Crisis climática: Aguas turbulentas, el mar de plástico
Llegó a ser un signo de modernidad y hasta de estatus. Los utensilios y empaques de plástico no solo eran artículos novedosos, también resultaron higiénicos, prácticos y económicos.
Por eso, a mediados del siglo pasado los envases de plástico se enseñorearon como parte de la cultura del “úselo y tírelo”, además que se apoltronaron entre los símbolos de esa época.
Y los plásticos se volvieron indispensables. Ya no eran la efímera moda de los años 60, se convirtieron en desechos, y su destino final –traslado, manejo, confinamiento– provocó conflictos.
Hoy en día parece imposible que la civilización como la conocemos elimine recipientes de plástico. Razones políticas y económicas los mantienen como el eslabón fuerte de una gran cadena.
“Desde 1950, cuando se crearon los primeros polímeros plásticos, se calcula que se han producido más de nueve mil millones de toneladas en el mundo”, destaca la revista Este País.
Ahí, Miguel Rivas, coordinador de la campaña de océanos en Greenpeace México, y Pedro Zapata, vicepresidente de Oceana México, publicaron “Un mar de plástico y el espejismo del reciclaje.”
Los especialistas sostienen que reciclar es una falacia de la industria contra la contaminación plástica, pues las cifras de basura son aterradoras y se difunden cada vez más en todo el planeta.
Alertan: “12.7 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos cada año, sin contabilizar aquellas que están en las riberas de los ríos, el fondo de los lagos y las quebradas.
“Estos plásticos dañan la vida de más de 700 especies –sólo las documentadas–, desde el fitoplancton microscópico hasta la ballena azul, el animal más grande que haya existido.”
Entre las respuestas que la humanidad trata de dar a ese nivel de contaminación –elevado a tal grado que no hay rincón en el mar libre de polímeros–, están los movimientos antiplástico.
Sin embargo, deben considerarse los infaltables “peros” del caso. Hay proyectos, sí, que impulsan acciones necesarias y bienvenidas contra la invasión de basura, pero la crisis es inconmensurable.
GLOSARIO PARA ENTENDER EL CAMBIO CLIMÁTICO
COP 25. Las siglas COP 25 en inglés se refieren a la Conferencia de las Partes. Es decir, a la reunión de los casi 200 países que forman la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático.
En 1992, la convención estableció que los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano en su actividad cotidiana contribuyen al cambio climático y determinó reducir esos gases.
Acuerdo de París. La convención marco aprobó en 1997 el Protocolo de Kioto. Luego, en 2015, se adoptó el Acuerdo de París, para sustituir al primero. Obliga a los países a recortar gases para que el alza de la temperatura media del planeta no supere los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales y, en lo posible, que no rebase los 1.5 centígrados.
Ciencia. Dos grados Celsius es el límite establecido por la ciencia para evitar los efectos más catastróficos de un calentamiento irreversible. Los estudios científicos advierten que los países no están bien encaminados para cumplir las metas.
Ambición. La expresión oculta el convencimiento de que el recorte de las emisiones de los países no es suficiente. “La brecha es enorme”, resume la ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, presidenta de la COP25.
Artículo 6. Necesitado de un reglamento de desarrollo, desde 2015 el Acuerdo de París está negociándolo, pero encalló en el Artículo 6. El artículo se refiere a los intercambios de derechos o unidades de emisiones de gases de efecto invernadero entre países.
Es el único del acuerdo que hace referencia al sector privado, que podría comprarlos. Afecta a los mercados de emisiones que deben ser compensadas. Europa va a la descarbonización, pero le ha costado 15 años desplazar a las centrales de carbón, las más sucias.
Los enemigos a vencer:
- 1 “El mar ya está lleno de plástico”. El reto es mundial y no reconoce fronteras políticas ni de producción.
- 2 “Seguimos haciendo mucho plástico, cada vez más”. Cada año se producen 380 millones de toneladas plásticas para diversos usos. Y se proyecta duplicar su fabricación.
- 3 “La industria del plástico lucha la batalla de su vida”. Empresas grandes, medianas y chicas de todo el mundo, saben que están en la mira y hacen compromisos sobre el plástico.
En este punto es necesario aclarar que reciclar puede ser considerada “la puerta falsa” en la lucha contra la contaminación por plásticos.
