Madres tardías

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Madres tardías

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Los inesperados beneficios de ser mamá después de los 34 años

Ni los cuentos de hadas, ni la presión social, ni los consejos familiares, ni siquiera el reloj biológico, han podido frenar el retraso de la maternidad; más aún, en 2016, la edad promedio de la mujer para tener el primer bebé en los países avanzados, alcanzó una cifra histórica: 33 años (dos años más que en 2006).

En la mayoría de los países occidentales la maternidad está siendo postergada cada vez más. Esto obedece a la difícil conciliación entre el ámbito laboral que se ha abierto para las mujeres, y la necesidad de que ellas, una vez casadas, sigan atentas a los requerimientos del hogar.

 Y a ese entorno se le suma el problema de la infertilidad y el estigma de que las madres de edad avanzada son como abuelas, con menos energía, que se ven cada vez más cansadas para criar a los hijos. 

Todo ello plantea un escenario bastante pesimista para las madres tardías, ya que siempre se ha relacionado la edad avanzada de la mujer, con inconvenientes para el buen desarrollo del feto.

Pero un grupo de investigadores parece haber tranquilizado el panorama después de analizar una serie de estudios que relacionan la edad materna avanzada con una mejor capacidad de aprendizaje de los niños que nacen de esas madres. 

Lo sorprendente
Investigadores europeos compararon tres grandes estudios realizados en Gran Bretaña durante los años 1958, 1970 y 2000, en los que se observó el comportamiento de 10 mil niños nacidos en ese periodo.

Los resultados fueron sorprendentes. En el estudio correspondiente a los años ‘50s, la asociación entre ‘edad materna’ y ‘capacidad de aprendizaje’ de los niños, fue negativa; es decir, los hijos de madres de entre 35 y 39 años, nacidos en los años ‘50s,  tenían calificaciones escolares más bajas que los hijos de madres más jóvenes. Pero en el grupo del año 2000 la asociación se había invertido: los niños nacidos de madres de entre 35 y 39 años alcanzaban puntuaciones escolares significativamente mejores que los hijos de las madres más jóvenes.

Tal y como explican los realizadores del estudio, en los años ‘50s muchas de las mujeres que tuvieron hijos entre los 35 y 39 años, habían concebido uno dos hijos con anterioridad, es decir, no eran primerizas. 

Esto suponía un agravante para el aprendizaje o para el desarrollo cognitivo de los hijos menores, debido probablemente a que sus hermanos mayores recibían más atención de sus padres.

Además, las familias numerosas eran en general más pobres; una condición (la pobreza), que se ha relacionado con un aprendizaje más lento, debido a la malnutrición y a la exposición de los infantes a un ambiente de mayor deterioro social. 

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También en la madre
Por otra parte, los estudios recientes apuntan no sólo a que los hijos de madres tardías tienen mejores calificaciones escolares, sino que dar a luz después de los 35 años, también mejora las habilidades mentales de la madre. 

Los investigadores creen que se debe al incremento de hormonas —estrógenos y progesterona— que se produce durante el embarazo, y que actúa de forma positiva en la química cerebral de la madre (y ese efecto aumenta cuanto mayor sea la edad de la mujer). 

Para llegar a esa conclusión, los investigadores hicieron pruebas a 830 mujeres en la menopausia. Y encontraron que aquellas que habían tenido hijos después de los 35 años mostraban mayor lucidez mental y mejor cognición o capacidad de aprendizaje.

Aparte de los factores biológicos, demográficos y sociales, favorables a las madres tardías, no hay que menospreciar el hecho de que, según se ha encontrado en un estudio de la Universidad de Dinamarca, las madres tardías educan imponiendo menos castigos y con menos violencia verbal que las madres más jóvenes, lo que repercute en el bienestar emocional de los niños. 

En este sentido, otro estudio realizado en la Universidad de Columbia (EU), muestra que “los padres mayores pueden ser menos animosos o esforzados que los más jóvenes, pero tienen mayor experiencia y conocimiento, lo que compensa la desventaja biológica de la edad y la vuelve más equilibrada con el entorno”.

