Saltillo, antes de ser Saltillo...

La semana que termina la capital de Coahuila celebró el 442 aniversario de su fundación, pero el sitio donde se estableció la ciudad es muy distinto a como era hace 72 millones de años
Fotos: Mayra Franco

Martha Aguillón Martínez recuerda que el primer contacto que tuvo con un fósil, fue a los ocho años en un rancho del ejido Las Encinas, municipio de Ramos Arizpe. Su padre la mandaba a ella y a todos sus primos a jugar a un cerro cercano mientras estaba lista la comida porque en la casa “se desesperaban mucho” con los niños inquietos. 

En una de aquellas ocasiones, Martha regresó a la casa con dos caracoles que encontró cuando jugaba en la tierra: uno en estado normal y el otro hecho roca.

“Era un fósil muy común, como de cuatro centímetros. Era el molde de un caracolito de piedra, como los blancos que encuentras cuando vas al monte”, recuerda.

Años más tarde, pese a haber tenido un segundo acercamiento, a los 18 años, con un fósil de diente de tiburón, quien ahora es investigadora del Museo del Desierto (Mude) no imaginó que sería ella quien descubriría el fósil de dinosaurio más completo de todos los que se han rescatado hasta el momento en México: el Velafrons Coahuilensis.
 

En una de aquellas ocasiones, Martha regresó a la casa con dos caracoles que encontró cuando jugaba en la tierra: uno en estado normal y el otro hecho roca.

“Era un fósil muy común, como de cuatro centímetros. Era el molde de un caracolito de piedra, como los blancos que encuentras cuando vas al monte”, recuerda.

Años más tarde, pese a haber tenido un segundo acercamiento, a los 18 años, con un fósil de diente de tiburón, quien ahora es investigadora del Museo del Desierto (Mude) no imaginó que sería ella quien descubriría el fósil de dinosaurio más completo de todos los que se han rescatado hasta el momento en México: el Velafrons Coahuilensis.

LAS PLAYAS DEL CRETÁCICO

En Coahuila hay una franja que une a Saltillo, General Cepeda, Parras y Ramos Arizpe. En esos cuatro municipios es donde aflora un paquete de rocas que se conoce como “Formación Cerro del Pueblo”, sitio emblemático de la región Sureste de Coahuila que hace millones de años, era una cuenca, donde tendía a depositarse el agua y la mayor cantidad de especies de invertebrados y plantas. Ahí fue donde Martha Aguillón encontró su fósil.

“En 1995”, narra a VANGUARDIA, “cuando estábamos terminando unas excavaciones, y en lo que esperábamos la visita de unos niños de Torreón para una expedición, empecé a prospectar (exploración de un terreno para descubrir la existencia de yacimientos geológicos) en la colina, a ver qué cosas nuevas salían, y cuando bajaba de un arroyo, vi que en el piso estaban flotando cuatro vertebritas de dinosaurio. Yo los reconocí y pensé: ‘son de la cola de un dinosaurio herbívoro’.

“Creo que fui muy afortunada porque la lluvia acababa de descubrir es parte del terreno”, comenta la paleontóloga. “Previamente se habían descubierto ya muchos ejemplares, pero ninguno tan completo como ese velafrons, que surgió gracias a las lluvias de mayo”.

“[En días previos] Había llovido de manera muy intensa”, abunda Aguillón Martínez. “probablemente, creo yo, la lluvia hizo una cascadita y esa cascadita deslavó las vertebras de la cola de velafrons”.

Sin embargo, no fue sino hasta 1998 que la investigadora le confesó a sus colegas que ese dinosaurio estaba “ahí guardado”.

“Esa vez”, señala, “después de verlo, lo que hice fue sepultarlo otra vez. Ya sabía que si les decía a mis compañeros iban a querer excavar inmediatamente y todavía teníamos en aquel entonces dos excavaciones sin terminar, y yo veía mucho potencial en el fósil. Quería que se tuviera el recurso completo, que se tuvieran las circunstancias para que fuera el rescate lo mejor posible”.

CAZADORES DE DINOSAURIOS

El equipo de paleontólogos coahuilenses consiguió los recursos para iniciar el proyecto de obtención del dinosaurio.

