¿Puede Rusia cumplir promesa de millones de vacunas Sputnik?, acuerda entregar mil 200 millones de dosis

El Kremlin se anotó puntos de propaganda y apuntaló varios de sus objetivos de política exterior al ofrecer su vacuna Sputnik V en el mundo. Pero su capacidad de producción es limitada
Por el momento, los médicos rusos que atienden las abarrotadas salas de COVID-19 se quejan de que han tenido que seguir en el trabajo sin que se les ofrezca la vacuna. ESPECIAL

ANDREW E. KRAMER

SAN PETERSBURGO, RUS.- En su política exterior, Rusia tiende a favorecer la línea dura del poderío militar y las exportaciones de gas y petróleo. Pero en meses recientes, el Kremlin ha conseguido un amplio triunfo diplomático de una fuente inesperada: el éxito de su vacuna para el COVID, Sputnik V.

Mientras que Estados Unidos y los países europeos han considerado o aplicado prohibiciones a las exportaciones de vacunas, Rusia se ha ganado el aplauso al compartir su vacuna con países de todo el mundo en un aparente acto de lúcido interés propio.

Hasta ahora, más de 50 países, desde América Latina hasta Asia, han pedido mil 200 millones de dosis de la vacuna rusa, lo que ha contribuido a mejorar la imagen de la ciencia rusa y a aumentar la influencia de Moscú en todo el mundo.

Sin embargo, en Rusia las cosas no son siempre lo que parecen, y este aparente triunfo de la diplomacia del poder blando puede no ser todo lo que el Kremlin quiere que el mundo piense. Aunque la Sputnik V es incuestionablemente eficaz, su producción se retrasa, lo que plantea dudas sobre si Moscú puede estar prometiendo la exportación de muchas más vacunas de las que puede suministrar, y haciéndolo a expensas de sus propios ciudadanos.

Seguimos preguntándonos por qué Rusia ofrece, teóricamente, millones y millones de dosis mientras no avanza lo suficiente en la vacunación de su propio pueblo”.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

El número real de dosis distribuidas dentro de Rusia es un secreto de Estado, dijo Dmitri Kulish, profesor del Instituto Skoltovo de Ciencia y Tecnología de Moscú, Sin embargo, los funcionarios rusos se jactan de las exportaciones masivas de vacunas, y se regodean en el cálido brillo de la diplomacia de las vacunas que ha generado.

“El poder blando es el enorme, gran vacío en el estatus global de Rusia”, dijo Cliff Kupchan, presidente de la consultora de riesgo Eurasia Group y exdiplomático estadounidense, en una entrevista telefónica. “Si juega bien sus cartas aquí, las vacunas podrían ser muy importantes”.

Los funcionarios europeos han empezado a rebatir la agresiva comercialización de la Sputnik por parte de Rusia.

“Seguimos preguntándonos por qué Rusia ofrece, teóricamente, millones y millones de dosis mientras no avanza lo suficiente en la vacunación de su propio pueblo”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una conferencia de prensa.

Estrategia. El Kremlin ha utilizado la distribución de esta vacuna como una herramienta de diplomacia con otros países, incluso ha generado un mayor divisionismo dentro de la Unión Europea.

APROVECHA PARA DIVIDIR EUROPA

A pesar de las dudas, la diplomacia de las vacunas ya ha favorecido objetivos para Moscú: ha contribuido a profundizar las divisiones dentro de la Unión Europea, al enviar un cargamento a Hungría antes de que los reguladores lo aprobaran para todo el bloque; agitó la discordia interna en Ucrania al destacar la lentitud de los suministros de vacunas occidentales al país; y circuló desinformación en América Latina que minó la confianza del público en las vacunas fabricadas en Estados Unidos.

“Estamos dispuestos a tender gasoductos y suministrar energía barata, podemos venderles armas y ahora tenemos esta otra dimensión, este poder blando: estamos dispuestos a ofrecerles vacunas”, dijo Andrey Kortunov, presidente del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, un grupo no gubernamental que analiza la política exterior rusa.

