La salud es nuestro mayor tesoro
Dicen que solo sabemos apreciar lo que teníamos cuando ya lo hemos perdido. Que es parte intrínseca de la naturaleza humana el echar de menos aquello que ya se fue, a ese alguien que ya no está en nuestras vidas o esos momentos desaprovechados que ya no volverán.
La salud es sin duda una de esas cosas que más se echan en falta cuando la perdemos. Cuando gozamos de ella, estamos pletóricos, nos sentimos bien, llenos de vitalidad y energía, con grandes proyectos y expectativas, disfrutando de cada nuevo amanecer que nos da la vida, creemos que es lo normal y pensamos que siempre será así.
Sin embargo, a veces y de improviso, aparecen nuevas circunstancias que irrumpen con algún mal y nos privan de esa felicidad silenciosa de la que apenas éramos conscientes. Existen enfermedades, por ejemplo, que te sorprenden en la flor de la vida, cuando menos puedes esperártelas, pues tal como ocurre con el Síndrome de Tietze, afecta sobre todo a adultos que se encuentran en lo que consideramos como la plenitud, entre los 20 y los 40 años.
El Síndrome Tietze, para aquellos que no lo sepan, es un proceso que se caracteriza por un dolor en la parte superior del pecho debido a una inflamación que se produce en la articulación que une las costillas con el esternón. El dolor puede variar y ser más o menos agudo, se presenta como un pellizco y a menudo se ve amplificado con ciertos movimientos. Con frecuencia se confunde con un infarto al sentir un dolor súbito en el pecho. Además del dolor, pueden aparecer otros síntomas, como pueden ser el enrojecimiento o hinchazón de la zona afectada.
Las causas de la costocondritis, que es otro nombre con el que se conoce al Tietze Síndrome son desconocidas, aunque existen algunos factores que pueden desencadenar la aparición de la enfermedad, como un golpe en la zona del tórax, el desgaste o la inflamación del cartílago o un traumatismo causado por un falso movimiento o ciertos movimientos repetitivos o vigorosos.
Cuando la enfermedad hace daño a la persona a nivel estético
Por el contrario, padecemos trastornos que no suponen un padecimiento físico, pero sí psicológico, afectando a nuestra calidad de vida con la aparición de ciertos complejos. Quien más o quien menos, por ejemplo, ha sufrido el acné en la adolescencia y ha sufrido por la aparición de un grano inesperado, sí, ese que aparece antes de la cita que llevabas una semana esperando.
Estos granos son parte de la cotidianeidad, de una etapa en nuestras vidas, en la que tenemos que aprender a convivir con ellos, cuando las hormonas andan bastante revueltas y haciendo de las suyas, pero, en ocasiones, si el acné es muy intenso y persistente, genera complejos más profundos y dañinos en la persona que lo padece.
Afortunadamente, hay muchos tratamientos para combatirlo, tanto de mano de grandes especialistas y expertos como antiguos remedios caseros que pasan de boca en boca, de unos a otros y con los que se consiguen grandes resultados.
Dentro del acné, también encontramos los Granitos en la espalda que a veces nos incomodan a la hora de ir a la playa o a la piscina, ponernos en bañador y dejarlos al descubierto o lucir determinada ropa.
Los granos en la espalda, al igual que ocurre con los faciales, son inofensivos, solo debemos tener la precaución de no pellizcarlos para no dejarnos marcas y ellos solos seguirán su evolución y desaparecerán. Desafortunadamente, esto es mucho más fácil de decir que de hacer, y solemos tocarlos con demasiada frecuencia, infectándolos en muchas ocasiones, y agravando el problema, en cualquier caso.
Para combatir los antiestéticos granitos espalda lo mejor que podemos hacer es consultar con un especialista para ver cuál es su causa y poder hacerles frente de la manera más apropiada.
Los medicamentos; los grandes aliados para devolvernos la salud o combatir los principales síntomas de las enfermedades
A medida que la ciencia avanza lo hace nuestra calidad de vida, al menos ese es el objetivo original, y el máximo exponente de este propósito sin duda lo ocupan los medicamentos.
Hay algunos que están en cualquier botiquín de cualquier hogar, como el ibuprofeno o el paracetamol, pero otros tantos son mucho más especializados, para determinados usos concretos y necesitan ser prescritos por un especialista de la salud.
Un gran desconocido es el Spasmoctyl, y de hecho es difícil que hayas oído hablar de él si no los has necesitado tú personalmente o algún familiar cercano. Si leemos el Spasmoctyl prospecto, veremos que los Spasmoctyl usos son principalmente para eliminar los espasmos musculares y así mitigar el dolor que producen, restableciendo así mismo las funciones digestivas.
En el caso de tener niños, sobrinos o nietos, estaremos más que acostumbrados a oír hablar de la apiretal, pero ¿sabemos exactamente lo que es? Pues si leemos el apiretal prospecto, nos daremos cuenta rápidamente que no es más que el paracetamol que usamos para los niños, que vienen en forma de jarabe, para que sea más fácil de tomar, en un llamativo y agradable color rojo fresa intenso, y que tiene un sabor que a muchos niños les resulta agradable.
Dentro de los apiretal usos encontramos que es muy recomendable para estados febriles, tanto para hacer bajar la temperatura como para disminuir las molestias de la fiebre. Así mismo se recomienda su uso también para aliviar cualquier tipo de dolencia, ya provenga esta de la dentición o de otros factores que suelen afectar a los más pequeños.
Dentro del apartado de aquellos medicamentos que resultan menos frecuente y que solo conocemos en el caso de que hayamos tenido que tomarlo nosotros mismo o familiares a nuestro cargo está el Atarax, un antihistamínico que ayuda eficazmente a combatir los picores que producen los sarpullidos en la piel, bien sea por picaduras de insectos o reacciones alérgicas.
El Atarax se usa mucho en el caso de los niños pequeños, ya que además de proporcionarles un gran alivio del picor, les produce somnolencia y les ayuda eficazmente a contraer el sueño y descansar apropiadamente, algo de suma importancia a edades tempranas, pues los niños necesitan dormir de 10 a 12 horas diarias para un correcto desarrollo y que puedan cumplir con todas sus demandas físicas e intelectuales diarias.