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Vivir sin Luna
Antes de analizar lo que pasaría si no hubiera Luna, vamos a dividir la pregunta en dos: Primero: ¿qué pasaría si la Luna desapareciera. Y Segundo: ¿qué habría pasado si la Tierra no hubiera tenido Luna?Si la Luna desapareciera de nuestra vista, el efecto más inmediato sería el de noches más oscuras. Algo que ya hemos experimentado, puesto que la Luna deja de verse en el cielo cada 28 a 29 días, cuando inicia el novilunio.
Las noches sin fases lunares serían el sueño de los astrónomos y de los aficionados a la astronomía, ya que así podrían observar el cielo, sin ser perturbados por el resplandor lunar.
Dejarían también de producirse los eclipses solares y lunares. Aparte de que, desaparecería el romanticismo que nuestro satélite natural ha inspirado en el ser humano, llevándolo a crear hermosas canciones, poemas, cuentos, novelas y películas.
Un efecto que notaríamos a corto plazo sería la desaparición de las mareas, que en realidad son provocadas por la fuerza de atracción lunar, con una frecuencia aproximada de 12 horas.
Pero no perderíamos del todo las mareas, ya que aún persistiría el tirón gravitatorio del Sol, que también produce deformación de los océanos terrestres, aunque su efecto no es tan fuerte como el provocado por la gravitación lunar.
Así que, sin la presencia de la Luna, seguirían produciéndose mareas en la Tierra, pero mucho más débiles, básicamente serían como un suave oleaje.
Y al desaparecer las mareas lunares, las corrientes oceánicas se debilitarían a la vez que disminuiría la limpieza natural de los mares y las playas, provocada por el avance y retroceso de las aguas.
E incluso habría un cambio drástico en el clima de la Tierra.
Dañaría el eje de rotación
El movimiento de la Luna alrededor de la Tierra está sincronizado, es decir, la Luna tarda el mismo tiempo en rotar alrededor de sí misma que en girar alrededor de la Tierra, es por eso que siempre vemos la misma cara de la Luna, mientras la otra permanece oculta a los que vivimos en este planeta siempre lleno de sorpresas.
El movimiento orbital de la Luna alrededor de la Tierra estabiliza el eje de rotación del planeta manteniendo su inclinación fija en unos 23 grados respecto al plano de su órbita (esta inclinación, es la responsable de que existan las estaciones tal y como las conocemos).
El eje de rotación de la Tierra realiza un movimiento circular estable llamado ‘precesión’ que es el que mantiene su inclinación fija (el eje terrestre tarda 26 mil años en completar este movimiento circular).
Sin la Luna, la precesión terrestre sería más lenta, con lo que el eje de rotación terrestre perdería su estabilidad, como cuando un trompo a punto de caer comienza a bambolearse, haciendo variar su eje de forma caótica, entre cero y 90 grados.
Eso produciría un cambio climático a escala global, que llevaría a veranos con temperaturas superiores a los 100 grados e inviernos con temperaturas por debajo de los —80 grados.
En el caso más extremo, el eje de rotación terrestre podría alinearse directamente hacia el sol, lo que haría que zonas del planeta estuvieran bajo una permanente insolación y otras en permanente oscuridad. Las gigantescas diferencias térmicas entre una mitad y la otra de la Tierra producirían vientos extremos con velocidades de más de 300 kilómetros por hora.
La vida tal y como la conocemos sería imposible en cualquiera de los dos hemisferios, y sólo sería viable en el ecuador, entre el hemisferio ardiente y el hemisferio helado del planeta.
¿De dónde vino?
La Tierra se formó hace 4 mil 600 millones de años a partir de un gigantesco disco de gas y polvo que permitió gestar el Sol y el resto de los cuerpos del Sistema Solar.
Se cree que la Luna se formó 100 millones de años después del Sistema Solar tras un violento impacto contra la Tierra de un cuerpo del tamaño de Marte, conocido como Theia. El enorme encontronazo arrancó un trozo de la Tierra primigenia, el cual quedó atrapado en la órbita terrestre.
El recién creado sistema Tierra-Luna comenzó a ejercer una atracción gravitatoria mutua. Dicha atracción produjo (y sigue produciendo) la disipación de una enorme cantidad de energía debida a la fricción de los océanos con los fondos marinos durante las idas y venidas de las mareas.
Como consecuencia de dicha disipación la velocidad de rotación de la Tierra se ha frenado desde las 6 horas que duraba el día terrestre sin Luna, hasta las 24 horas actuales (la Luna sigue frenando la rotación de la Tierra a una tasa de 1.5 milésimas de segundo cada siglo).