Pero es más que eso 
 Si bien los embarazos al final de la treintena se asocian con una mayor probabilidad de complicaciones, como un aumento en la incidencia de síndrome de Down y un mayor riesgo de hipertensión y de diabetes gestacional, en un estudio realizado a una muestra de más de 20 mil mujeres, los investigadores detectaron que aquellas que fueron madres después de los 24 años —considerada ‘la edad de oro’ para reproducirse—  tenían más probabilidades de vivir hasta los 90 años.

En otro estudio realizado en la Boston University School of Medicine, (EE UU) se examinó la esperanza de vida de las madres mayores y se encontró que las que tuvieron su último hijo después de los 33 años, tenían más probabilidades de vivir hasta los 95, en comparación con  aquellas que tuvieron su último hijo antes de cumplir 30 años.

“Por supuesto esto no significa que las mujeres deban esperar a tener hijos a edades más tardías con el fin de mejorar su esperanza de vida”, señala el doctor Thomas Perls, autor del estudio, “sino que la capacidad natural de tener un hijo a una edad avanzada indica que el sistema reproductivo de la mujer que está envejeciendo se fortalece, y el resto de su cuerpo también”.

 Estos hallazgos apuntan a que quizás las mujeres sean la fuerza impulsora detrás de la evolución de las variantes genéticas que retrasan el envejecimiento y que llevan a las mujeres a vivir a edades extremas.

En cualquier caso se trata de una excelente noticia para las víctimas de la odiosa frase que dice que ‘las mujeres de edad avanzada no deberían embarazarse porque no verán crecer a sus hijos’. 

“Pues mire, parece que eso no tiene nada de cierto”, señala el doctor Thomas Perls, que fungió como director del estudio. 

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Motivos de infecundidad 
La edad ideal para que las mujeres tengan a sus hijos está entre los 18 y 24 años. 

Las posibles causas de infecundidad de las mujeres son las siguientes:

1. Mujeres que por razones biológicas no pueden tener hijos (sólo 2% de las mujeres entran en este grupo).
2. Mujeres fértiles que simplemente  no desean tener hijos (son una minoría inferior al 5%).
3. Mujeres que pueden y quisieran tener hijos, pero no se animan porque consideran que son demasiado jóvenes para tenerlos (son también una minoría).
4. Mujeres que pueden y quieren tener hijos, y están en las edades socialmente aceptables para ser madres, pero deciden posponer la fecundidad hasta que puedan desarrollar su carrera profesional y contar con las condiciones económicas  y/o materiales para darles una buena crianza.
5. Mujeres que cuando deciden tener hijos no los conciben porque no quedan embarazadas debido a la infertilidad sobrevenida con la edad.

Las dos últimas son las causas más importantes por las que, en la actualidad, las mujeres en la mejor edad para embarazarse, no tienen hijos. 

Las razones primordiales
Un estudio europeo encontró que las mujeres que fueron madres en el año 2000, habían tenido su primer hijo a edades más avanzadas que las que fueron madres en los años ‘50s, es decir, a mitad del siglo pasado.

“Lo que se ha observado es que antes de su primer bebé, las madres modernas han preferido ir a la universidad y desarrollar una carrera, lo que las ha llevado a un nivel socioeconómico más holgado para la crianza de sus hijos”, señala el sociólogo Armando Bastida.

“Como se ha visto en otros estudios, las familias con menos recursos tienen niños con peor desarrollo cerebral y con más lenta capacidad de aprendizaje, mientras que a las madres tardías les preocupa más que sus hijos tengan un bajo nivel de aprendizaje”, destaca Bastida.

El sociólogo insiste en un punto clave de esa realidad: “el bajo nivel de aprendizaje de los niños no viene dado por factores genéticos ni biológicos, sino por factores ambientales, como la pobreza, la malnutrición e incluso el desinterés de los padres en ayudar a los niños a realizar sus tareas escolares”.

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