Memorial COVID |José Guadalupe Flores, un hombre devoto a su familia

Prefería dejar de comprarse cosas para él, con tal de que su familia lo tuviera todo
El 10 de agosto José Guadalupe Flores Trejo se fue sin poder despedirse de los suyos. Ilustración: Federico Jordán

José Guadalupe Flores Trejo, fuiste el hombre de mi vida, pero un virus me arrebató tu amor apenas a los 43 años.

Nos conocimos en el trabajo, pero la primera vez que platicamos fue en un baile. A partir de ahí todo cambió, supe que estaríamos juntos mucho tiempo. Y así fue, por casi 25 años.

Nuestra relación se dio a la antigua, visitaste la casa de mis papás para que te concedieran el permiso de ser mi novio. Un año después volviste pero ahora para pedirme como esposa.

El 21 de octubre de 1995 le pusimos título a nuestro amor por medio del matrimonio. De a poco el hogar comenzó a llenarse de más alegrías con la llegada de nuestros cinco hijos: 4 hombres y una mujer.

Pasamos tiempos complicados, como cuando no teníamos casa y vivimos en un tejabán. Pero siempre fui muy feliz a tu lado, me hiciste muy dichosa.

Tu amor fue mi sostén en medio de la tormenta. Pero hay momentos para los que nadie está preparado. En agosto pasado el COVID-19 me quitó a mi mamá y ahora me arrebata al hombre de mi vida.

Son pérdidas irreparables, es algo muy fuerte y que incluso no puedo explicar. Aún no asimilaba una despedida cuando de pronto ya tenía que decir adiós otra vez.

“Tu esposo está muy grave”, las palabras del doctor me atravesaron el corazón. Entraste al hospital el 14 de septiembre con una fuerte neumonía.

 

Hay momentos para los que nadie está preparado. En agosto pasado el COVID-19 me quitó a mi mamá y ahora me arrebata al hombre de mi vida”.
María Teresa de Jesús Espindola

Fue muy duro verte así, con tu vida atada a un ventilador y luego entubado. Cada vez que salía de la habitación me sentía más destrozada.

Todavía en tus últimos días te preocupaste porque estuviéramos bien y contáramos con el dinero necesario para todo.

Hoy pienso que aunque no tuviéramos nada, incluso si regresáramos al tejabán, pero juntos, estaría muy contenta.

Dejabas de comprarte cosas para ti con tal de darnos a nosotros. Sé que nos amaste más que a ti mismo y eso es algo que atesoraremos por siempre.

Extrañaré un sinfín de cosas, como nuestras visitas del 6 de agosto para venerar a Jesús de Mazapil, el santo en el que depositamos nuestra fe.

Te fuiste el 10 de octubre, estos días han estado llenos de dolor e inundados de lágrimas. Lloro tu partida, pero celebro cada instante que disfruté a tu lado.

Ahora hay un hueco que jamás podrá ser reparado. Difícilmente sabemos cuánto amamos y cuánto nos ama una persona, hasta que la perdemos.

Te dicen adiós tus hijos y esposa, María Teresa de Jesús Espindola.