Pole dance urbano: Arte corporal sobre una barra

Fuerza, elasticidad y armonía, son los ingredientes de esta disciplina que te cambia la vida

Ver el mundo de cabeza a través de la práctica del pole dance, ha cambiado la perspectiva de muchos saltillenses respecto a su cuerpo y sus límites físicos. El precursor del baile de barra en la ciudad, Danny de la Fuente, se ha encargado de despertar la autoconfianza en cada uno de los novatos que cruzan la puerta de su academia desde hace ocho años.

Al entrar a Danny de la Fuente Pole and Aerial Dance, ubicada en el cruce de las calles Abasolo y Perugia de la colonia Latinoamericana, se puede observar a las alumnas concentradas en realizar calentamiento antes de subir al tubo.

Practicantes. Las mujeres que han sido seducidas por la práctica del pole dance, ven cómo su estado físico mejora notablemente y con él cambia su vida personal y profesional

Estas mujeres han decidido practicar un deporte muy estigmatizado y vinculado con los strips clubs, pero la realidad es que cada una está aquí por un objetivo relacionado con su físico, el amor propio y la salud.

Cada uno de estas metas están anotadas en un pizarrón de gis, donde también se puede leer el nombre del autor.

“Danny” —como es conocido el instructor entre sus alumnos—, tuvo su primer contacto con esta práctica hace casi 10 años en Guadalajara, después en Monterrey y posteriormente decidió seguir capacitándose y abrir la primera escuela de este tipo en Saltillo.

NO SOLO ES UN ASUNTO FÍSICO

Los valores que rigen la academia le han cosechado reconocimiento y afecto entre el alumnado: “aquí nos concentramos en ser mejores cada día, dejamos los complejos porque muchas veces comienzan con el miedo o la idea de no poder, pero al ver los cambios en su cuerpo y el ambiente, la mayoría se ha motivado para continuar. También nos concentramos en trabajar en equipo para apoyarnos“.

La pena por las estrías, la celulitis, el sobrepeso o la marca de la cesárea ha quedado atrás para cada uno de sus estudiantes, quienes aceptan el reto de subirse al tubo, aguantar los moretones e invertir tiempo y dinero.

UN AMBIENTE INTENSO

La música electrónica ambienta el lugar y las gimnastas comienzan a subir por el poste. Una de ellas es Amina Morales: “tengo 11 meses tomando clases al igual que mi hija. En mi caso yo bajé 14 kilos y soy más feliz, mientras mi hija ahora entrena profesionalmente”.

Dora Elia es una pool dancer desde hace ocho meses, gracias a esta disciplina ha encontrado una familia y salud: “desde que ingresé dejé de enfermarme, también me hice muy amiga de las chicas y Danny se ha ganado mi aprecio”.