Y es que es un concepto aparentemente sencillo y atractivo: únicamente con poner la basura en su lugar, una persona aparece como un ciudadano responsable, pues el plástico desechado será el insumo de otro producto reutilizable, no un desecho.
La mala noticia es que del 100 por ciento de todo el plástico jamás producido, solamente 9 por ciento ha sido realmente reciclado, ¿por qué razones? Hablan los expertos:
- 1“Nuestra capacidad de hacer plástico crece más rápido que la de reciclarlo”. Existe una brecha cada vez mayor entre el ritmo de crecimiento de la producción de plástico y el de la capacidad de reciclarlo. En las próximas tres décadas podría fabricarse cuatro veces más plástico que el hecho en toda la historia.
- 2 “‘Reciclar’ a menudo significa ‘mandar a otra parte’”. Por años, hasta enero de 2018, China fue el destino de 56 por ciento de la basura plástica de todo el planeta. Ahora la tendencia es que cada país se haga cargo de sus desechos. México, con 10.5 millones de toneladas de basura plástica, fue el quinto exportador a nivel mundial, entre 1988 y 2016.
- 3“En la mayoría de los casos el plástico no se recicla a su uso original, sino a uno inferior”. Resulta que los desechos de vidrio y de metal al reciclarse pueden recuperar su forma original, pero no sucede lo mismo con el plástico salvo el PET.
El reciclaje de estos envases es muy elevado porque tiene un atractivo y costeable valor de recuperación. México es el mayor reciclador de PET en el mundo (70% en 2018).
4“La etiqueta de ‘reciclable’ confunde más de lo que ayuda”. Hace 40 años se creó el triángulo del reciclaje, símbolo de que el producto que lo porta lo reutilizaría para iniciar otro ciclo de utilidad.
No obstante, en este lapso de tiempo únicamente 14 por ciento del plástico que lleva el logotipo del reciclaje se reutilizó; además, sólo 2 por ciento del deshecho total fue sometido a procesos con la misma calidad del producto original para conservar su valor.
Pero si los investigadores indican que el reciclaje no es la varita mágica para enfrentar la actual crisis por contaminación de plástico, también dejan claro que ese y otros esfuerzos deben mantenerse e impulsarse.
“Para ser claros: el reciclaje es sumamente importante; hay que impulsarlo y apoyarlo, al grado de volverlo obligatorio y mucho mejor organizado”, subrayan Miguel Rivas y Pedro Zapata.
“Sin embargo, el reciclaje no nos va sacar de la crisis del plástico”.
La$ millonaria$ ganancia$ del agua embotellada
Cristina Romera Castillo, investigadora en biología marina de L’Oréal, Madrid, labora en el Instituto de Ciencias del Mar y su trabajo, dice, es una pieza de rompecabezas de un mundo multidisciplinario: la investigación del océano.
Según la ONU, unas 13 millones de toneladas de plástico llegan al océano y matan a 100 mil especies marinas cada año.
Estos residuos son el principal blanco de la investigadora, que busca eliminar ese material que convierte al planeta en un vertedero gigante.
“Cualquier cosa que utilicemos como alternativa va a tener un impacto, aunque lo mejor es no generar residuo”, asegura quien basa su investigación en las consecuencias de la degradación del plástico.
Romera estudia las condiciones medioambientales que favorecen la migración de compuestos orgánicos de los microplásticos al mar y sus efectos en los microorganismos.
Algunas bacterias consumen el carbono liberado por el plástico en vías de degradación y quizás, en un futuro, este sistema natural podría servir para eliminarlo por completo.
Lo que sí podría implantarse con más rapidez son sistemas de control para disminuir la llegada de estos plásticos al mar que, según el Foro Económico Mundial, superarán la cantidad de peces en 2050 si nada cambia.
Pese a que, en términos generales, la calidad del agua en las redes de distribución es buena, recientes estimaciones indican que el 80 por ciento de los mexicanos consumen agua embotellada.
En su libro “Instituciones y actores. Un enfoque alternativo para entender el consumo de agua embotellada”, Delia Montero Contreras, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, señala que en este fenómeno no hay distinción entre los consumidores, pues lo hacen igual personas con diferentes ingresos, formación profesional y lugar de residencia.
Comentó que el consumo de agua embotellada empezó tras los sismos de 1985, con la ruptura de una parte de la red de agua potable y las recomendaciones de las autoridades de hervir el agua.
