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Aromas del Medioevo
Se le llama Edad Media o Medioevo al periodo histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo 5 y el 15. Más preciso aún, su comienzo se sitúa en el año 476 con la caída del Imperio Romano y su final se va hasta 1492 con el Descubrimiento de América. No obstante, algunos historiadores vinculan el final del periodo a la caída del Imperio Bizantino, en 1453, fecha que tiene la ventaja de coincidir con la invención de la imprenta, con la primera impresión de la Biblia de Gutenberg y con el final de la Guerra de los Cien Años.
Hecha esta pequeña aclaración relataremos algunos hechos curiosos sobre la vida y las costumbres de aquellos tiempos.
El valor de los abanicos
Vemos en las películas a las personas importantes de la Edad Media siendo abanicadas por sus sirvientes. La explicación no está en el calor, sino en el mal olor que exhalaban sus cuerpos por debajo de los vestidos (no obstante que la ropa interior era hecha de telas gruesas para contener los aromas de las partes íntimas, que nunca se aseaban.
En ese tiempo no existía la costumbre de bañarse, tanto por la falta de agua corriente como por la ausencia de calefección en las habitaciones.
Las flores de las novias
En la Edad Media la mayoría de las bodas se celebraban durante los meses de julio y agosto, es decir, en la plenitud del verano. La razón era sencilla: el primer baño del año era tomado cuando los días eran tibios. Por lo tanto en esos meses el olor de muchas personas compartiendo el mismo espacio, era más tolerable que en el resto del año.
Y para asegurar que no se filtraran olores molestos, las novias no sólo llevaban flores, sino que estas eran colocadas al lado de su cuerpo, tanto en los carruajes como en el lugar de la celebración (en ese tiempo no existían los perfumes ni los desodorantes).
Esto aclara la duda de por qué la novia actual lleva consigo un ramo de flores y por qué se adornan con flores los coches y los ambientes donde se presenta la novia.
El aseo familiar
En la Edad Media los baños de las familias pudientes eran tomados en una bañera enorme llena de agua tibia.
Una vez que el agua estaba a la temperatura apropiada, la bañera era utilizada por toda la familia. El padre era el primero en tomar el baño, luego los otros hombres de la casa por orden de edad y después las mujeres y los niños, también en orden de edad, incluyendo los bebés que iban al último.
Los Jardines de Versalles
Al visitar los Jardines de Versalles, en París, es posible observar que el suntuoso inmueble, no tiene baños. La razón de ello es que en la Edad Media estos no existían, y mucho menos el papel higiénico.
Usted se preguntará, ¿entonces cómo le hacían durante las grandes fiestas que se celebraban en ese lugar, a las que asistían una gran cantidad de personas de la realeza?
La respuesta está en los hermosos jardines del palacio, que en su época eran más usados que contemplados. De hecho, durante los festejos nocturnos se utilizaban como retretes al aire libre, de manera que salir a caminar y a contemplar la Luna implicaba un alto riesgo de regresar a los salones con un terrible embarramiento de excrementos recién vertidos al pie de los hermosos arbustos del lugar.
Los olores de Londres
En la Edad Media todavía no existían las calles asfaltadas, pero uno esperaría caminar sobre areas empedradas, ¿no? El problema era que las personas y los animales solían hacer sus necesidades en cualquier sitio, así que lo que llenaba el piso eran los orines y las heces fecales.
Esas costumbres llegaron a generar en Londres un olor tan horrible que se tuvo que prohibir vaciar baldes con orina y excrementos por las ventanas. No obstante, la gente lo hacía igual y si ibas muy distraído, podías llevarte un regalo nauseabundo vertido desde las alturas.
Expresiones medievales
Nuestro idioma es rico en expresiones que surgieron en el medioevo. Aquí tiene algunas…
‘Cargar con el muerto’
En la Edad Media, si aparecía un cadáver tirado en algún sitio, los vecinos se unían para llevarlo lejos del pueblo antes de que lo encontraran las autoridades y comenzaran a interrogar a toda la gente del lugar. De ahí surgió la expresión de ‘cargar con el muerto’, que se refiere a que alguien tenga que hacerse cargo de algo que no le corresponde.
’Pasar la noche en blanco’
Los escuderos que aspiraban a convertirse en caballeros, pasaban la noche previa al día de
las competencias vestidos con un ropaje blanco. Por eso ahora, cuando pasamos una noche sin dormir, decimos que “pasamos la noche en blanco”.
