Todo empezó con un toro llamado Megadeuda: ¿La fiesta brava merece morir?
Texto: Cyntia Moncada y Marino González
Edición: Quetzali García
Ilustraciones: Alejandro Medina
Diseño: Édgar de la Garza
La última vez que la Plaza de Toros se utilizó fue el 28 de noviembre de 2015, esa tarde recibió a los aficionados cercada por una mancha roja y un fuerte olor a muerte. Activistas antitaurinos habían bañado las inmediaciones con sangre de res para protestar contra la corrida. Dos meses antes, el 21 de agosto, el Congreso de Coahuila aprobó una reforma a la Ley de Protección y Trato Digno a los Animales del Estado de Coahuila que prohibía los espectáculos taurinos.
Pero ese día era una fiesta para los aficionados porque un amparo permitió realizar la corrida. Desde semanas antes los más importantes toreros invitaron a los saltillenses aficionados a asistir al festejo “Por la libertad y el respeto”. El empresario taurino Armando Guadiana –quien emprendió una batalla legal y mediática contra los Moreira en 2011 y que llegó a su punto más álgido en el 2015 cuando se publicó la ley– aseguró que ese día se clavaría la primera banderilla a la prohibición de la fiesta brava en el estado.
Ese día la sangre de siete toros corrió en el ruedo, el empresario fue recibido con vítores y aplausos, el rejoneador Jorge Hernández Gárate y los toreros de a pie Joselito Adame, Diego Silveti y Fermín Espinoza “Armillita IV” dieron muerte a “Emperador Soriano”, “Amparo” y “Megadeuda” de las ganaderías Guadiana y San Isidro. Al final de la corrida, Protección Civil clausuró la plaza.
Han pasado cerca de tres años. Armando Guadiana perdió la gubernatura a la que se lanzó por Morena y actualmente es Senador por Coahuila. El partido logró dos escaños en el Congreso local. El amparo promovido se detuvo un paso antes de llegar a la última instancia en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los toros parecían un tema superado. Sin embargo, el pasado 3 de septiembre la diputada por Morena, Elisa Villalobos, volvió encender la hoguera. La propuesta sacó de nuevo a las calles a los anti y taurinos, dividió al partido, encendió las discusiones familiares, revivió los foros y los argumentos en contra y a favor volvieron a posicionarse en las redes sociales: ¿Qué defiende cada bando? ¿Por qué las discusiones siempre son tan álgidas? ¿Cuáles son sus argumentos para querer prohibir o regresar las corridas de toros? Aquí enunciamos algunas de ellas.
Los toros son una tradición
Los primeros testimonios que se tienen de corridas de toros en Saltillo son de septiembre de 1712, durante un gran festejo que se realizó por la llegada del gobernador de la Nueva Vizcaya. Desde entonces han existido unas 18 plazas diseñadas para la tauromaquia en la ciudad.
La Plaza de Toros Fermín Espinoza "Armillita” comenzó su segundo aire hace 26 años en Saltillo, luego de ser trasladada de Reynosa, Tamaulipas para poner fin a las dos décadas en las que no hubo recinto taurino. Sin embargo, con el tiempo, el número de corridas disminuyó, pasó de 30 en un mes durante el siglo XIX a las tres o cuatro que se realizaban antes de su prohibición.
A FAVOR
En muchos lugares del país es imposible separar las ferias de las tradicionales corridas de toros. San Buenaventura, en Coahuila, era uno de ellos. Esta plaza pasó a la historia porque en 1989 Eulalio López “el Zotoluco”, tomó la alternativa y se convirtió en matador de toros. No es poca cosa, ya que la efeméride de la alternativa se considera el acta de nacimiento de un matador. Para muchas familias asistir a las corridas de feria es una tradición, Sergio Alvizo, aficionado a los toros desde su infancia, recuerda cuando su padre lo llevaba de la mano a una plaza:
“Conozco a muchas personas que se han aficionado a los toros de diversas formas: viendo las corridas por televisión, acudiendo a la plaza por invitación de amigos, asistiendo en familia e incluso hasta llevando bebidas fermentadas para ofrecer a algún matador en caso de triunfo. En mi caso, me considero taurino por respetar una tradición familiar. Mi padre me llevaba de niño. Antes del festejo íbamos a ver el encierro y las condiciones de los toros, íbamos al sorteo para saber qué lote de toros le correspondería a cada matador.”
