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S&P advierte de la importancia de mantener la política fiscal en México
Standard & Poor's mantiene su confianza en México, pero advierte de los riesgos de un golpe de timón en la política fiscal y económica tras la elección presidencial de julio. La agencia de calificación de riesgos con sede en Nueva York ha confirmado este viernes su calificación de la deuda soberana mexicana en BBB+, con perspectiva estable, en previsión de que las políticas económicas y fiscales actuales "continúen en los dos próximos años" y se alcance un acuerdo para la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) que "preserve en gran medida" el comercio y los vínculos financieros transfronterizos. "Una alteración inesperada en los vínculos comerciales y de inversión entre México, Estados Unidos y Canadá o un cambio negativo no previsto en las políticas fiscales u otras políticas económicas posteriores a las elecciones podría afectar las expectativas de crecimiento del PIB del país y dificultaría que la próxima administración estabilice su deuda en los próximos dos años", advierte la calificadora.
Las agencias de calificación valoran, por encima de todo, la previsibilidad y la certidumbre. Y S&P, que junto con Fitch y Moody's forman el triunvirato líder del sector en el mundo, no es diferente. En su análisis hecho público este viernes muestra su preocupación ante la posibilidad de que se produzcan "cambios inesperados" en el sector energético, "incluidas medidas que debiliten la salud financiera de Petróleos Mexicanos (Pemex) o de la Comisión Federal de la Electricidad (CFE)". En otras palabras: Standard & Poor's advierte contra la posibilidad de que el futuro Gobierno mexicano revierta la reforma energética de 2013, lo que podría llevar a una "erosión gradual del perfil financiero [mexicano] (...) que nos llevaría a bajar las calificaciones soberanas". Sin embargo, su escenario base es la continuidad de los profundos cambios en el sector energético mexicano, que han dado entrada a la iniciativa privada en un sector hasta entonces dominado en exclusiva por el Estado: "Suponemos que la reforma energética se mantendrá vigente, ya que se basa en una reforma constitucional. Sin embargo, el nuevo gobierno [que salga de las urnas en los comicios del próximo verano] podría cambiar su ritmo de implementación".
En el lado contrario, apuntan los técnicos de la calificadora, un mayor crecimiento económico, una consolidación fiscal mejor que la que esperamos, el desarrollo continuo de los mercados de capitales locales y un historial "más largo" de política monetaria creíble seguida por el banco central, "podría reducir las vulnerabilidades externas" y desembocar en un aumento de las calificaciones soberanas en los próximos dos años.
México tiene problemas de calado -desigualdad, corrupción, bajo crecimiento, inseguridad-, pero su perfil de país ha cambiado radicalmente desde el ya lejano tequilazo de 1995. La estabilidad económica se ha impuesto y los sucesivos Gobiernos han hecho de la ortodoxia su seña de identidad en la política fiscal, siguiendo a rajatabla, con más o menos éxito, según los ojos con los que se vea, las recetas de la OCDE y el FMI. También de las calificadoras, como Standard & Poor's, que aplauden el camino recorrido y animan a seguir en la misma línea. "Las calificaciones de México reflejan su historial de cautelosas políticas fiscales y monetarias, lo que ha contribuido a limitar los déficits gubernamentales y a mantener una baja inflación, así como un nivel moderado de deuda externa", valoran los analistas de la agencia estadounidense.
"La combinación de políticas económicas previsibles y una economía flexible ha permitido que el país se ajuste a las cambiantes condiciones internacionales, entre ellas, una caída considerable en el precio del petróleo en 2014, la volatilidad del tipo de cambio y la incertidumbre sobre el destino del TLC, al tiempo que mantiene un crecimiento estable y contiene la inflación", agrega S&P. Las alabanzas no son óbice, en cambio, para pasar por alto la obviedad: la creciente percepción de la corrupción y la impunidad. "Las preocupaciones sobre la aplicación de la ley jugarán un papel importante en las elecciones nacionales en julio de este año", reconoce.
La batalla electoral lo impregna prácticamente todo en México desde principios de año, y el informe de S&P no es ajeno a ese constante clima preelectoral. La agencia de rating espera que Ricardo Anaya (Frente por México, una coalición que integra al PAN -centroderecha-, PRD -centroizquierda- y Movimiento Ciudadano -centro-) y José Antonio Meade (PRI), que marchan segundo y tercero en las encuestas, "mantengan en gran medida las políticas económicas actuales" en caso de hacerse con la victoria. "Menor certeza" presentan, a su juicio, las políticas de Andrés Manuel López Obrador (Morena, izquierda), puntero en los sondeos. "No esperamos un cambio sustancial en las políticas fiscal o monetaria bajo su potencial administración. Sin embargo, López Obrador ha criticado la reforma energética, lo que ha generado incertidumbre sobre la inversión privada en ese sector".
S&P espera que el crecimiento de la economía mexicana supere ligeramente el 2% en el periodo 2018-2021, en línea con lo registrado el año pasado. Una expansión que en términos per cápita quedaría ligeramente por debajo del 2% y que presupone tres factores: un crecimiento constante en EE UU -por mucho el primer socio comercial de México, con el 80% de sus exportaciones-, una amplia continuidad de las políticas económicas "clave" y un incremento gradual de la inversión privada en el sector de energía. En ese escenario, la deuda pública mexicana aumentaría a una tasa de entre el 3% y el 3,5% en el periodo y la carga de intereses (intereses sobre ingresos) se mantendría por debajo del 10%. La inflación, uno de los focos rojos de la economía mexicana en el último año, cerrará 2018 en el entorno del 5% -por encima del 4% que pronostican la mayoría de casas de análisis mexicanas, pero por debajo del casi 7% de 2017- y se estabilizará posteriormente en el 3%, ya sí dentro del rango objetivo.