‘Vivir la Luna de Miel’
En la época de la España musulmana del siglo 8 se acostumbraba que tras el matrimonio, la pareja pasara un mes bebiendo agua de miel, considerada afrodisiaca y potenciadora de la fertilidad. Y dado que los meses del calendario musulmán son lunares (tienen 28 días), de ahí surgió la expresión ‘Vivir el Mes de las Mieles’ o simplemente, la ‘Luna de Miel’.
‘Salvado por la campana’
En la Edad Media llegó a ser tan común enterrar vivos a los ‘muertos’, que se ideó atar a la muñeca del ‘difunto’ un hilo que accionaba una campanilla colocada en el exterior, donde los parientes vigilaban por un par de días.
La expresión ‘salvado por la campana’ no es original del boxeo, sino de esta antigua costumbre medieval.
El anecdotario del genio
Aunque no siempre ha sido posible probar la veracidad de las anécdotas, no pocas de ellas se han convertido en íconos identificatorios de sus protagonistas. Como éstas, que tocaron la vida de Albert Einstein.
Casado con Marylin
En una reunión social en la que coincidieron Marylin Monroe y Albert Einstein, ésta se acercó a decirle, con la sensualidad que la caracterizaba: “Profesor, usted y yo deberíamos casarnos y tener un hijo, ¿se imagina un bebé con mi belleza y con su inteligencia?”. Einstein la miró muy seriamente y le dijo: “¿Y no le teme usted a que los resultados del experimento salgan a la inversa, y terminemos teniendo un hijo con mi belleza y con su inteligencia?”.
La idea original
En una conferencia que Einstein dio en el Colegio de Francia, el escritor francés Paul Valery le preguntó: “Profesor, cuando usted tiene una idea original, ¿qué hace, la anota en un cuaderno o en un trocito de papel?”. A lo que Einstein respondió: “Cuando tengo una idea original nunca se me olvida”.
‘¿Me lo puede explicar?’
Dicen que después de una de sus conferencias, un periodista que pretendía ilustrar a sus lectores, le pidió a Einstein que le explicara de manera sencilla la ‘Teoría de la Relatividad’. Einstein puso su mano sobre un hombro del periodista y le preguntó: “¿Me podría usted explicar cómo se fríe un huevo?”. El periodista lo miró extrañado y le dijo: “Pues, sí, sí puedo”, a lo cual Einstein replicó: “Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego”.
Me basta con uno
Durante el nazismo Einstein, a causa de ser judío, debió soportar una especie de guerra urdida con la finalidad de desprestigiar sus investigaciones. Uno de esos intentos se llevó a cabo cuando alguien se dio a la tarea de reunir las opiniones de cien científicos que contradecían los planteamientos de Einstein, y que fueron recogidas en un libro titulado: ‘Cien autores en contra de Einstein’.
Cuando se le pidió su reacción respondió: “¿Por qué tuvieron que buscar tanta gente? Si de verdad estuviese equivocado y si en verdad fueran científicos, bastaría con que lo dijera uno sólo de ellos”.
La admiración de Chaplin
En un evento social Einstein compartió con el actor Charles Chaplin. En el transcurso de la conversación Einstein le dijo a Chaplin: “Lo que me ha sorprendido siempre de usted es que su arte es universal: todo el mundo le comprende y le admira”. A lo que Chaplin comentó: “Lo suyo es aún mucho más digno de respeto profesor, porque todo el msundo lo admira y sin embargo nadie lo comprende”.
Las rayas del pantalón
En 1910, Einstein fue invitado por el lord inglés Richard Haldane a compartir una velada con diferentes personalidades. Entre estas había un aristócrata muy interesado en los trabajos del físico. Tras una larga conversación, el caballero inglés explicó a Einstein que había perdido recientemente a su mayordomo y que aún no había encontrado un sustituto. “La raya del pantalón la he tenido que hacer yo mismo, y el planchado me ha costado casi dos horas”. A lo que Einstein comentó: “Me lo va a decir a mí? ¿Ve usted estas arrugas en mi pantalón? Pues he tardado casi cinco años en conseguirlas”.
Un hecho final
Cuando niño, Einstein tenía tanta dificultad para hablar que sus padres habían llegado a la conclusión de que era retrasado mental. (Selector de Vanguardia)