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Los vascos acuden a las urnas con la independencia en segundo plano
La región del País Vasco, en el norte de España, celebra este domingo elecciones locales y lo hace con el debate sobre la independencia en un segundo plano, cinco años después del fin de la violencia del grupo separatista ETA, que marcó durante décadas la vida social y política vasca.
"La independencia es un término del pasado", dijo durante la presente campaña electoral el jefe del Gobierno vasco, el nacionalista Iñigo Urkullu, quien opta a la reelección.
El País Vasco no se mira en el espejo de Cataluña, región inmersa en un proceso secesionista unilateral respaldado en las calles por multitudinarias manifestaciones. En el País Vasco, ese pulso popular se ha perdido en los últimos años y el apoyo a la independencia se ha desplomado en las encuestas y apenas supera el 20 por ciento, frente al más del 35 por ciento que se muestra en contra, según los últimos estudios.
Los mensajes de ruptura total con el Estado español no han tenido casi presencia en la campaña electoral vasca, ni siquiera por parte de los independentistas, aunque sí se habla de un "nuevo estatus", de la necesidad de más autogobierno y, sobre todo, del derecho a decidir, es decir, de la posible celebración de una consulta sobre el futuro político de la región.
¿A qué obedece este cambio de tendencia en la sociedad vasca?
"El factor económico pesa sobre el debate independentista", explica a dpa Jonatan García, profesor de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco e investigador del equipo Euskobarometro, que elabora análisis y encuestas en la región.
"En una situación de crisis económica, arriesgarse a desgajar un territorio es una aventura incierta sobre la cual la ciudadanía puede mostrar rechazo. Es lo que se está viendo en Cataluña: una división que la sociedad vasca ha sufrido durante muchos años", añade el experto.
Félix Arrieta, experto en Sociología de la Universidad de Deusto, va más allá. "Euskadi (País Vasco) está en un momento de resaca. Tuvo momentos en los que iba en cabeza en la carrera por la independencia con Cataluña y en los que había un ansia por decidir y por promover estructuras diferentes. La situación 'post ETA' marca mucho ese escenario en el que la sociedad se ha cansado de algunos debates", añade.
Las del domingo son las segundas elecciones regionales que se celebran sin ETA en el País Vasco. El grupo armado, que mató a más de 800 personas desde los años 60 en su afán por conseguir la secesión de la región, anunció hace un lustro el cese definitivo de la violencia.
La izquierda independentista vasca, la llamada "izquierda abertzale", está ahora representada en las instituciones por el partido EH Bildu, considerado heredero de la ilegalizada Batasuna, que fue durante años el brazo político de ETA.
En las primeras elecciones sin el grupo armado, hace cuatro años, la formación secesionista obtuvo buenos resultados, posicionándose en segundo lugar por detrás del conservador Partido Nacionalista Vasco (PNV), que ha gobernado en las últimas décadas en la región salvo entre 2009 y 2012, cuando se puso al frente del Ejecutivo el socialista Patxi López.
Ahora, un nuevo partido político ha abierto un hueco entre el frente de nacionalistas e independentistas y el de constitucionalistas. Podemos, tercera fuerza en el Parlamento español, llegó a ser la más votada en el País Vasco en las elecciones generales que España celebró en diciembre y en junio.
Aunque los expertos advierten de que esos resultados no son extrapolables a unos comicios regionales, se espera que el partido entre con fuerza en el Parlamento vasco, donde las encuestas lo sitúan en tercer lugar, pisándole los talones a EH Bildu, y por delante de otras formaciones españolas como el Partido Socialista (PSOE) o el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy.
"Es una nueva formación con un discurso de izquierdas atractivo para la población que no está manchada por las últimas décadas de conflicto y violencia. Un discurso centrado en la política social resulta más atractivo que seguir hablando de la independencia o de los presos de ETA", destaca Jonatan García.
Las encuestas otorgan la victoria al PNV, pero sin mayoría absoluta. Para gobernar, podría pactar con otras fuerzas o hacerlo en minoría con acuerdos puntuales, como en los últimos cuatro años. Los expertos destacan que en el País Vasco existe una "cultura de pactos" que no ha habido hasta ahora en el conjunto de España, país que se encuentra paralizado por la falta de Gobierno.
"Esa tradición de llegar a acuerdos entre diferentes se forjó muchas veces por cuestión de fuerza mayor, en un clima social y político complicado, con atentados, violencia en la calle e inestabilidad", apunta Jonatan García en referencia a los llamados "años de plomo" de ETA.
Los comicios vascos, que coinciden por tercera vez consecutiva con los de la región de Galicia (noroeste), se celebran en medio de un bloqueo político inédito en España. El país lleva nueve meses sin Gobierno y las negociaciones entre los partidos se encuentran en "stand by" a la espera de conocer los resultados electorales en estas regiones, que podrían influir en ellas.
El resultado del PSOE en el País Vasco, donde podría perder buena parte de sus apoyos según las encuestas, podría tener consecuencias internas, especialmente en un momento delicado para la formación, cuyo líder, Pedro Sánchez, está siendo cuestionado por alguno de sus dirigentes.
Algunas voces han especulado también con un posible intercambio de apoyos entre el PP de Rajoy y el PNV en el Parlamento vasco y en el Congreso de los Diputados, respectivamente. Pero los expertos lo descartan. "No veo al PNV dando su apoyo a la investidura de Rajoy. Han sido cuatro años de desencuentros entre ambos partidos y el PNV no lo necesita", asegura Arrieta.
Cinco años sin ETA en el País Vasco
El País Vasco acude a las urnas este domingo tras una legislatura completa sin ETA: es la segunda vez que esta región, situada en el norte de España, celebra elecciones locales desde que el grupo armado anunció el 20 de octubre de 2011 el cese definitivo de la violencia.
En estos cinco años, el País Vasco ha cambiado notablemente y se ha convertido en una región próspera que trabaja para mejorar su convivencia y cicatrizar heridas tras medio siglo de atentados.
Muchas personas antes amenazadas han recuperado la libertad de movimiento y han empezado a vivir sin escolta, pero aún quedan rescoldos de esa tensión política y social: entre quienes no perdonan el daño causado por ETA y quienes reclaman pasos para superar lo que denominan el "conflicto vasco".
En este lustro, ETA no se ha disuelto ni ha entregado las armas. Tampoco el Gobierno español, encabezado por el conservador Mariano Rajoy, ha accedido a ninguna de sus demandas, especialmente aquellas relacionadas con la situación de los presos de la banda, unos 400, que siguen dispersos por cárceles de España y de Francia.
Tras décadas de atentados y violencia, de crispación en la vida política de una región marcada por la actividad del grupo armado, la llamada "izquierda aberzale", la izquierda independentista vasca, está representada actualmente de forma legal en las instituciones a través del partido EH Bildu.
Se trata de una coalición de fuerzas afines al independentismo vasco surgida en 2014 y considerada por algunos sectores heredera de Batasuna, un partido ilegalizado por la Justicia española por su supuesta vinculación con ETA.