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Servicio Médico deja a su suerte a trasplantado
Un hombre de 63 años de edad, podría haber muerto ya, ante el incumplimiento del Servicio Médico de los trabajadores de la educación en Coahuila que desde hace un año dejó de proporcionarle el medicamento para sobrevivir a un trasplante de riñón y otras complicaciones de la diabetes.
Desde la cama 117 de la Clínica del Magisterio en Saltillo, Héctor Miguel Salinas Solís lamenta la situación en la que viven los derechohabientes del Servicio Médico, sobre todo la suya; requiere de un tratamiento que mensualmente genera un gasto de aproximadamente 40 mil pesos, mismos que desde hace un año están siendo aportados por su familia.
Desde los 7 años de edad se le detectó diabetes juvenil, pero fue hasta el año 2013 cuando empeoró al grado de requerir un trasplante de riñón que derivó un tratamiento llamado Cellcept que evita que su cuerpo no rechace el órgano; si lo deja de tomar al tercer día puede morir.
Durante el último año “comenzó a fallar” el Servicio Médico, “no puedo vivir sin los inmunodepresores porque mi cuerpo rechazaría el riñón en un lapso de dos a tres días”, cuando esto pasa, su estómago se empieza a inflar, le dan mareos, convulsiones, siente que le falta el aire, el estómago no trabaja, es un cuadro de complicaciones de irrigación.
“Me obligan a buscarlos en el mercado negro (la medicina); me entero de gente que falleció en hospitales de Monterrey y les pido que si les quedó medicamento, se los compro más barato, pero hago un esfuerzo en poner dinero, estás gastando y gastando consiguiendo porque si no lo tomas, mueres”, dice angustiado.
Al cumplir sus 25 años de edad, Héctor fue considerado como récord nacional en sobrevivencia diabética, debido a que los pacientes juveniles viven entre 15 y 30 años. A sus 63 su vida se complican cada vez más los malestares por las deficiencias de la atención médica que recibe.
Durante los últimos años, los médicos le han amputado 9 de sus 10 dedos de los pies. Desde el pasado 29 de abril permanece internado en la Clínica del Magisterio, donde aún y hospitalizado le cobran el medicamento subrogado.
“A mí me internaron con una situación que dije: no puedo entrar si no me tienen los medicamentos, me dicen, ‘se los conseguimos, no se preocupe’, he sobrevivido porque me consiguen por fuera algo, hasta ahorita no me los han dado; mi esposa los consigue por fuera”, afirma.
Héctor espera una nueva amputación —pero ahora de mas de la mitad de su pierna—; teme por una complicación que le cueste la vida, puesto que es una intervención quirúrgica con alto riesgo y en el Magisterio ni siquiera le tienen completo el equipo de médicos para atender el cuadro clínico.
La clínica consiguió un aparato que da terapia y arroja una posibilidad de salvar su pierna, sin embargo, el pronóstico es reservado; esta terapia también resulta costosa para Héctor, tiene una duración de un mes, implica la compra de esponjas, mangueras que van conectadas al receptor que succiona todo lo infectado, rebaja el edema y no permite que el pie se inflame, ataca la infección.
Menciona: “no estoy tan mal”, con la esperanza de no ser intervenido para la amputación de su pierna, debido a que la Clínica del Magisterio no cuenta con un grupo de médicos que atiendan la situación.
“Como soy trasplantado, tengo cero defensas, tenemos el 10 por ciento de defensas que un diabético normal, mi caso es un complejo integrado de médicos que tienen que atender, implica que el nefrólogo esté al pie del cañón, que no deje que me falten las medicinas, yo digo, dónde está el nefrólogo, quien dice tú no puedes estar aquí sin medicamento”, reclama.
La operación que requiere cuesta, en una clínica particular, cerca de 200 mil pesos y “cuando menos” tiene disponible al médico cirujano para apoyarle aunque no tenga confianza en que salga beneficiado ante la deficiencia de personal y de medicamentos.
“La familia me ha ayudado, es altruista la cooperación, quien puede sin compromiso de obligación, a veces juntan algún dinero para tratar de comprar el medicamento cuando no lo hay, lo más difícil. Desde julio estoy batallando para conseguir el medicamento, cuesta 27 mil pesos más los cuadros básicos que necesito para complementar mi tratamiento de diabetes, raya alrededor de 40 mil pesos mensuales”, comenta.
Recientemente interpuso una denuncia de amparo contra la situación en que tiene el Servicio Médico a los beneficiarios en Coahuila, sin embargo, no ha sido notificado de su beneficio, el objetivo es que por derecho de cuestión federal se haga un convenio-compromiso en buenos términos y se le entregue el medicamento que no le están otorgando y tiene a su familia trabajando al doble.
“¿Cómo es posible que una persona que es pensionada, con una pensión mínima, pueda comprar un medicamento?, por ejemplo, si a ti te piden subrogado, es decir 27 mil pesos, tienes que pagar 2 mil 700 pesos para que lo entreguen en el mes y si tu pensión es de 700 pesos, pues cómo compras el subrogado con la pensión que es mínima, es muy difícil, uno está aquí como una opción que te ofrecen y tú la tomas porque es la manera de donde te atienden”, dice.
Asegura que aunque intentó cuidarse durante su vida, la diabetes ha resultado más fuerte; actualmente reconoce que no tiene mucha fuerza, por lo que una amputación a más de la mitad de su pierna le complicaría aún más su situación.
“Intenté cuidarme, me mantuve bien, se empezó a complicar un dedo, otro dedo y otro, total, se han ido nueve dedos, acá volaron cinco y acá cuatro —se señaló ambos pies—; he aguantado pero requiero prótesis de refuerzo.
Cuadro clínico
-Héctor Miguel Salinas Solís es el paciente de la cama 117 en la Clínica del Magisterio.
-Desde los siete años se le detectó diabetes juvenil.
-En 2013 requirió un trasplante de riñón.
-Requiere de tratamiento para que su cuerpo no rechace el nuevo órgano.
-El tratamiento tiene un costo mensual de 40 mil pesos.
-De no tomarlo, puede morir al tercer día.
-Nueve dedos de los pies ya le fueron amputados.
-Está programado para que le amputen la mitad de una pierna.
-Al no haber medicamento en la Clínica, su familia lo consigue en el “mercado negro”.