Vaticano inventó el escándalo para no hablar de sus finanzas: Fittipaldi

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Vaticano inventó el escándalo para no hablar de sus finanzas: Fittipaldi

El periodista italiano Emiliano Fittipaldi. Foto www.japantimes.co.jp
El periodista de investigación del diario "L'Espresso" traza en su obra, basada en documentos internos y en información de numerosas fuentes italianas y vaticanas.
“Este libro no habla de fe, sino contra una parte de la curia que no hace lo que promete y que considera al papa un enemigo por su deseo reformista", contó Fittipaldi

El periodista italiano Emiliano Fittipaldi se siente víctima de una estrategia del Vaticano para ocultar las revelaciones de su libro "Avaricia", una obra de investigación y denuncia sobre la gestión de las finanzas vaticanas que el autor presentó hoy en Madrid poco antes de su desembarco en América Latina.

"Este libro no habla de fe, no es un libro contra la Iglesia verdadera y de base, la que ayuda a los pobres, sino contra una parte de la curia que no hace lo que promete y que considera al papa un enemigo por su deseo reformista", contó el autor en entrevista con dpa.

El periodista de investigación del diario "L'Espresso" traza en su obra, basada en documentos internos y en información de numerosas fuentes italianas y vaticanas, un mapa de las finanzas de la Santa Sede y de su gestión, para denunciar las mentiras de la propagana vaticana y otras irregularidades.

Por "Avaricia" está siendo juzgado ante un tribunal vaticano acusado de divulgación de noticias reservadas contra el interés nacional, una ley aprobada por el papa Francisco en 2013 para evitar un nuevo "Vatileaks", como se bautizó el primer escándalo de filtración de documentos vaticanos.

Sin embargo, Fittipaldi considera que aquel caso fue muy diferente, porque revelaba cuestiones personales y asuntos privados vaticanos en base a documentos robados del despacho del papa. "Mi libro es investigación y ningún documento ha sido obtenido ilegalmente", se defiende.

Fittipaldi está acusado de difundir información confidencial en connivencia con Luigi Nuzzi, que publicó más o menos al mismo tiempo su libro "Via Crucis", en el que también denuncia el dispendio de dinero por parte del Vaticano. Junto a ellos se sientan en el banquillo las presuntas fuentes de las filtraciones, el sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la experta en relaciones públicas Francesca Chaouqui - miembros de la comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (COSEA),- así como un ayudante del sacerdote.

El caso lleva semanas copando los titulares y ha derivado en numerosas informaciones paralelas en torno a un supuesto escándalo sexual entre Vallejo Balda y Chaoqui.

Fittipaldi no sólo considera el juicio un ataque a la libertad de prensa, sino que cree que el caso, que el Vaticano ha presentado como un complot de Chaoqui y Valejo Balda contra la Santa Sede, forma parte de una estrategia para que no se hable de las cuestiones de fondo que denuncia su libro. "El Vaticano ha construido otro escándalo para no hablar de mis denuncias", asegura, destacando que la curia no ha desmentido por un momento ni una sola de las líneas de su obra.

Entre otras cosas, Fittipaldi está acusado de presionar a Vallejo Balda para conseguir los documentos que él le filtró. El periodista lo niega y asegura que fue el sacerdote quien lo llamó y además cuando ya tenía su obra casi terminada.

El periodista italiano Emiliano Fittipaldi llega a la tercera vista del caso "Vatileaks2" que se celebra en el Vaticano contra cinco personas por filtración y publicación de documentos reservados del Vaticano. Foto EFE

"Me entregó dos documentos interesantes", cuenta. Uno que detalla las inversiones del Instituto para las Obras de la Religión (IOR) -el banco vaticano-, que muestra cómo la mayoría de esas inversiones se dirigen a la compra de obligaciones italianas y españolas y también a bancos como el español Santander- y otro que denuncia "cuánto se paga por un santo", en referencia al dinero que la Iglesia recibe por beatificaciones y santificaciones.

Al mismo tiempo, el sacerdote estaba filtrando información a Nuzzi, asegura Fittipaldi. Ambos presentaron su libro prácticamente a la vez a comienzos de noviembre y el Vaticano los acusa de haber trabajado juntos. "Pero no había visto a Nuzzi en mi vida", asegura, y explica la coincidencia de fechas como una carrera comercial para no quedarse detrás en la publicación.

Además, el periodista está muy soprendido por el silencio que ha guardado Roma ante el juicio de ciudadanos italianos por otro Estado, como es el Vaticano, y señala que sólo en torno a un centenar de diputados (de los en torno 900 que existen) escribieron una carta en solidaridad con el periodista.

"Avaricia" ha vendido ya en torno a 100.000 ejemplares en Italia y después de España, desembarcará en los próximos días en México, Argentina y otros países de América Latina. "Italia, América Latina y España son los lugares donde los fieles dan más dinero al Vaticano para el Óbolo de San Pedro", dijo en referencia a la donación que hacen los fieles de unos 80 millones de euros cada año para ayudar a los pobres, que el autor asegura se acumulan en secreto en una cuenta que el IOR y de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) han invertido en mercados.

Fittipaldi considera que la llegada del libro a América Latina podría ser muy positiva porque podría contribuir a crear presión en el Vaticano y en la opinión pública "para ayudar al papa a cambiar las cosas" y a combatir la corrupción.

Porque el periodista considera que muchas de las irregularidades vaticanas se produjeron "a espaldas del papa", pero una vez desveladas, Francisco debería actuar contra ellas y contra quienes las conocían. "El papa debe ser coherente entre lo que dice y lo que hace: si quiere combatir al corrupción y denunciar a los 'mercaderes del templo', no puede dejar que éstos sigan haciendo lo que quieran".

Frente a la propaganda eclesiástica de declarado amor a Francisco, el papa ha estado "muy solo", asegura Fittipaldi. Y todas las revelaciones de "Avaricia" demuestran que la "utopía de la Iglesia pobre que quiere llevar a cabo, lejos de terminar, acaba de comenzar”.