“La historia de los toros eran una tradición, pero ya no lo son, ya no permean en la mayoría de la gente, dejaron de ser populares a partir de los años 50 o 60”, dice el historiador Ariel Gutiérrez, fue el curador y primer director del museo de la Cultura Taurina. Y aunque los toros fueran una tradición, no es eso motivo suficiente para preservarlos, opina Carlos Recio, historiador saltillense: “Si una tradición implica algo positivo, hay que preservarla, sin embargo, aquí el problema es que implica el sufrimiento de un animal como espectáculo, en otro época era normal, la vida era muy dura, la muerte estaba a flor de piel, pero estamos en otra época donde se habla de los derechos de todos”.
Ya no son tiempos para la tauromaquia
En tres años han pasado muchas cosas. Se calcula que un 20 por ciento de los mexicanos son veganos o vegetarianos (según datos de Gourmet Show). Y según un estudio de Nielsen sobre Salud y Percepciones de Ingredientes, en 2006, México se convirtió en el país Latinoamericano con un mayor número de veganos y vegetarianos. Saltillo no es la excepción, en los últimos años han abierto más restaurantes vegetarianos y se instaló la primera tienda vegana. Además los restaurantes, en general, ya ofrecen estas alternativas en su menú. Miriam Solano es una activista vegana. Existen comunidades en facebook como Veganos Saltillo con más de 500 integrantes y Vegetarianos Saltillo con más de 400.
A FAVOR
Afirmar que la tauromaquia es obsoleta, por ser realizada desde hace cientos de años, es como estar en contra de religiones por ser milenarias.
El siglo XXI se ha caracterizado por la lucha de la sociedad por generar igualdad, tolerancia, derechos de minorías y de los animales. En este último rubro, cabría preguntarse, ¿los animales tienen derechos? o ¿es el hombre quien tiene obligaciones hacia ellos? Decir que los animales tienen derechos es distanciarnos de ellos, en cambio, afirmar que el hombre tiene obligaciones implica velar por su hábitat y su vida. Al prevalecer los festejos taurinos se garantiza la existencia del toro de lidia. El ser humano tiene la obligación de cuidar y preservar la existencia del toro o de cualquier ser vivo y para eso nunca serán tiempos obsoletos.
El filósofo francés Francis Wolff, en su libro “50 Razones para Defender la Corrida de Toros” menciona que “Nuestra época ha perdido poco a poco el sentido de los ritos, de la muerte, de la naturaleza, de la animalidad, es por lo que necesita volver a encontrar al mismo tiempo la realidad, la imagen y el símbolo en la corrida. ¡De ahí su modernidad!”
EN CONTRA
Aunque Francisco Hernández asistía a las corridas de toros con regularidad, poco a poco se sintió menos identificado con esa práctica y hoy se dedica a defender su postura contra la tauromaquia. “Si queremos avanzamos como sociedad, debemos entender que esas actividades ya no son adecuadas. No se puede seguir normalizando la muerte. (...) Para apresurar su extinción, lo que debemos hacer es dejar que la sociedad misma esté convencida de que es un espectáculo que ya no es necesario, porque cada momento de confrontación la aviva más. Yo logro entender que antiguamente las actividades de diversión para las personas eran pocas, por lo cual tenían que estar creando nuevas formas de hacerlo, (...) en su tiempo tenían una justificación, pero ahora que nos presumimos de ser seres pensantes en una sociedad que avanza: ya no hay justificación para que se permita seguir con esto”, escribió Francisco Hernández en un artículo.
Para el historiador Ariel Gutiérrez, la extinción de la fiesta brava es cuestión de tiempo, “A los toros se les debe dejar que mueran solos, es decir, la fiesta terminaría, no sé en cuánto tiempo, pero terminaría dignamente”.
El toro muere dignamente
El toro de lidia es el único animal al que se le hace una fiesta al morir. Aunque parezca aterrador, no lo es comparado con la muerte que se les da al resto de animales. Esto es una cosa distinta al afirmar que el toro muere dignamente.
