‘Llevo mis quemaduras por fuera y por dentro’: Directora de la Guardería ABC

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‘Llevo mis quemaduras por fuera y por dentro’: Directora de la Guardería ABC

Tragedia. Mañana se cumplen siete años de aquel viernes trágico en donde decenas de niños murieron quemados. / EL UNIVERSAL
Narra la tragedia de 2009. Habla sobre la batalla legal, física y sicológica que ha enfrentado desde el siniestro

HERMOSILLO, SON.- Era la hora de la siesta. La mayoría de los niños dormían en colchonetas a ras del suelo. Los lactantes estaban en sus cunas. A todos les habían quitado los zapatos. A las 14:40 horas comenzó el incendio. El humo se filtraba entre el techo de la Guardería ABC y una bodega contigua. El siniestro se propagó en segundos. Una gran lona que parecía una carpa de circo se prendió… las gotas que caían eran de fuego y algunas alcanzaron a Diana Jaimes, la directora de la guardería. 

Ese viernes 5 de junio de 2009, la profesora Diana tenía ocho meses de haber ingresado a ese nuevo trabajo. Bajo su dirección, 31 niños entre dos y cuatro años se intoxicaron con monóxido de carbono y murieron mientras dormían. Después el número de fallecidos se incrementaría a 49. 

En ese momento había 211 pequeños distribuidos en diversos salones conforme a su edad, cuando la capacidad autorizada era para 170, según consta en el acta de constitución del plantel firmada el 9 de mayo de 2001, en atención al Esquema de Guarderías Vecinal Comunitaria. 

Aquel 5 de junio había 41 niños más de los permitidos. El permiso para que la Guardería ABC albergara a 170 niños estaba condicionado a contar con un área de estacionamiento que nunca se construyó. Ese espacio, lo ocupaba la bodega arrendada por Hacienda de estado, sitio donde inició el incendio. 

Diana Jaimes no alcanzó a colocarles los zapatos a los niños para que corrieran, rememora la exdirectora de la estancia, quien por primera vez concede una entrevista. 

“Nos dimos cuenta que estaba saliendo humo de una pared contigua al lado de la guardería cuando una compañera salió del comedor corriendo. Creí que había ocurrido algo en la cocina, di la señal de que había que evacuar a todos... Tratamos de sacar a la mayor cantidad de niños. Yo corría a las salas y cargaba niños, no me daba tiempo de ponerles los zapatos... y todas hicimos lo mismo, pero el humo era denso, bajaba como si fuera una nube negra que no dejaba ver nada. Y el hollín...”, narra. 

A siete años del incidente tiene quemada su espalda, brazos, piernas, cuero cabelludo y parte de su rostro; ha pasado por cinco cirugías y permaneció dos meses internada para que le colocaran injertos tomados de sus piernas y sigue en rehabilitación. 

Dolor. Los brazos de Diana aún tienen las huellas del incendio que acabó con la vida de 49 pequeños. / EL UNIVERSAL
Tratamos de sacar a la mayor cantidad de niños posible. Yo corría a las salas y cargaba a los niños, no me daba tiempo de ponerles los zapatos”

Batalla legal 
Desde 2009 y hasta 2015 su caso y probable responsabilidad por abandono de menores estuvo en litigio. “Había una orden de aprehensión contra mí y otras maestras. Existen muchos padres de familia que quieren que nosotros paguemos lo que pasó. No pueden acusarnos por abandono de infantes, yo no los abandoné. Todas hicimos lo que nuestras capacidades nos permitieron. Lo único que quería  era sacar a todos los niños, yo agarraba a los bebés a tientas mientras el piso estaba resbaloso con todo lo que caía derretido del techo”. 

Una parte del techo le cayó encima y se quemó con el vapor que había en el inmueble. Después se le doblaron las piernas. Fue cuando la subieron a una ambulancia. Jaimes pedía que la dejaran, que no la subieran, decía estar bien y quería rescatar niños y explica que le colgaban pedazos de piel de los brazos quemados. “Yo no sentía nada. No sentía dolor”, narra. 

Diana está exonerada, el juez negó las órdenes de aprehensión contra ella y otras profesoras, “estamos en riesgo de que los padres vuelvan a hacer la misma petición”. 

“Los padres no saben qué es lo que uno pasa, qué uno siente ni cómo es la vida de nosotros. Casi pierdo  la vida, a punto de dejar a mi hijo, en ese momento de 11 años, sin su madre. Cuando dejé el hospital, después de dos meses, no me valía por mí misma, me daban de comer en la boca, caminaba con andadera, los miedos, las tristezas, las culpas... son tantos sentimientos aún agolpados: ese día éramos 20 maestras para socorrer a más de 100 niños”, recuerda. 

Trauma
Diana narra que no podía ver que encendieran un cerillo cerca de ella, no podía escuchar una ambulancia, y si olía a gas o plástico quemado se trastornaba: “Tuvieron que trascurrir cuatro años para atreverme a pasar frente a la guardería y nunca más podré volver a trabajar con niños”. 

