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Miguel Covarrubias, personaje inquieto de la cultura mexicana
El artista mexicano Miguel Covarrubias, quien destacó dentro y fuera del país por su trabajo como diseñador de teatro, pintor de caballete, grabador y profesor de historia del arte dentro y fuera del país, nació el 22 de noviembre de 1904.
De acuerdo con información del sitio “biografiasyvidas.com”, desde temprana edad tuvo contacto con artistas de la talla de Diego Rivera, Dr. Atl, Roberto Montenegro, Dávid Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Manuel Rodríguez Lozano y Adolfo Best Maugard.
Con 19 años de edad, según el sitio “britannica.com”, viajó a Nueva York, donde se reconoció su capacidad como escenógrafo, ilustrador, litógrafo y caricaturista, luego de que su trabajo apareció en las revistas “Vanity Fair”, “Vogue”, “The New Yorker” y “The New York World”.
Al año siguiente conoció a la bailarina de Broadway Rosa Rolando, con quien se casó en 1930, indica la página “anthropology.si.edu”, mientras que “britannica.com” anota que en 1933 el matrimonio viajó por Asia, y cuatro años después escribió el libro “Isla de Bali”.
Conforme a “biografiasyvidas.com”, Covarrubias tuvo formación autodidacta, desarrolló y perfeccionó uno de los estilos que lo caracterizaría: el "elogio satírico", que se destaca por mezclar la maestría del trazo sobre el personaje retratado con el humor.
Sin embargo, aclara la fuente, sus trazos sobre personajes que gozaban de fama nunca tuvo una carga moral, “no le interesaba la crueldad dibujística y sólo en casos extremos (Hitler, Mussolini, Franco) se puede apreciar así”.
En Estados Unidos, Covarrubias frecuentó los ambientes del barrio de Harlem, a artistas negros como Paul Robeson o el teatro Apollo; y en “Vanity Fair” desarrolló su serie “Los diálogos imposibles” que incluye encuentros con José Stalin y la modista Elsa Schiaparelli.
También realiza las ilustraciones que reúne en su primer libro, “The Prince of Wales and other famous americans”, publicado en 1925, y retratos de personajes famosos de la época como Stravinsky, Leopold Stowisky, Picasso o el magnate John D. Rockefeller.
Según la fuente, sus dibujos se caracterizan por utilizar la sátira y la parodia, pero también por incorporar el “rostro público del elegido”, elevar “el costumbrismo a su nivel más alto” y hacer “muy visibles los comportamientos y su espontaneidad”.
Durante su estancia en la unión americana, Covarrubias se acercó a expresiones sociales como los hacinamientos sociales, bailarinas, prostitutas, gangsters, empresarios, trabajadores, cantantes, músicos, parejas de amantes, servicios religiosos y, por supuesto, los grupos afroamericanos (“Negro Drawings”, 1927).
De sus viajes con su esposa al Pacífico Sur (1930 y 1933) resultaría su libro “Island of Bali” (1937), del cual el “Chamaco” Covarrubias explicó que su único propósito fue “reunir en un volumen todo lo que se haya podido de la experiencia personal por parte de un artista que no es un científico, acerca de una cultura viva condenada a desaparecer bajo la embestida de la comercialización y la estandarización modernas".
En 1939 regresó a México, donde se sumó al nacionalismo cultural que prevalecía y viajó por el territorio nacional, teniendo como resultado su libro “México South” (1946), con el que abordó hábitos, costumbres, rituales, arte popular, centros ceremoniales, la cerámica y la escultura del arte antiguo.
En el volumen también habla de lo exhibido en la muestra “Veinte siglos de arte mexicano”, que en 1940 se montó en el Museum of Moderm Art de Nueva York, así como sus indagaciones sobre cultura olmeca.
Además de su registro de los trabajos de recuperación arqueológica de Tlatilco y su colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Museo Nacional de Antropología, en donde montó las exposiciones “Máscaras mexicanas” (1944) y “El arte indígena de Norteamérica” (1945).
Su inquieto espíritu lo llevó a dar clases en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, apoyar la reorganización del museo mencionado y su bodega, así como asumir la Dirección del Departamento de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (1950).
Desde esta plaza estimuló la recreación del nacionalismo mediante obras como “La manada”, de José Limón”, y “Zapata”, de Guillermo Arriaga.
En el último proyecto entabló una relación sentimental con la bailarina Rocío Sagaón, que le conduciría a dificultades con su esposa, de la que se separó en 1954 para casarse al año siguiente con la primera.
Miguel Covarruvias murió el 4 de febrero de 1957 en la Ciudad de México, dejando un legado que trascendió fronteras