A FAVOR
David López Contreras, ex antitaurino cambió su opinión la primera vez que asistió a una corrida de toros: “Es la única escenificación que plasma real y crudamente a lo que cada ser vivo nos enfrentamos: la vida y la muerte; siendo ésta última, escena de la corrida a quién a todo antitaurino espanta (...) entiendo el sentimiento de desagrado y tristeza que esto puede llegar a ocasionar, por no contar con una cultura en la que se nos eduque para aceptar la muerte, sino más bien para temerle, es ahí donde observé en el torero que, pese a poner su vida en riesgo, no pone en riesgo aquello que lo hace sentir vivo, ¿pues qué sentido tiene la vida si no disfrutamos de aquello que nos apasiona por miedo?”
EN CONTRA
Miriam Solano, activista, comenzó a protestar contra las corridas de toros en el 2009 y desde entonces ha abogado por la prohibición. Muchas veces en el Congreso se tocó el tema sin que pasara algo, pero en 2015 vieron cumplida la misión que se habían planteado. Después de la nueva propuesta de reforma para regresar las corridas han vuelto a salir a las calles para defender algo que, para ellos, no debería dar marcha atrás. Para Solano la dignidad es un término que no aplica para un toro, pues al hacerlo lo están humanizando. “Ellos los humanizan al darle un sentido de dignidad, un sentido de morir por algo que no existe porque el toro no sabe la historia filosófica que ellos se cuentan. Lo que nosotros vemos es un sistema nervioso que tiene un animal que siente, sufre y que no debe ser sujeto de maltrato (...) La dignidad, la valentía, la historia de que él lucha con cierta mitología, el animal ni siquiera sabe de qué se trata”, dice la activista.
“¿Cuál dignidad? No es digno morir así, digno sería que murieran de viejos”, argumenta el veterinario Wolfgang Kosegarten Gallagher.
El toro de lidia: extinción inminente
Según la página de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, hay cuatro ganaderas en el territorio de Coahuila (Julio César Delgado, La Cardona, Santa Elena y Valle de la Gracia), sin embargo, D´Guadiana también se considera coahuilense aunque está situada en los límites con Zacatecas.
A FAVOR
Para el exganadero del Nuevo Colmenar, Francisco Miguel Aguirre, “Los toros de lidia no son negocio, en ninguna ganadería. Ya que un becerro de engorda se mata al año o al año y medio engordado artificialmente y sólo se mantiene a él y a la madre, mientras que para matar a un toro bravo, tienen que pasar cuatro años y durante ese tiempo estar manteniendo a la vaca madre, al becerro, y por lo menos a tres camadas de vacas o becerros más”. Aún y con todas las pérdidas que genera la crianza de reses bravas, la pasión y el gusto por ver a un toro en el ruedo provocar emociones, es motivo suficiente para que ganaderos inviertan su dinero en esta difícil profesión, pero si se acaban las corridas de toros, ya no tendría sentido que se invierta dinero, ya que no se contará con la posibilidad de que un toro sea lidiado en una plaza, trayendo como consecuencia la extinción de esta especie.
EN CONTRA
Han pasado tres años de la prohibición de corridas en Coahuila y para la activista Miriam Solano, nada grave ha pasado con la especie porque los criadores la han seguido manteniendo y eso es lo que podrían seguir haciendo, aunque es una decisión de ellos.
“El toro de lidia es una raza creada por el hombre para su entretenimiento (...) es una raza que no interviene en el equilibro ecológico, porque es una raza creada por el hombre. La decisión de que la raza se extinga o no es de los taurinos”.
Por otro lado, asociaciones como Anima Naturalis, sostienen que no son una raza como tal: “los toros de lidia actuales no son sino animales mestizos que no pertenecen a ninguna raza determinada”, dicen en su página.
Las corridas de toros son tortura
Las primeras cabezas de ganado bovino llegaron a Coahuila, en 1604, traídas por Francisco de Urdiñola. De las ganaderías que sobreviven hasta nuestros días, según el registro de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, la más antigua es Santa Elena, fundada por Alberto Rodríguez en 1947 y se encuentra ubicada en esta ciudad.