Cada día intenta explicarse lo que pasó. “Lo que haya ocurrido en la bodega (donde inició el fuego) se les salió de las manos, quemar lo que dicen que estaban quemando, quizá papelería... y no pudieron controlarlo, lo hicieron a horas que no debieron de haber hecho; la bodega y la guardería estaban pegadas, solo las dividía una pared. Yo no soy experta en protección, para eso están los especialistas, y si ellos te indican que todo está bien, tu supones que así es”, dice. 

Pesadilla. El incendió ocurrido en junio de 2009 y la muerte de los 49 niños sacudió a todo el País. / EL UNIVERSAL

Cuenta que días antes del incendio hubo una revisión en las instalaciones: “ellos tendrían que habernos dicho qué faltaba y no otorgar un permiso. Había una administradora y esta era la que se encargaba de los permisos, y hasta donde yo sé todo estaba al corriente”. 

“Después de la tragedia vinieron las faltas, observaciones... ¿por qué no se detectaron antes? No me lo explico. ¿Por qué Protección Civil no indicó que debía quitarse la lona que había en el área común de la guardería? Después dijeron que la lona no debía haber estado ahí. 

Comentaron también lo de las fallas en las puertas de seguridad, la guardería tenía años funcionando con las mismas puertas. Sí hacía falta otra salida de emergencia de fácil operación, 

Al recordar sobre ese viernes 5, dice que la hizo una persona diferente. Asegura que es una forma de salir “poco a poco del hoyo en el que me sumergí por muchos años”. 

Durante la entrevista, Ángeles, la pequeña hija de Diana, permanece a lo largo de la entrevista sentada junto a su madre en el sofá de la sala, acaricia sus brazos con las huellas de las quemaduras. A pesar de su corta edad, intuye que es un tema difícil para su madre. Le lleva un juguete, intenta distraerla, le lleva un plátano para que coma. “Ella desde pequeña me preguntaba qué me había pasado, hace días comencé a explicarle lo que ocurrió, tiene entre sus amigos a niños que también están quemados, lesionados debido al incendio en la guardería, son hijos de algunas maestras. Mi hija sabe que ellos eran niños a los que yo y otras maestras cuidábamos”. 

Extitular de Protección Civil purga condena
Está condenado a más de 28 años de prisión como uno de los exfuncionarios responsables del incendio de la Guardería ABC, de Hermosillo, Sonora. Rechaza la culpabilidad, pues su área no era la encargada de hacer cumplir las normas para evitar la tragedia, tanto en la estancia infantil como en la bodega en la que se originó el siniestro, “y que carecía de medidas de protección”. 

Roberto Copado Gutiérrez, ingeniero y bombero, entonces titular de la Unidad Municipal de Protección Civil del Ayuntamiento de Hermosillo, habla por primera vez sobre lo ocurrido. Cuestiona las razones por las que funcionarios de otras dependencias locales y federales, responsables de hacer cumplir medidas de seguridad, no están en entre los procesados. 

Se preparó. Roberto Copado estudió derecho para defenderse de las acusaciones. / EL UNIVERSAL
Todos los días al mirarme al espejo regreso a ese momento. Mis cicatrices, mis quemaduras van por fuera, pero sobretodo las llevo por dentro”

-¿Se siente responsable?- 
“Yo me pregunto: ¿Quién era el responsable del sistema de seguridad en la bodega?, ¿Cómo estaba la instalación eléctrica? ¿Por qué no contaba con ningún procedimiento de mantenimiento ni sistema de prevención de incendios? A siete años de los hechos, ¿por qué no se ha buscado un perito eléctrico que revise la instalación de la bodega?”

Dice que la bodega, arrendada por Hacienda del estado de Sonora, no contaba con ningún procedimiento de mantenimiento ni con un sistema de prevención de incendios. 

Asegura que se violó la Norma 02- NOM-002- de Sistemas contra Incendios; sin embargo, que los funcionarios municipales no son vigilantes de esas normas, sino la Secretaría del Trabajo. 

Dice que el día del incidente estaba recibiendo un equipo de donación en Arizona y al enterarse se   regresar vía terrestre y llegó a la media noche cuando la situación en la Guardería ABC había sido controlada. 

Las heridas permanecen 
> “Todos los días al mirarme al espejo regreso a ese momento. Mis cicatrices, mis quemaduras van por fuera, pero sobretodo las llevo por dentro”, dice.
> “Todos los días cuando me levanto me pregunto por qué, para qué y aún no tengo la respuesta”, asegura. 
> A duras penas y entre sollozos, Diana habla sobre el terror que vivió, la desesperación de no poder rescatar a más niños de los que salvó. 
> “Intenté rescatar a todos. No pude. No recuerdo a cuántos. No me daba tiempo de ponerles los zapatos, el lugar se empezó a llenar de humo. 
> “Entraba y salía una y otra vez... regresaba por más niños, dicen que estaba toda quemada, pero no lo recuerdo. 
> “Mi mente estaba puesta en sacarlos, era lo único en lo que pensaba, pero desgraciadamente no pude. No tenía miedo. No sabíamos del todo qué estaba ocurriendo. Yo no recuerdo nunca que haya habido fuego”, compartió.