esta es otra forma de asumir el duelo: servir. El ser humano al sentirse útil, genera mayor tranquilidad para su dolor”.

Otro día, en su despacho del CAIF Madero con música, como de caja de música, y cuadros de flores en los muros, le pregunto a Yazmín Suárez, también maestra en terapia familiar sistémica, sobre lo que podría pasar si una persona que tiene un duelo difícil no acude a terapia con un especialista del alma.

“Cuando la persona dice ‘llevo mucho tiempo…’, un duelo patológico es cuando pasa un año y medio, dos años, y yo me quedé estancada en la misma emoción: en el sufrimiento, en la negación, en la ira, y me he hecho hasta daño a mí misma, daño a terceros, porque siento mucha ira y enojo, es el momento que ya hablamos de un proceso de duelo patológico y necesitamos ayuda de un especialista, que, en este caso, sería un psiquiatra.

“El dolor lo saco a través de mi cuerpo, ¿sí?, desde manchas en la piel, comezón, caída de cabello, dolor de estómago, sientes que te falta el aire, comienzas a sentir taquicardia, dolor de piernas. Es una manera de expresar nuestro dolor, Yo aquí en el consultorio veo, cuando la gente viene en una situación de crisis, de pérdida de algún familiar, muchos cabellos tirados, porque se dice que también por nuestro cuerpo, sin lágrimas, lloramos”.

Yazmín me cuenta que el curso-taller de duelo del CAIF, que inició a raíz de la pandemia, hace ya casi un año, es un curso en el que, a través de diferentes enfoques, se trabaja el proceso de duelo desde una perspectiva vivencial.

“Cuando estamos en una situación de pérdida tenemos una visión de túnel, únicamente nos enfocamos en la pérdida, en lo que no tenemos y no podemos ver lo que hay alrededor: que tengo redes de apoyo, salud, fe, esperanza, entonces nosotros como especialistas les prestamos nuestros ojos a ustedes…  Es un proceso de duelo difícil pero no imposible. Nos enfocamos en que el usuario experimente y vivencie las emociones, que no se quede con esos sentimientos guardados, que a la larga traen problemas psicosomáticos y hasta patologías”.

LOS PROTOCOLOS DE TRATAMIENTO

El curso presencial se imparte en grupos de cuatro personas por terapeuta, en el caso del taller virtual son entre 10 y 20 personas.

“De ahí seleccionamos algunos casos que fueron detectados por los especialistas de psicología para trabajar en un proceso individual”.

Le pregunto a Yazmín que a qué se debe que sean más mujeres, que varones, las que vienen.

“Por la cultura que tenemos, a la mujer es a la que se le facilita más expresar sus emociones, pedir ayuda, por eso la estadística. Es la primera que viene aquí a terapia y poco a poco va invitando al resto de su familia. En el caso de los hombres puede ser el machismo, sí, puede ser, un poquito”.

¿Cómo llegan aquí?

Si la muerte es muy reciente llegan con un sentimiento de negación, ‘es que no lo puedo creer, si lo vi ayer’, en crisis o llanto, con dolor, enojo, ira, a veces hacia sí mismo o hacia terceros: médicos, por ejemplo. Les decimos que no se alarmen, que es un proceso que puede ser manejado y acompañado por especialistas y que sientan la confianza de expresarse, que no se sientan juzgados…

CÓMO DESPEDIRSE DE LA VIDA

En la despedida quiero que Yazmín me hable de cómo debe ser la despedida de un padre, una madre, un hijo, un amigo que se ha ido.

“Es hacer un adiós, a – Dios te dejo en las manos de Dios, te doy mis bendiciones. Yo no puedo estar en el mismo plano que tú, yo estoy en un proceso de pérdida, de dolor, pero te dejo en las manos de Dios y con todo mi corazón y con todo mi amor te digo adiós.

Cada quien tiene que continuar su camino. Y va a llegar un día, si el doliente es una persona espiritual y con fe, en el que te vas a reencontrar con tus seres queridos…”.