Llevan pastillas de alegría a enfermos de Saltillo, aunque a distancia por coronavirus
TEXTO: JESÚS PEÑA
FOTOS: JESÚS PEÑA Y CORTESÍA
Golpes en la reja con una moneda…
El sonido seco, metálico.
-¿Sí?
Dice la voz meliflua de una mujer que apenas y asoma detrás de la puerta de madera de aquella casa con fachada salmón.
-Oiga, busco a los Doctores de la Risa.
Silencio.
-Nada más estoy yo, contesta la mujer que al fin aparece tras la puerta, el cabello castaño despeinado, revuelto…
Que si están consultando, pregunta el visitante.
La mujer, que no lleva bata de médico ni estetoscopio, pide esperar y desaparece, como por arte de magia, detrás de la puerta.
En un santiamén, otra vez como arte de magia, la mujer aparece delante de la reja, abre, deja pasar, “¡pase!”, confiada y sencilla.
Una casa que tiene pintado el logo de “Doctores de la Risa, A.C”.
-¿Qué le pasa?, ¿en qué lo puedo ayudar? Yo soy “La Doctora Roshadita”, suelta la mujer, como corresponde al protocolo en toda consulta médica.
-Quiero ver a los Doctores de la Risa.
La mujer pone cara de sorpresa, luego de congoja, otra vez de sorpresa y de nuevo de congoja...
“En este momento, está cada quien en su casa”, dice en tono solemne.
-¿Cómo?
-Estamos siguiendo todas las indicaciones de sana distancia, de no salir, porque la mayoría de los voluntarios que tenemos no son profesionales de la salud. Son estudiantes o muchachos que trabajan.
Dice María del Refugio Torres Charles, “la Doctora Roshadita”, la iniciadora de la asociación “Doctores de la Risa Coahuila”, un grupo de 40 voluntarios, en su mayoría jóvenes estudiantes, que a lo largo de 14 años se había consagrado a inyectar dosis de buen humor a los pacientes, nenes y adultos internados en los diferentes hospitales públicos de la ciudad…
Hasta que llegó el coronavirus...
¿Y ahora, qué van a hacer?, ¿quién va a consultar?
Nada, que ahora todo es de manera virtual, explica la Doctora Roshadita.
De repente, en su feis lanzan retos: un reto de refranes, otro de canciones; que los niños peguen un arcoíris en su ventana, para tratar de animar a la gente que está enclaustrada en casa.
Ah, dice “La Doctora Roshadita”, y están dando apoyo emocional por teléfono a sus compañeros médicos y personal de enfermería que se encuentran en la primera línea de batalla, luchando contra el coronavirus.
“Los médicos, enfermeras, todo el personal que se siente agobiado o angustiado, marca y los atendemos”, dice.
-¿Y les han llamado?
-Me tocó atender a una chica enfermera que se asustó mucho cuando le llegó el primer caso... todo fue buscar la manera de tranquilizarla y salir adelante y eso es básicamente lo que se busca en todos los casos, con todo nuestro corazón.
FUNDADORA DE DOCTORES DE LA RISA DEJÓ UNA CARRERA DE LEYES PARA AYUDAR AL PRÓJIMO
En el corazón de María del Refugio anidó desde su juventud el amor por el prójimo, sobre todo cuando pasa por trances amargos por alguna enfermedad
La Doctora Roshadita estudió leyes solo por seguir la tradición de la familia, pero como a ella no le gustaba la abogacía, se inscribió en una escuela de enfermeras y se hizo enfermera.
Un día María del Refugio vio que una amiga suya del Perú había colgado en su muro unas fotos donde se le veía vestida con una bata blanca y una enorme nariz roja, el atuendo que caracteriza a los doctores de la risa, y a ella le llamó la atención.
“Dije, ‘dónde hay eso aquí en mi país’”.
Descubrió que en la Ciudad de México había una Asociación de Risoterapia, y otra llamada “Cuento con tu Risa”, en León, Guanajuato.
Escribió a ambas.
Le respondieron de la segunda.
Al poco tiempo un hombre ataviado con bata nívea y grande nariz bermellón vino del bajío para darle clases a ella y a otros 26 voluntarios, entre ingenieros, maestros, estudiantes, amas de casa, médicos y enfermeros de verdad, sobre cómo ser un doctor de la risa.
“Amigos que compartían el mismo gusto que yo”, dice.
Era 3 de diciembre de 2007.
Ahí Roshadita estudió que reír ayuda a que se produzcan endorfinas y cuando hay endorfinas el sistema inmunológico responde de mejor manera al tratamiento terapéutico.
