- Nunca olvides, tocayo, que Vanguardia será siempre tu casa.

       Llevo en la memoria esas palabras, pero más las llevo en el sentimiento. Un día las oí de labios de Diana Galindo Teissier, querida amiga a perpetuidad. Me dice “tocayo” porque llevo el mismo nombre de Armando, el compañero de su vida.

       Esta casa, en efecto, fue mi casa desde sus inicios. Tengo a legítimo orgullo haber sido el primer director de este periódico. Acompañé en su fundación a Armando Castilla Sánchez, hombre emprendedor y visionario. Hicimos un buen equipo que duró años, él en la administración, en la sala de redacción yo.

 A las pocas semanas de su aparición Vanguardia se convirtió en el periódico líder. Su tono crítico, sus excelentes editorialistas y una serie de atractivas secciones con contenido cultural y de entretenimiento captaron de inmediato la atención de los lectores y su preferencia, tanto que –caso insólito- a unos cuantos meses de aparecido Vanguardia, el otro periódico, con décadas ya de antigüedad, se vio en la precisión de poner un anuncio en la radio: “Hacemos del conocimiento de nuestros lectores y anunciantes que el periódico tal se sigue publicando, y está a la venta en los puestos de costumbre”.

Nos esforzábamos en hacer un buen periódico. Yo salía de mi oficina a la una o dos de la mañana, después de 12 horas de trabajo, llevando bajo el brazo el ejemplar del día, que cuidaba hasta en el último detalle. Eso no me cansaba. Pensaba a veces: “Ya deben ser las 7 de la tarde”. Veía el reloj y eran las 11 de la noche. El que trabaja en lo que le gusta no trabaja.

       Después las circunstancias de la vida -impredecible dama- me llevaron a otros horizontes, pero luego me trajeron de regreso aquellas palabras generosísimas de Diana:

       -Nunca olvides, tocayo, que Vanguardia siempre será tu casa.

       Así lo siento. Me siento aquí como en mi casa

       Hago llegar mi agradecida felicitación a Diana, a Armando hijo, que con acierto ha continuado la tarea y que siempre tiene para mí gentilezas y amistosas atenciones. Felicito igualmente a todos los que hacen cada día que Vanguardia sea un buen periódico que sirve con eficacia a la comunidad. Si 20 años no es nada, 45 son dos nadas y media. Vanguardia vivirá muchos años más, y será siempre nuestra casa: la tuya, la mía, la de todos los saltillenses.

Saltillo, Otoño de 2020.