Durante la excavación, Aguillón y sus compañeros siguieron las vértebras de la cola, luego encontraron los huesos de la cadera y las patas articuladas. No obstante, cuando parecían estar en posibilidades de tener la totalidad del fósil, debieron suspender la excavación porque se toparon con una capa de roca muy dura, de aproximadamente tres metros que no podían quitar con un simple martillo o un pico.

En 2002, la investigadora del Museo del Desierto viajó a Estados Unidos para estudiar una maestría y consiguió el apoyo de otros colegas para continuar con el proyecto que quedó pendiente en Coahuila.

“Estando allá me pregunta Scott Sampson, jefe de la expedición, que cuál sería un buen punto para excavar, y yo le dije: ‘Pues está este dinosaurio, se encontró aquí y acá y está así, y falta la cabeza, y apunta a que está debajo de esa capa de roca grande’.

Afortunadamente, el especialista confió en la propuesta de la estudiante de maestría de Saltillo y los estadounidenses trajeron herramienta pesada para “cazar” al dinosaurio: un martillo neumático.

Saltillo hace 72 millones de años


Y, efectivamente, como supuso la paleontóloga Martha Aguillón Martínez, del Museo del Desierto, ahí estaban las vértebras cervicales y el cráneo del Velafrons Coahuilensis, descubierto en 1995, siete años antes de que extrajeran aquellas partes del fósil.

“El Velafrons Coahuilensis es el fósil de dinosaurio más completo de todos los que se han rescatado hasta el momento en México”.

“Afortunadamente para nosotros”, cuenta la paleontóloga, “el cráneo estaba desarticulado, y eso ayudó también a que se estudiara más fácilmente”.

“Cuando por fin sacaron el cráneo del velafrons, que implicaba tener en su totalidad el fósil del que fue en un tiempo un dinosaurio, sentí un gusto tremendo. Era algo nuevo, porque en aquel entonces, se pensaba que no se podía encontrar hoy en día algo nuevo [en el tema] de dinosaurios”, agrega.

“Se pensaba que ya los habían descubierto todos en Canadá, en Estados Unidos, que ya no se tenía nada más que aportar. Y cuando resulta que [el fósil coahuilense] tiene características diferentes de los materiales de esos países, pensé:

‘Imagínate, es algo nuevo’, y si hay un dinosaurio nuevo, puede haber más variaciones. Algo tuvo que ser diferente en esta parte de Norteamérica”.

Tras la excavación, el fósil fue llevado al laboratorio para ser estudiado. El nombre de Velafrons se debe a las características propias de su cráneo, que tiene en el hueso frontal la forma de la vela de un barco.

Según las investigaciones, el Velafrons existió hace 72 millones de años, y pudo haber llegado a medir más de 10 metros de altura. Este dinosaurio es una de las seis especies descubiertas en México que no se han encontrado en ningún otro lugar del mundo, destacan investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Restos Fósiles

Para que un ser vivo se convierta en fósil, se requieren condiciones “muy especiales y específicas”, comparte la investigadora del Mude.

1. “Primero que nada, se necesita que el cuerpo quede sepultado muy rápidamente cuando muera y, estando así, no lo descompongan las bacterias.

2. “Después de eso sigue el proceso de cómo se convierten en fósiles.

Pero no todos los organismos mueren cerca de un cuerpo de agua o no son sepultados repentinamente. Ahora con las cremaciones, la posibilidad de que un humano se convierta en fósil se reducen”.

Aunado a esto, Aguillón Martínez resalta la falta de concientización del ser humano hacia la naturaleza y el cuidado de las especies que, en un futuro, también serán los vestigios de nuestra generación.

“Como especie somos muy egoístas y nos creemos el centro del universo. Creemos que siempre hemos y vamos a estar aquí y que podemos manipularlo todo”, reflexiona. “No se nos ocurre pensar -por ejemplo- que hay un insecto, que es la cucaracha, y que tiene 400 millones de años de evolución y con una facilidad la aplastamos.

“Somos egoístas y a la vez nunca nos ponemos a reflexionar que nuestro planeta cambia día con día. En el momento en que tú estás respirando, que te crecen las uñas de tus manos, la tierra está cambiando, se está formando nueva corteza en un lado y se está destruyendo otra. No estamos muy conscientes de ese cambio y de cuál es nuestro rol en este planeta, porque somos una especie más. Estamos sólo de paso”, concluyó Martha Aguillón.