Desde entonces entre la población corre la errónea percepción de que el agua de las tuberías es de mala calidad, cuando no es así, pues los organismos operadores de agua dotan a la red de agua potable, bien tratada.
Más aún, la calidad del líquido que se distribuye directamente a los domicilios de los mexicanos, con frecuencia es mayor que la del agua embotellada.
Con todo, México es el tercer país del mundo que más consume agua embotellada: representa el 8.7% del volumen total con 32 mil 864.8 millones de litros anuales, según el último reporte de 2017 de la International Bottled Water Association (IBWA).
En las dos primeras posiciones están China con 96 mil 410.2 millones de litros y Estados Unidos con 51 mil 899.8 millones de litros. La IBWA calcula que en el planeta se consumen 378 mil 541.1 millones de litros.
Sin embargo, los mexicanos tienen la primera posición en consumo por persona al año (254.3 litros); le sigue Tailandia (217.6 litros) e Italia (182.4 litros). En este caso, China se rezagó con un consumo per cápita de 69.6 litros.
Dos acontecimientos traumáticos llevaron a México a consumir más agua embotellada: el primero –ya se mencionó– fue el terremoto de 1985 en la capital del País, que dejó en mal estado el suministro de agua potable; y la segunda fue una epidemia de cólera en 1991.
Desde entonces, una de las principales razones por las que los mexicanos no beben el agua directamente del grifo como en otros países es por desconfianza, ya que no creen en su calidad.
Las Estadísticas del Agua en México 2018 de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), indican que el líquido está dentro de los parámetros para consumirse, aunque el camino que recorre el agua desde su extracción hasta cada hogar, es incierto.
“Esto se confirma debido a que hay factores externos como la calidad de la tubería en la que viaja, las condiciones del entubado y llaves en cada casa, o incluso, si hay mascotas en el hogar”, explica Laura Lobaco, coordinadora de la Calidad del Agua en Pumagua a Fortune en Español.
Para asegurar que el agua puede beberse sin riesgos, hay que seguir los parámetros de la Norma mexicana de agua para uso y consumo humano (Norma 127), que indica los tratamientos de potabilización; así como los límites permitidos de metales y las características químicas que debe de cumplir.
De esta manera, el 76.3% de los hogares bebe agua de garrafón o de botellas. El 69.4% lo hace porque cree que es más saludable, según datos de 2017 –los últimos disponibles– de la Encuesta Nacional de los Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cuya muestra fue de 64 mil 90 hogares en el País.
La encuesta apunta que un 3% de la población compra agua embotellada porque los demás lo hacen, mientras que un 4.8% apunta que la consume así porque es la única manera en que puede tener acceso al agua potable.
Ejecutivos de la empresa y expertos, de acuerdo con Fortune en Español, dijeron que la compañía no era culpable y que esto ocurría debido a la “planeación deficiente y la carencia de inversión gubernamental, que ha dejado que la infraestructura se desmorone”.
Una veintena de casos de violaciones al agua están registrados en el Informe sobre violaciones a los derechos humanos al agua potable y saneamiento en México 2017.
Ese documento expone que en el País, “se otorgan cuestionables concesiones de explotación de acuíferos a embotelladoras como Coca Cola, Pepsico y Danone”, que acaparan el 82% de ventas.
Un estudio de mercado de la agencia Kantar Worldpanel, que se dio a conocer a principios de 2018, mostró que en 2017 el 98% de los hogares mexicanos compró en promedio 1,385 litros, con un gasto aproximado de mil 315 pesos.
El garrafón de 19 o 20 litros resultó ser el formato más vendido. Mientras que el consumo fuera de casa lleva al 76% de los mexicanos a destinar 180 pesos en promedio al mes y se da principalmente en personas mayores de 36 años.
De su lado, Conagua señala que México dispone de una red hidrográfica total de ríos y arroyos de 633 mil kilómetros, y en su sitio web detalla, con fecha de julio del año 2018, que en los últimos tres años, la prestación del servicio de agua potable alcanzó una cobertura de 92.4% a nivel nacional: 95.1% en zonas urbanas y 82.9% en zonas rurales.
“Hay lugares en México a donde difícilmente llega agua potable, pero hay embotellada y refresco, que cuestan casi lo mismo. Entonces, la gente prefiere beber refresco. Esta situación lleva a problemas de salud”, opina Eymard Argüello, fundador de Agua Inmaculada, empresa especializada en purificadoras de agua y franquicias.