La esperanza para la castigada población de las zonas asediadas bajo control rebelde en Alepo iba a hacerse realidad en sólo unas horas: en la noche del martes, la oposición siria y Rusia, estrecho aliado del Gobierno de Damasco, aseguraron que las partes enfrentadas habían llegado a un acuerdo para permitir la retirada de civiles y combatientes del este de la ciudad del norte de Siria.

El rescate de decenas de miles de personas atrapadas desde hace meses parecía cerca. Los autobuses verdes de la empresa pública de transportes siria acudieron a recoger a la gente, con el parabrisas adornado con el retrato del presidente sirio Bashar al Assad.

Pero esperaron en vano. Antes de la salida del sol, todo indicaba que se retrasaba la implementación del acuerdo. Los activistas volvieron a informar de repente de nuevos disparos contra el este de Alepo. "Desde esta mañana hay fuertes disparos de artillería", informaba Mohammed Abu Yaafar, director del departamento forense de los territorios rebeldes, en un mensaje de audio. "Y oímos aviones en el cielo". No mucho más tarde, los autobuses verdes volvieron a sus garajes.

El fracaso del acuerdo deja una vez más en evidencia lo difícil que es alcanzar cualquier tipo de pacto en los casi seis años que dura ya el conflicto. Demasiados grupos e intereses distintos por las dos partes están en juego, dificultando una solución.

Por ejemplo, el acuerdo fue negociado entre Rusia, aliado del Gobierno, y Turquía, de los rebeldes. Las dos partes presionaron al parecer a sus protegidos, pero ni siquiera eso bastó.

El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, normalmente bien informado, atribuyó el fracaso a graves diferencias entre el régimen y Rusia. Siria se sentía al parecer ninguneada y presionada por Rusia y consideraba que le estaban robando la victoria militar cuando por fin estaba al alcance de la mano.

Si bien es cierto que algunos barrios de la ciudad siguen bajo control rebelde, al contrario de lo que dijo el embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin, también lo es que la conquista de Alepo por las fuerzas de Damasco parece sólo una cuestión de tiempo. "Esperamos ahora poder liquidarlos definitivamente ", dijo el político Fares al Shehabi, diputado sirio por Alepo, en referencia a los rebeldes.

Los opositores responsabilizaron por su parte a Irán de haber hecho fracasar el acuerdo con sus nuevas exigencias. Fuentes de la capital Damasco señalaron que Teherán exigió el fin del asedio a las localidades de Fua y Kafraya, en el noroeste, habitadas sobre todo por chiitas y bajo cerco rebelde, antes de que se implementara el acuerdo de Alepo.

Y es que sin el visto bueno de Irán, no es posible ningún tipo de acuerdo en Siria, porque el país apoya a varias milicias que luchan del lado del Ejército sirio.

Pero el acuerdo también era controvertido entre las filas rebeldes. Al parecer parte de las milicias lo rechazaban porque los obligaba a dejar sus armas pesadas. Hasta el último momento tampoco estuvo claro si contemplaba al Frente Fatah al Sham (el antiguo Frente al Nusra vinculado a Al Qaeda) o si sólo se refería a las fuerzas moderadas.

Occidente ha tenido que ser testigo una vez más del poco poder que tiene en el conflicto sirio. A Estados Unidos y a otros gobiernos occidentales sólo les queda el papel de llamar a un alto el fuego y de pedir ayuda para la población, pero apenas tienen ya otro tipo de influencia.

Los rebeldes y los activistas llevan mucho tiempo acusando a Washington de apoyar a la oposición sólo con palabras, pero de abandonarla en los hechos.

Decenas de miles de personas siguen atrapadas en el este de Alepo, hacinadas en unos pocos barrios. Las casas están llenas de gente que huyó, cuentan los que allí quedan. Y se temen lo peor. Los activistas alertan de actos de represalia de las tropas del Gobierno y varios habitantes informaron de fuertes combates aéreos y bombas racimo.

Mientras, la situación humanitaria sigue siendo catastrófica. Falta lo más esencial, debido al bloqueo desde hace meses de la zona oriental de la ciudad. "No hay agua potable ni alimentos", cuenta un líder rebelde.

También el suministro médico ha colapsado casi totalmente. "Queremos salir, no queremos más masacres", escribió un activista en un mensaje de texto. "Vivimos en un mundo gobernado por criminales y por idiotas".