JUAN CARLOS ILLERAS
ACADÉMICO E INVESTIGADOR
A FAVOR
Una crítica constante en contra de las corridas es que al animal se le tortura. El filósofo francés Francis Wolff, en su libro “50 Razones para Defender la Corrida de Toros” dice al respecto: “Torturar es hacer sufrir voluntariamente a un ser humano indefenso, ya sea por puro placer (cruel o sádico), ya sea para obtener algún beneficio como contraprestación de ese sufrimiento”. Juan Carlos Illeras, director del departamento de Fisiología Animal de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, en la entrevista concedida a la revista “6Toros6” dice: “los toros en el ruedo liberan betaendorfinas, también conocidas como la hormona de la felicidad, que bloquea los receptores de dolor en el sitio en el que éste se está produciendo, hasta que llega un momento en el que el dolor y el placer se equiparan y deja de sentirse dolor”. El toro no está imposibilitado para su defensa, de ser así no habría cientos de muertes acompañando a la fiesta de los toros. El torero corre un riesgo al tratar de lidiar y darle muerte al toro y ese riesgo es a costa de su propia vida, riesgo que ningún torturador haría. Por último, si para el toro en verdad fuera insoportable ese sufrimiento, ¿por qué desea volver a pelear? ¿Por qué acude varias veces al caballo? Cualquier otro animal saliera corriendo pero la bravura del toro busca pelear, más que huir.
EN CONTRA
Desde el momento en que sale al ruedo el toro pasa unos 20 minutos ahí, la mayoría termina su participación cuando muere. En México no hay propiamente un censo, pero en España, se sabe que se indulta a menos del uno por ciento de los toros que participa en la corrida.
En México, mueren aproximadamente 3 mil toros bravos en las fiestas taurinas.
Wolfgang Kosegarten Gallagher, veterinario y antitaurino dice, “Claro que sufre, el animal siente igual que tú y yo. Sale de un lugar oscuro con mala visión. Le ponen banderillas, se va debilitando. Lo matan con una espada, pero a veces no le atinan y lo vuelven hacer. Está sufriendo hasta que muere”. El veterinario madrileño José Enrique Zaldívar se ha dedicado a desmentir el estudio que afirma que “el toro no sufre durante la lidia” pues considera que no tiene validez científica. En cambio detalla el sufrimiento y estrés del toro desde que se saca del campo y su sufrimiento constante durante la lidia: “Las banderillas también hacen su trabajo, provocando lesiones de músculos, vasos sanguíneos y nervios no sólo en el momento en que son colocadas, sino durante el resto de la lidia, debido al movimiento constante que tienen sobre el dorso del animal”, manifestó en una entrevista publicada en Animanaturalis.
La corrida de toros es cultura y arte
La relación del hombre con el toro es milenaria. Sin embargo, la tauromaquia es relativamente joven, su origen data del siglo XVIII. México ha dado a la tauromaquia mundial una buena cantidad de toreros, cuyo máximo representante es el saltillense Fermín Espinoza “Armillita”. El museo de la Cultura Taurina en Saltillo, reúne todos estos vestigios, brinda homenaje a la fiesta y recuerda a “Armillita” como figura central en la historia de la tauromaquia local, ¿es entonces cultura? ¿Se ha convertido en arte?
A FAVOR
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define cultura como: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época, grupo social”. La tauromaquia ha sido desde hace más de 300 años en Coahuila una actividad que se ha practicado de forma reiterada y transmitida de generación en generación.
Para Néstor Adame, maestro en filosofía y aficionado taurino, la corrida de toros es cultura: “porque los toros son una historia que contar, una poética o una narrativa agrupada en un contexto, una liturgia, un rito y una dualidad como la vida y la muerte que sirven como conclusión al espectáculo que se presencia”.
respecto a que si es arte agrega al respecto: “atiende a una sensibilidad de quienes la observan. Es un espectáculo de sensaciones como el júbilo, repudio, miedo, ante el que no puedes permanecer indiferente”.
EN CONTRA
Un grupo de manifestantes antitaurinos se reunió en el Congreso de Coahuila, durante la lectura de la iniciativa que busca regresar las corridas de toros, entre ellos está Raymundo Mendoza, guitarrista y promotor cultural.
Para el artista, aunque la fiesta taurina esté rodeada de arte, en el traje de luces, las obras plásticas que han inspirado, los pasos dobles, el objetivo de esa fiesta es algo lamentable, “la masacre no puede ser arte”.
