Toro vs León en la Alameda de Saltillo

La extraña pelea entre un toro y un león que Saltillo olvidó

La historia cuenta que en 1898 dos fieras protagonizaron un enfrentamiento en uno de los jardines de la Alameda Central
En 1898 Roberto C. Pate tramitó el permiso para el enfrentamiento entre un toro y un león en Saltillo/Ilustración: Esmirna Barrera

En 1898 Saltillo fue escenario de un espectáculo al puro estilo del coliseo romano. Quizá hoy resulte difícil imaginar a dos fieras luchando a muerte en uno de los espacios públicos más antiguos e importantes de Saltillo: la Alameda de Zaragoza.

El artífice del que puede considerarse como el más extravagante de los acontecimientos ocurridos en este lugar fue Roberto C. Pate, un coronel dueño del hipódromo de Indianilla, ubicado en la carretera de La Piedad en el Distrito Federal. 

En 1898 giró una solicitud de permiso para el ayuntamiento de Saltillo. Aunque el texto en el documento es ilegible, luego de consultar al Museo de Presidentes Coahuilenses, se especificó que en ese entonces Francisco Rodríguez González era el alcalde de la ciudad. 

Retomando el caso, en el documento se pide aprobación para efectuar una lucha entre un toro bravo de lidia y un león africano, o un tigre de Bengala. La carta está fechada el 13 de marzo de 1898, escrita a máquina con tinta azul y firmada por Roberto C. Pate. 

En ella se lee que Pate ya había realizado los trámites necesarios para la adquisición de varios animales. El Gobierno del Distrito Federal y la Secretaría de Gobernación le otorgaron el permiso para llevar a cabo este evento en el centro del país. Y en este caso, su intención era presentar el espectáculo en Saltillo. 

El escrito precisa que los animales serían traídos a la República en grandes jaulas de hierro construidas específicamente para el espectáculo: “garantizarán la más completa seguridad contra accidentes”, dice el texto.

La idea era que en una jaula de hierro de forma rectangular se reuniera a las dos fieras para el enfrentamiento. Y que además de ser sólida y fuerte, contara con las dimensiones necesarias para que los animales tuvieran el espacio suficiente para ejercer sus maniobras de ataque y defensa. 

Para ello, en sus extremos la jaula contó con dos puertas por las que entraron los animales al momento de la lucha. Según Pate, el toro ya estaría dentro de la jaula, y sería el otro animal el que entraría al espacio.

Carta escrita por Roberto C. Pate en solicitud de permiso al alcalde de Saltillo, en 1898/Foto: Archivo Municipal de Saltillo

¿Maltrato animal?

El documento de casi una cuartilla, apunta que la lucha había sido limpia y sin privar a los animales de ninguna de sus armas naturales. También se aclara que en ningún momento se habrían aplicado castigos a las fieras, pues el objetivo no era una brutal exhibición, sino dejar actuar a los instintos animales hasta la derrota de uno de los combatientes.   

“Y ese será el espectáculo nuevo y costoso que ofrezco al ilustrado público de esa ciudad, repitiéndose la función si así le agrada; pues le proporcionará una lección práctica de la historia natural y en ella presenciará las peripecias y maniobras de una lucha de los reyes de las fieras en su estado salvaje. Así como una distracción que jamás ha podido gozar antes en esta República”, redactó Pate. 

El escrito concluye con una reafirmación sobre la importancia de la seguridad para evitar accidentes y que las jaulas fueran construidas y supervisadas por ingenieros competentes. 

En otra hoja que acompaña la carta principal, Pate añade que este espectáculo le representa un costo muy alto en oro y que por eso requiere saber si tendrá o no autorización para evitar hacer un gasto que repercutirá de forma importante en sus finanzas.

¿Realidad o fantasía?

Aunque no se tiene la fecha exacta de cuando se realizó el espectáculo, sí se cuenta con la autorización oficial del ayuntamiento para que este evento se llevara a cabo. El 21 de marzo de 1898, el alcalde de Saltillo escribió él mismo la respuesta en una hoja sellada y redactada a mano en tinta.

“Refiriéndome a la nota de usted No. 18, le manifiesto, por acuerdo superior, que le autorizo el permiso para el espectáculo propuesto”, dice el documento firmado. 

Respuesta del ayuntamiento de Saltillo en 1898 para la realización del espectáculo/Foto: Archivo Municipal de Saltillo

Del hecho no se sabe mucho más, no se tienen imágenes, fotografías o cualquier otro gráfico que narre el evento visualmente.

El Archivo Municipal de Saltillo conserva los documentos originales de las solicitudes de Roberto C. Pate para llevar a cabo el espectáculo, y también la autorización del alcalde para su realización. 

Así mismo, varios autores saltillenses han retomado en sus libros este suceso sin precedentes. Jorge Fuentes Aguirre lo hizo en “Saltillo insólito: Cien años de sucesos extraordinarios 1900-2000”, Jesús De León e Ildefonso Dávila lo abordan en “La Alameda: paseo por sus orígenes”. 

Lo que sí es seguro, es que años después de aquel enfrentamiento en jaula, la Alameda siguió siendo escenario de eventos. En 1900, Saturnino Frutos, un matador de origen español, montó una pequeña plaza de toros para realizar novilladas, también por autorización del ayuntamiento. 

Y aunque estos eventos pueden sorprender por su extrañeza, la Alameda tiene, de hecho, un historial que para muchos puede ser inesperado.

Alameda de Saltillo durante la nevada de 1924/Foto: Alejandro V. Carmona

Lo que sí es seguro, es que años después de aquel enfrentamiento en jaula, la Alameda siguió siendo escenario de eventos. En 1900, Saturnino Frutos, un matador de origen español, montó una pequeña plaza de toros para realizar novilladas, también por autorización del ayuntamiento. 

Y aunque estos eventos pueden sorprender por su extrañeza, la Alameda tiene, de hecho, un historial que para muchos puede ser inesperado.

Plano de Saltillo por el ingeniero Eduardo R. Laroche en 1902/Foto: Colección de la familia Recio Dávila

Hasta hoy, centenas de personas recorren los senderos de esa misma Alameda, en la que ya hubo un cementerio, se efectuaron carreras de caballos, se celebraron corridas de toros, hubo un sinfín de ferias, mercados y exposiciones, en la que se hacen paseos en lanchas, se dan clases de baile y se leen libros en su biblioteca, es la misma en la que un día dos fieras se enfrentaron a muerte para brindar un espectáculo al público local.

Vista aérea de la Alameda de Zaragoza/Foto: Especial Vanguardia