El poder de las bananas

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El poder de las bananas

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La refrigeración amplió nuestras opciones alimenticias: frutas tropicales como la banana pudieron empezar a consumirse en cualquier lugar del mundo.

“Más loco que media docena de cabras fumando opio”: así describió un observador al presidente de Guatemala Jorge Ubico, uno de los tantos presidentes ‘de facto’ que fue financiado en Latinoamérica por la United Fruit Company.

Aclaración. ‘De facto’ es el gobernante cuya autoridad no ha surgido de un proceso legal. El general Jorge Ubico Castañeda fue uno de esos gobernantes, y se mantuvo en la Presidencia de Guatemala durante 13 años (de 1931 a 1944). ‘United Fruit Company’ es una poderosa compañía estadounidense comercializadora de frutas tropicales. Termina la aclaración.

Al general Ubico le gustaba vestirse como Napoleón Bonaparte. De hecho, estaba tan loco, que es posible que haya creído que era la reencarnación de Napoleón.

Como muchos dictadores latinoamericanos del siglo XX, el general Ubico tenía una relación cercana con la United Fruit Company, la poderosa transnacional estadounidense que convirtió a las bananas en una fuente de poder que movía millones y millones de dólares para lograr sus propósitos.

En Centroamérica se la conocía como ‘El Pulpo’ porque sus tentáculos llegaban a todos lados.

Ubico aprobó una ley que obligaba a los campesinos guatemaltecos a trabajar para los terratenientes bananeros, que eran los dueños de casi toda la tierra cultivable del país. 

Pero finalmente Ubico fue derrocado. El problema es que otro militar, un soldado idealista llamado Jacobo Árbenz tomó el poder y de inmediato le hizo frente a ‘El Pulpo’ bajo la consigna de que el Estado compraría toda la tierra agrícola y se la entregaría a los campesinos para que cultivaran lo que ellos quisieran (así que Jacobo Árbenz era una especie de Zapata guatemalteco) .

Pero a la United Fruit Company no le gustaron para nada las ideas zapatistas de Árbenz, así que lanzó una campaña para acusarlo de promover el comunismo, lo que llevó a que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se involucrara en el asunto y a que en 1954 Árbenz fuera derrocado por un golpe de Estado. Lo desvistieron dejándolo en calzoncillos, lo subieron a un avión y lo mandaron a un exilio ambulante.

Su hija se suicidó y él terminó bebiendo hasta el olvido. Murió en la bañera de un hotel con una botella de whisky en la mano.

Pero vayamos a otros de los inicios de esta historia…

Un negocio riesgoso
Uno de los cofundadores de la United Fruit Company fue un estadounidense llamado Lorenzo Dow Baker, que buscó trabajo de marinero en los barcos que en ese entonces navegaban por los mares del Caribe. 

En 1870 el barco en el que trabajaba tuvo una avería en el viaje de regreso a Nueva Inglaterra (EU), y fue necesario llevarlo a Jamaica para que lo repararan. Y fue allí donde Baker conoció las bananas.

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Compró varios racimos de ellas antes del regreso a Estados Unidos y las vendió en un mercado de la ciudad con un buen margen de ganancia. Luego regresó por más. Y pronto las bananas se convirtieron en una exquisitez en las ciudades portuarias americanas, entre ellas Boston y Nueva York.

Un apunte simpático: en esos primeros tiempos, las mujeres estadounidenses comían las bananas con cuchillo y tenedor, para evitar cualquier connotación sexual.

Pero las bananas eran un negocio riesgoso. Su tiempo de caducidad era muy breve, digamos lo que tardaban los barcos en el trayecto de Jamaica a los puertos en Estados Unidos, lo cual limitaba las ventas de la fruta en las ciudades del interior.

Si hubiera una manera de refrigerarlas durante el viaje, madurarían más lentamente y podrían alcanzar a un público consumidor mucho más amplio. De hecho, la refrigeración permitiría que se exportaran a todo el mundo.

Una limitante generalizada
Las bananas no eran el único alimento que requerían de frigoríficos en los barcos. Dos años antes del primer viaje de Baker de Jamaica a Estados Unidos, en 1870, el gobierno de Argentina había ofrecido un premio a quien pudiera mantener su carne en buen estado por suficiente tiempo como para exportarla por vía marítima a otras ciudades del mundo.

Probaron con hielo, pero llenar las bodegas de los barcos de hielo había resultado en costosos fracasos.

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Desde hacía casi un siglo los científicos sabían que se podía hacer hielo y crear frío artificial comprimiendo algunos gases, sin embargo, no se había logrado diseñar un sistema que permitiera el uso comercial de la refrigeración para extender la vida de los alimentos. 

