El consumidor toma medidas contra la obsolescencia programada
La obsolescencia programada es un término de moda en lo referente a los aparatos electrónicos, esta trata sobre una planificación sobre la vida útil de un producto, es decir, las empresas que comercializan un determinado dispositivo ya conocen cual es la fecha de caducidad de este, supuestamente para seguir vendiendo sus productos en el futuro, aunque no es una práctica que se realice deliberadamente para obtener beneficios de esta, sí que existen evidencias de que pueda ser cierta.
Este concepto de obsolescencia programada tiene un efecto directo sobre las pautas de compra del consumidor, que opta más por estudiar diferentes alternativas antes de elegir el renovar sus electrodomésticos. Comenzando por el mercado de productos de segunda mano, que son una alternativa rentable de conseguir un bien por debajo del precio original, aunque con la incertidumbre de no conocer cómo ha sido su mantenimiento o cuánto tiempo va a durar en buenas condiciones de uso.
Otra de las opciones que más crecen es la de realizar una reparación de electrodomésticos, aunque las compañías cada vez ponen más complicada esta tarea a los profesionales del sector, se están tomando medidas, al menos en Europa, para que las compañías presenten mayores facilidades a la hora de que los técnicos puedan manipular un aparato averiado sin necesidad de enviarlos al servicio técnico oficial y gastar grandes sumas de dinero, que se suman al coste del propio aparato, que no suele ser barato.
Las compañías productoras se defienden de estas medidas alegando que es algo que va a ralentizar las innovaciones, pero lo cierto es que según un estudio, la proporción de electrodomésticos que dejaron de funcionar tras solo 5 años de vida útil han aumentado en casi un 5%, algo que evidencia que a pesar de tener un buen mantenimiento, estos tienen una durabilidad muy escasa en relación con anteriores generaciones, más aun considerando que el precio ha aumentado.