Miriam Solano, activista y miembro de Coahuila Libre de Corridas –un movimiento que existe desde 2009– dice que es innegable que la tauromaquia es cultura por definición. Sin embargo, “No siempre la palabra cultura tiene que ver con que sea algo bueno. Han existido culturas que en su momento se creyeron buenas pero al evolucionar la moral de la sociedad dejaron de permitirse”.
La gente que va a las corridas de toros es violenta
En 2015, el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas en el apartado de una vida libre de toda forma de violencia manifestó su preocupación por el bienestar mental y físico de niñas y niños que participan de alguna manera en las corridas de toros. La ONU pidió expresamente que se prohibiera su participación en entrenamiento y actuación pues lo considera una de las peores formas de trabajo infantil. Y, por otro lado, solicitó tomar medidas para proteger a los espectadores creando conciencia sobre la violencia física y mental asociada con las corridas de toros.
A FAVOR
Afirmar que los asistentes a las corridas de toros son violentos es simplista. Es innegable que existe una violencia en el ruedo, puesto que se le da muerte a un animal; sin embargo, para el aficionado taurino hay otros elementos por observar más que la sangre y la muerte del toro de lidia.
¿Es posible que una persona, asistiendo a un máximo de cinco festejos al año, que son los que aproximadamente se dan en Saltillo, reciba los estímulos suficientes para ser una persona violenta?
Cecilia González, Maestra en Psicoterapia Gestalt Infantil dice al respecto: “En todos los niños existen diferentes tipos de miedos que pueden llegar a ser traumáticos: la separación de la figura de apego, a estímulos imaginarios como monstruos, por ejemplo. Sin embargo, estos miedos y otros están programados genéticamente, y por lo general, van desapareciendo conforme el niño va creciendo. Si el niño es capaz de sentir, y superar dichos temores, ¿por qué la corrida de toros tendría que ser un espectáculo traumatizante para ellos? Sus padres juegan un papel primordial para que se le proporcione un buen manejo de la impresión y la enseñanza de la fiesta brava, la cual está repleta de manifestaciones artísticas. Los padres tendrán que lograr que sus hijos obtengan un aprendizaje significativo del espectáculo taurino, llenándolos de sensibilidad, arte y pasión por el mismo”.
EN CONTRA
“¿Por qué es erróneo enseñar lo que las corridas enseñan? Porque equivale a enseñar que la violencia es buena y que torturar animales para nuestro deleite también es bueno”, dice un extracto del estudio “De la violencia en las corridas de toros a la educación violenta: una perspectiva psicológica”, publicado por el doctor Vítor José F. Rodrigues, miembro del Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos que opera en España y Latinoamérica. “Es una fiesta que afecta a familias enteras, sobre todo a los niños”, dice Miriam Solano. Para la activista generalizar y decir que las persona que acuden a una corridas son violentas pero que sí pierden sensibilidad. No es natural ser indiferente ante una tortura a un ser que no puede defenderse”.
Los toros: Una batalla política
La Ley del 2015 no es la primera prohibición que han tenido los toros en Coahuila.
1894
El diputado Emilio Carranza propuso al gobernador José M. Múzquiz una iniciativa para prohibir las corridas, pero la suspensión apenas duró siete meses, pues se reanudaron en septiembre del mismo año.
1917
El Presidente Venustiano Carranza, prohibió los toros en México y así se mantuvieron durante tres años hasta que el General Adolfo de la Huerta asumió la presidencia. Décadas antes el Presidente Benito Juárez hizo lo mismo.
2015
En Coahuila, hace tres años, se asesinó a las corridas de toros por intereses políticos y causas ambientalistas. Dice el historiador Ariel Gutierrez, “Las corridas de toros deberían morir de causas naturales, o de viejitas”.
SIN ACUERDOS
El 3 de septiembre en el Congreso de Coahuila, taurinos y antitaurinos se enfrentaron, en los dos bandos había militantes de Morena. El senador Armando Guadiana asistió para apoyar la propuesta. Mientras tanto en la Ciudad de México, la diputada Alessandra Rojo de la Vega, del Partido Verde, y apoyada por diputados del PAN, Morena y PRD, presentó el pasado 4 de octubre una iniciativa de reforma para prohibir las corridas de toros. El tema sigue en la mesa.