Para compensar esta disminución en la velocidad de rotación de la Tierra, la energía de rotación lunar debió aumentar, lo que produjo un paulatino alejamiento de nuestro satélite, que en la actualidad se mantiene a una velocidad de 3.82 centímetros por año.
No sabemos la distancia exacta a la que estaba la Luna de la Tierra cuando se formó, pero sabemos que estaba a una distancia mucho menor que la actual (384 mil 400 kilómetros) con lo que podría verse en el cielo con un tamaño 10 a 20 veces mayor de lo que la vemos ahora.
Esta cercanía produciría mareas mucho más intensas que las actuales, que podrían incluso afectar al magma terrestre y proporcionar una energía extra para calentar los elementos radiactivos presentes en la Tierra primitiva.
Esas intensas mareas fueron posiblemente muy importantes para mezclar y remover las aguas de mares y océanos, lo que habría acelerado y posibilitado el origen y evolución de la vida hace 3 mil 800 millones de años.
Una tierra sin Luna
Ahora que ya sabemos cómo se formó la Luna y qué efectos tuvo sobre la Tierra podemos preguntarnos qué habría pasado si el cuerpo conocido como Theia nunca hubiera chocado contra la Tierra en formación desgajando un trozo de la misma. ¿Cómo sería entonces una Tierra sin Luna?
Ya hemos visto que los efectos de marea gravitatoria entre la Luna y la Tierra han frenado la velocidad de rotación terrestre desde las 6 horas originales hasta las 24 actuales.
Si la Luna nunca se hubiera formado, los únicos efectos de marea existentes habrían sido los ocasionados por la gravedad solar, mucho más débiles que los lunares, por lo que la rotación completa de nuestro mundo (el día terrestre) sería en la actualidad de 8 horas.
Pero a mayor velocidad de rotación de un planeta, mayores son los vientos que se producen en él. Así, si el día terrestre durara sólo 8 horas, los vientos típicos en la Tierra, que ahora son de unos 40 kilómetros por hora, alcanzarían velocidades de 200 km/hora.
Las mareas debidas al Sol serían más suaves, por lo que las condiciones de flujos y corrientes necesarias para que se desarrollara la vida en los océanos primitivos seguramente no se habrían dado, o se habrían dado cientos de millones de años más tarde, retrasando el origen y evolución de la vida terrestre.
Sabemos ya que, sin la Luna, la inclinación del eje de rotación terrestre no sería estable, lo que produciría variaciones extremas de temperatura y cambios climáticos. Por todo ello, en una Tierra sin Luna seguramente no existirían formas de vida compleja y, cuando finalmente surgieran, tendrían una biología muy diferente a la que conocemos.
Si a pesar de todo, se llegara a desarrollar vida compleja e inteligente, en una Tierra sin Luna todo sería muy diferente. No existirían, por ejemplo, los calendarios basados en las fases lunares, que ayudaron a nuestra especie a entender y dominar la agricultura, la caza, y los ciclos biológicos que contribuyeron a construir, en suma, nuestra civilización.
Otras diferencias
La tecnología y la ciencia en una Tierra sin satélite natural serían también muy distintas. Mediante el estudio de las fases lunares se logró determinar la distancia de la Tierra a la Luna, la distancia de la Tierra al Sol, las distancias a otros cuerpos del Sistema Solar, y otras distancias del Universo que nos han colocado en nuestro verdadero lugar en el cosmos: una pequeña mota de polvo alrededor de una estrella del montón, en los suburbios de una de las miles de millones de galaxias del Universo.
Este conocimiento no habría sido posible en una Tierra sin Luna.
Sabemos que existen muchos planetas desprovistos de luna, girando alrededor de otras estrellas, quizá con formas de vida que nos parecerán extrañas y exóticas.
Los terrestres podemos respirar tranquilos, tenemos Luna para mucho tiempo pues ella no conseguirá escapar jamás a la atracción gravitatoria terrestre, a pesar de estar alejándose poco a poco de nosotros.
Es más, creemos que dentro de 5 mil millones de años, cuando el Sol esté en la fase final de su vida y se convierta en una estrella moribunda, la Luna se frenará y volverá a acercarse a la Tierra.
El tamaño de la Luna crecerá de nuevo en los cielos de la Tierra hasta que la fuerza gravitatoria terrestre la fragmente en un último y mortal abrazo.
Dejaremos entonces de disfrutar de las hermosas fases lunares para siempre, y veremos tan solo un anillo de fragmentos de lo que fue nuestro satélite… Si es que para entonces quedara algún ser vivo para contemplarlo.
(El autor, Pablo Santos Sanz, es investigador del Departamento del Sistema Solar en el Instituto de Astrofísica de Andalucía)