No obstante, en 1876 un ingeniero francés llamado Charles Tellier preparó un barco, lo llenó de carne y navegó en él hasta Buenos Aires, para demostrarle a los argentinos que su sistema funcionaba: tras 105 días en alta mar, la carne llegó a Buenos Aires en condiciones aptas para el consumo.

De pronto todo cambió
Para 1902 ya había 460 barcos frigoríficos —o reefers, como se las llamaba en inglés— que atravesaban los océanos del mundo transportando millones de toneladas de carne argentina y de bananas centroamericanas.

Pero el transporte de productos perecederos por tierra seguía siendo un problema.

Mientras tanto en Cincinnati, EE.UU., un niño afroamericano le hacía frente a la vida como huérfano. Dejó la escuela a los 12 años, consiguió trabajo en un taller de automóviles y aprendió a arreglar autos.

Su nombre era Frederick McKinley Jones y para 1938 ya tenía su propio taller, que prosperaba dadas sus habilidades para resolver problemas  mecánicos. Fue así como el dueño  de una empresa de camiones de carga, le habló de las dificultades para transportar bienes perecederos por tierra.

Los camioneros tenían que valerse del hielo y rezar para completar un viaje antes de que lo que transportaban se echara a perder. ¿Acaso podría el brillante autodidacta Fred Jones encontrar una solución a este problema?

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Pudo. El resultado fue una nueva empresa, Thermo King: el último eslabón en la ‘cadena de frío’ que hizo posible el suministro  global de alimentos perecederos a temperaturas controladas.

El ‘frío portátil’ no solo revolucionó el comercio, también la atención a la salud.

Durante la Segunda Guerra Mundial las unidades de refrigeración portátiles de Jones permitieron preservar los medicamentos y los bancos de sangre para tratar a los soldados heridos en combate.

Las ‘cajas de frío’ lograban que las vacunas se transportaran por todo el mundo sin estropearse. Pero sobre todo, la ‘caja de frío’ revolucionó la comercialización de alimentos.

Y llegaron los supermecados
En un día de verano, digamos con 25°C, el pescado y la carne solo duran frescos unas cuantas horas; y las frutas se enmohecen rápidamente; sólo las zanahorias pueden aguantar varias semanas, con algo de suerte.

Pero con la ‘caja de frío’ el pescado duraba un par de semanas, la fruta meses y los vegetales de raíz hasta un año. Y si congelabas los alimentos duraban aún más.

La refrigeración amplió nuestras opciones alimenticias: frutas tropicales como la banana pudieron empezar a consumirse en cualquier lugar del mundo.

Y mejoró nuestra nutrición.
Por otra parte, los frigoríficos llevaron a la creación de los supermercados. Ahora las amas de casa no tenían que ir todos los días a comprar el mandado, pues con un refrigerador en casa podían hacer las compras una vez por semana o por quincena.

Eso, a su vez, transformó el mercado laboral: tener que ir menos veces a hacer las compras permitió a las mujeres conseguir un trabajo fuera de casa.

¿Resultado?: los países de bajos ingresos de pronto comenzaron a crecer, y una de las primeras cosas que compraba la gente era un refrigerador. 

Los hilos de la red
Aunque puedas cultivar frijoles franceses si vives en Francia, quizás te convendría más traerlos de Uganda, donde las condiciones del suelo y del clima  permiten cosechar frijoles más nutritivos y más baratos.

O sea que la refrigeración hace que a veces ciertas cosas tengan más sentido ecológico y económico.

Un estudio halló que era más ecológico cultivar tomates en España y transportarlos a Suecia, que cultivarlos en Suecia. Otro encontró que se emite menos dióxido de carbono criando un cordero en Nueva Zelanda y llevándolo en barco hasta Inglaterra, que criarlo en Inglaterra.

En la actualidad, Guatemala aún exporta bananas, por un valor de cientos de millones de dólares. Pero también exporta muchas otras cosas: piñas, naranjas, caña de azúcar, café, elotes y hortalizas.

Sin embargo tiene el cuarto nivel más alto de desnutrición del mundo, y la mitad de sus niños sufren de retraso durante el crecimiento por la falta de alimentos.

Los economistas aún no entienden del todo por qué algunos países se hacen ricos mientras otros permanecen pobres. Pero la mayoría está de acuerdo en la importancia que tienen las instituciones para controlar cosas como la corrupción, la inestabilidad política y el cumplimiento de la ley.

Hay un nombre para calificar a los países pobres presididos por dictadores locos que se mantienen en el poder gracias al financiamiento de empresas como la United Fruit Company : su nombres es ‘república bananera’. Todavía hay varias de ellas. 

(De la serie de la BBC ‘50 cosas que cambiaron al mundo’)