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‘Si me da frío me duermo con suéter’
En la casa de Eduardo Villasana Aguilar, en la colonia Bordo del Ferrocarril, el viento levanta el techo de lámina y hace ladrar a los perros. Dos cobijas por cama no son suficientes, pero no hay más, así que se debe dormir con suéter y rogando que en la madrugada el aire no sople tan fuerte. En este hogar de paredes grises y ventanas parchadas con retazos de madera, no se toman previsiones para el frío, porque “no hay con qué hacerlas”, así que prefieren soportar los dolores de huesos por las heladas.
Eduardo, un hombre de unos 60 años, de cabello hasta el hombro y completamente blanco, dice que en estas fechas la pasa bastante mal por el frío: “No, no tengo nada (para mitigar las heladas). Sinceramente soy demasiado pobre, me gusta hablar con la verdad”, reconoce el hombre que sale de su casa abrigado con un suéter negro desgastado y encima trae un saco azul marino que demuestra no ha sido lavado en mucho tiempo.
La noche del viernes, sábado y domingo, días en que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) advirtió de las bajas temperaturas y las rachas de viento por arriba de los 60 kilómetros por hora, esos días en la casa de Eduardo se escuchaban como chiflaba el aire por las orillas de la lámina que tiene por techo.
“Pues aquí nunca tomamos medidas, ya tenemos viviendo aquí 30 años y las cosas no han cambiado, así tenemos que soportar el frio”. La única previsión que tomó para estos días fue colocar encima de la lámina unos pedazos de madera liviana que hicieran contrapeso para que no saliera volando.
El hombre vive con su mamá. Trabaja eventualmente, dice, como vendedor de productos como ropa de medio uso; aunque una mujer propietaria de la tienda de la esquina asegura que cada vez que puede les consigue una despensa con las lideresas del PRI, porque son “vecinos que tienen mucha necesidad”.
“A mi mamá le pongo dos cobijas nada más, y yo me pongo otras, pero si me da frío me duermo con suéter, para mí eso es suficiente”. A un costado de la casa de Eduardo, localizada en la segunda privada Las Flores, a un par de cuadras del paso del ferrocarril, la maleza adorna un arroyo con poca agua que está contaminado por bolsas de basura.