Padecen doble discriminación las mujeres del campo de Coahuila
Texto: CHRISTIAN MTZ. / Fotos: HÉCTOR GARCÍA
Las mujeres de las zonas rurales de Coahuila viven aisladas en una lógica que los hombres han construido. Algunas de ellas, por no tener acceso a la educación y mucho menos a redes sociales, no saben nada sobre el próximo paro que se realizará el 9 de marzo a nivel nacional.
Una de las características principales de este sector, de acuerdo con expertas, es que no heredan tierras y terminan siendo tan pobres como los avecindados y dependiendo económicamente del varón.
María del Rosario Belmares tiene una hermana y un hermano. Su padre decidió otorgarle la educación a su hermano por ser varón, por lo que ella y su hermana solo pudieron estudiar solo hasta la Secundaria. Ahora corta lechuguilla en Pilar de Richardson, ejido de General Cepeda, junto con su esposo. Tiene dos hijas y no quiere que compartan el mismo destino.
“Sí hay machismo. Ahora menos. Por ejemplo, mi papá era de las personas que pensaba que el hombre sí estudia y la mujer no. Nosotras como mujeres no tuvimos la oportunidad de estudiar. Estudié hasta Secundaria y tengo una hermana mayor que no dejó ir a la escuela.
“Y a mi esposo, cuando veo que se comporta así, sí le digo que no lo haga. Tenemos un hijo chiquito y a veces él dice: ‘para mi hijo, todo’. Y siempre le recuerdo que tiene tres hijos, dos mujeres y un hombre y tienen los mismos derechos.
“Hay muchos hombres que siguen siendo así. Que traen esas cuestiones. Que dicen, ‘para qué le pagas los estudios a la mujer. Al rato se te casa’. Yo les digo, ‘Se case o no, tú tienes que darle la oportunidad”, señaló María, quien además dice que sí está enterada del paro nacional.
La mayoría de las entrevistadas de diferentes ejidos mencionaron que no estaban enteradas o que no sabían cómo actuar ni qué se tenía que hacer el próximo 9 de marzo.
Muchos de los hombres solo dejan salir de sus casas a las mujeres a cuestiones que tienen que ver con la Iglesia y cuando se tratan de asuntos políticos, se lo prohíben.
DUEÑAS DE NADA
Sobre las posiciones de tierra, según la experiencia de Ariadne Lamont, del Colectivo Red de Mujeres de La Laguna, la gran mayoría de las hectáreas los ejidatarios las heredan a los hombres, por lo que las mujeres se quedaron sin tierra.
Describió que una de las características principales del machismo que se vive en los ejidos, es que las mujeres no heredan tierras y terminan siendo tan pobres como los avecindados y dependiendo sumamente del varón.
“Sí hay una que otra ejidataria pero casi no hay. Las mujeres se quedaron sin tierra y sin posibilidades de heredar. Son tan pobres como los avecindados”, recalcó.
EN BREVE
La mayoría de las mujeres campesinas se dedican al hogar, a la lechuguilla o a trabajar en una fábrica.
El INEGI asegura que el 10 por ciento de la población de Coahuila vive en las zonas rurales.
La mancha urbana cada vez alcanza más a estas regiones.
Sí hay machismo. Ahora menos. Por ejemplo, mi papá era de las personas que pensaba que el hombre sí estudia y la mujer no.
Y a mi esposo, cuando veo que se comporta así, sí le digo que no lo haga. Tenemos un hijo chiquito y a veces él dice: ‘para mi hijo, todo’.
Cuando ser mujer ya es una desventaja
La activista Ariadne Lamont, del Colectivo Red de Mujeres de la Laguna, quien ha trabajado junto con mujeres de la zona rural y dando voz a cientos más, habló de las diferentes discriminaciones que viven las mujeres y la responsabilidad de que este sector del feminismo se encuentre aislado.
“Todas las mujeres somos discriminadas por ser mujeres, y después, por ser pobres, por ser lesbianas, por ser discapacitadas, por ser ancianas, por religión, partido político, por ser indígena, migrante o campesina.
“Cuando una mujer tiene muchos elementos para su discriminación, la sociedad civil ya no puede resolver eso. Le toca al Estado intervenir”, mencionó.
EMBARAZOS EN LA INFANCIA
En esta zona, de acuerdo con Ariadne, las mujeres no tienen la opción de elegir pareja y resultan embarazadas después de ser violadas, en muchos de los casos.
Este aislamiento de las mujeres campesinas también las aleja de sus derechos como la norma 046 que realiza la Secretaría de Salud para evitar una maternidad no deseada.
“No saben que hay una norma, la 046, que las protege de una maternidad no deseada. Muchas de ellas no tienen la opción de elección de pareja. Sino que tienen un embarazo porque fueron violadas.
“En la ciudad es más fácil acceder a esta norma o a asociaciones e instituciones que las ayuden. En los ejidos, no. Es más común que se conviertan en madres siendo niñas, aún. Las casan con gente muy mayor. Esos matrimonios condenan a las mujeres a una vida de violencia como crear niños aunque su cerebro no esté los suficientemente desarrollado”, concluyó.
EL MACHISMO SE ATENÚA EN GENERAL CEPEDA
La escuela de Historia de la Universidad Autónoma de Coahuila está trabajando con 16 comunidades ejidales y tienen más de 600 páginas de información que han sacado de más de 60 entrevistas a campesinos y campesinas de la región de General Cepeda y la revisión de documentos de los años 60s, de acuerdo con el historiador Carlos Manuel Valdés.
Desde su punto de vista, y de acuerdo con lo investigado, la situación del machismo en los ejidos de General Cepeda está cambiando.
“Puedo decir con la posibilidad de equivocarme, que los ejidatarios de General Cepeda, tal vez tienen mucho más respeto que los saltillenses o que los laguneros hacia la mujer”, mencionó.
“Esto es una experiencia. No viene de una lectura, ni tiene que ver con el feminismo”, aclaró.
El fenómeno yaqui; algo digno de estudio
Sobre las comunidades indígenas y los indígenas que viven en la zonas rurales, en el tema del machismo, agregó que él estuvo viviendo con la comunidad Yaqui en Sonora durante tres años y lo más sorprendente de dicha comunidad eran sus mujeres.
“Yo había vivido en Chiapas con otra comunidad indígena, pero nada que ver unos con otros. Las Yaquis son unas mujeres totalmente independientes y libres. Y digo libres absolutamente en todos los sentidos. Incluso sexualmente eran libres”.
“Puedo decir un ejemplo, doña Aurelia Cota era la catesista de los ocho pueblos y había tenía cuatro maridos y seguía siendo respetada. Ellos no confunden las cuestiones moralistas con los gustos personales, como nosotros”.
Además citó el día en que 281 mujeres invadieron un predio que les había robado el gerente de un banco rural.
Estuvieron dos meses en el predio hasta que ganaron el proceso legal.
Entre las mujeres yaquis había abiertamente lesbianas durante 1983, cuestión que llamó la atención del historiador pues en aquellas fechas la apertura sexual seguía con estigmas profundamente conservadores.
“Antes no era como ahorita que ya los homosexuales dicen: “ya estamos libres. En el 83, Pancha la Pelona tenía marido e hijas y tenía un amante. Vivía cuatro días con sus hijas y su marido y tres con las amante. Y toda la tribu Yaqui sabía que ella era lesbiana. No era una cosa de andarlo lucubrando. Nada más lo hacían y ya”, concluyó.