“No quiere decir que vaya a sustituir a la medicina científica ni a la tradicional, pero el buen estado de ánimo ayuda mucho a que las personas se recuperen.
“Las actividades que se han ido planeando en línea para la gente que está en su casa, son, precisamente, para mitigar ese temor, esa angustia, esa preocupación que hay ahorita por lo de la pandemia y que la gente mejore su estado de ánimo y con esto se fortalezca su sistema inmunológico”.
Desde entonces, cada fin de semana, ininterrumpidamente, María del Refugio y sus colegas: “El Doctor Rojito”, “La Doctora Estrellita”, “Pastelito”, “El Doctorazo Pilote”, “El Doctor Matraca”, se lanzan en brigadas a los hospitales del Niño, General e ISSSTE, para llevar a los enfermos unas cucharaditas de la mejor medicina del mundo, de esa medicina que no se acaba, caduca ni trafica: la risa.
LOS PACIENTES CUENTAN CHISTES, CANTAN, NARRAN ANÉCDOTAS.
“Es estar ahí con ellos, decir a su familiar ‘abrácelo, tóquele la mano, dígale que lo quiere. A ver, ¿qué le diría usted ahorita?’. Es motivar la comunicación y no es risa, a veces es llanto y lo compartimos con ellos en un momento difícil, pero para las personas el hecho de haber estado acompañadas en esos momentos de dolor ya fue algo muy significativo, ya cambió todo ese ambiente frío del hospital”.
María del Refugio es un catálogo, un muestrario de historias de salas de espera, pasillos, cuartos y camas de hospital.
Cierta vez la hija de una paciente que se encontraba internada en un sanatorio, pidió a los Doctores de la Risa visitar a su madre el día de su cumpleaños.
A esta mujer le habían amputado una pierna.
La muchacha entregó a los médicos de la nariz roja un legajo de cartas que los nietos de su mamá enferma le habían escrito.
La brigada llegó hasta aquella habitación del sanatorio puntual a la cita. “‘¿Podemos pasar?’. Fue cantarle las mañanitas a la señora, llevarle su pastel imaginario, (en los nosocomios está prohibido introducir alimentos), le entregamos las cartas que le escribieron sus nietecitos. La señora se la pasó muy contenta, dentro de su situación de estar hospitalizada, enferma, con su amputación. Vio las cartas.
Un año después Roshadita recibió un mensaje de WhatsApp y la fotografía de la mujer con los Doctores de la Risa.
El mensaje era de la hija y decía: “la última sonrisa de mi madre. Gracias a ustedes pude ver a mi madre sonreír por última vez”.
“La señora falleció, ya no salió del hospital y recibir ese mensaje fue muy importante para nosotros”.
El pasado 18 de marzo que el Gobierno del Estado declaró el inicio de la cuarentena y ordenó el cese de las actividades no esenciales, los Doctores de la Risa, luego de reunirse en consejo, determinaron quedarse en casa y no salir más a los hospitales a administrar gotitas de alegría.
VOLVER A LA ESPERANZA
-¿Y cómo perciben los Doctores de la Risa esto que estamos viviendo?
-Un tiempo para reflexionar, para aprender, para crecer como personas, para valorar muchas cosas que se han perdido. Creo que vamos a salir adelante. Definitivamente van a ser momentos muy dolorosos para muchas personas y nos estamos preparando para dar ese apoyo.
Pasando la emergencia, advierte “la Doctora Roshadita”, los Doctores de la Risa, volverán…
“Va a hacer mucha falta promover el buen humor, porque vamos a quedar todos en un estado de ánimo alterado y ahí hay que estar para apoyar. Es nuestra función, nuestra misión, lo que hemos elegido para servir”, dice.
-¿Por lo pronto qué le recetaría a la gente para esta pandemia?
-No te satures de información negativa, en lugar de eso ve películas bonitas, incluso películas para niños; lee cuentos bonitos, para que se mantenga tu esperanza. Sal al patio a que te dé un poquito el sol, eso también te ayuda a mejorar tu estado de ánimo. 20 minutos de sol al día para no estar nomás encerrado en la casa. Relaciónate con tus amigos y con tu familia, platica con ellos, siempre mantén las relaciones sociales y haz algo por los demás. Esa sería la principal recomendación. Cuando nosotros nos centramos en pensar qué hacer por los demás, encontramos un sentido a nuestra vida. Lejos de estar con ‘ay qué nos va a pasar’, No, qué vamos a hacer para ayudar a los demás…