Desoyendo a sus críticos, el Kremlin ha aprovechado cualquier oportunidad para destacar sus exportaciones, algunas de ellas bastante insignificantes.

Un suministro de vacunas suficiente para 10 mil personas, por ejemplo, llegó a Bolivia el mes pasado con la pompa habitualmente reservada a las visitas de Estado: fue recibido en el aeropuerto por el presidente del país, Luis Arce, y el embajador ruso.

Si surge una demanda masiva de vacunación, que choca con la escasez de medicamentos debido a la exportación, entonces podría convertirse en un problema político”.
Ekaterina Schulmann, miembro asociado de Chatham house, un instituto de investigación.

POBLACIÓN RUSA DESCONFÍA

En Rusia, al menos hasta ahora, apenas ha habido reacciones negativas a las exportaciones, a pesar de que a finales de 2020 era el tercer país del mundo con mayor número de exceso de mortalidad.

Solo 2.2 millones de rusos (menos del 2%) han recibido una primera dosis de la vacuna de dos inyecciones.

La razón de esta falta de aceptación pública, según los analistas, es que muchos rusos desconfían tanto de su propio gobierno que desestiman los ensayos clínicos que han demostrado que la Sputnik V es segura y muy eficaz. En una encuesta realizada el pasado otoño, el 59 por ciento de los rusos dijo que no tenía intención de vacunarse.

“Si surge una demanda masiva de vacunación, que choca con la escasez de medicamentos debido a la exportación, entonces podría convertirse en un problema político”, dijo Ekaterina Schulmann, miembro asociado de Chatham house, un instituto de investigación con sede en Londres, sobre el uso de la vacuna en la política exterior.

La patente de la vacuna está controlada por dos instituciones estatales: un instituto de investigación y un fondo soberano. Estas instituciones se encargan de los acuerdos de exportación y producción, mientras que siete fábricas farmacéuticas privadas fabrican la mayor parte de la vacuna en virtud de contratos que ofrecen pocos incentivos financieros para la innovación.

El profesor Kulish, consultor de las empresas farmacéuticas rusas, dijo que varios fabricantes de vacunas retrasaron la producción durante meses el año pasado a la espera de piezas críticas de equipamiento que se fabrican en China y que escaseaban durante la pandemia.

Pero eso está por verse. Esta semana, en un centro de producción de vacunas contratado por una empresa de las afueras de San Petersburgo, salieron de una línea de producción viales de la vacuna Sputnik, cada uno de los cuales contenía cinco dosis y el potencial de salvar vidas.

Sin embargo, el aumento de la producción ha sido un reto. “Es una tecnología muy caprichosa”, dijo Dmitri Morozov, director ejecutivo de la compañía, Biocad.

Morozov dijo que su fábrica tenía capacidad para producir el doble de vacunas. Pero los contratos de vacunas son tan onerosos que pierde dinero con la producción, lo que le obligó el pasado otoño a reservar la mitad de su capacidad para un rentable medicamento contra el cáncer. Desde entonces ha añadido líneas de vacunas adicionales.

A largo plazo, Rusia busca productores extranjeros para ampliar la producción, y ha firmado acuerdos con empresas de India, Corea del Sur y China. Pero parece que a esas empresas les faltan meses para producir la vacuna.

Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, dijo el mes pasado que la futura producción en el extranjero podrá satisfacer la demanda exterior, lo que evitará la escasez en el país.

Por el momento, los médicos rusos que atienden las abarrotadas salas de COVID-19 se quejan de que han tenido que seguir en el trabajo sin que se les ofrezca la vacuna. A Yuri Korovin, un cirujano de 62 años de la región de Nóvgorod, al noroeste de Moscú, nunca le ofrecieron una dosis antes de caer enfermo a finales de diciembre. c. 2021 The New York Times Company