Juliette Binoche, 'la buena esposa' que conquista el cine francés
El panorama de la pandemia convirtió a los estudios de cine en los servicios de streaming que tanto criticaron con Netflix. Muchos festivales de cine incluso fueron suspendidos y otros se convirtieron en futurísticas sesiones virtuales con videoconferencias de famosos, en vez de la clásica alfombra roja. Pero el coronavirus no consiguió contagiar al Festival Internacional de Zurich ZIFF, en Suiza. Y en medio de la proyección del mejor cine, también conservaron la tradición de entregar el máximo premio Golden Icon Award a la francesa Juliette Binoche.
-¿Cómo 'sobrevive' la pandemia?-
"Ah, es todo muy duro, no solo para el negocio del cine, en todo el ambiente artístico en general. Pero para el teatro y el cine está siendo muy difícil. No tanto conmigo porque yo siempre he trabajado y también quería tomarme un descanso. En realidad, (la cuarentena) resultó un momento perfecto, porque pude tomarme tiempo para leer, cocinar para mis hijos, cuidar de mi madre. Y son cosas que no siempre tengo tiempo de hacer cuando trabajo como actriz. Así que yo lo vivo como un lujo".
-¿Y para el resto de los franceses?-
"En ese sentido es un momento que yo también aproveché para reflexionar. En cierta forma, estoy bastante agradecida. Usé todo este tiempo para desarraigarme de todo lo que no necesito en casa. Fue como un momento de renovación, ideal para reconectar con la familia, mi madre, mis hijos. Por supuesto, sé muy bien que no es igual para todos. Me siento privilegiada porque conozco muchos actores y gente de mi mundo que la está pasando mal. En Francia se necesita un número determinado de horas re trabajo, para contar con los beneficios de desempleo y hay quienes no tenían esas horas. Y para ellos se sintió como una montaña rusa. Fue muy duro para mucha gente que el gobierno tampoco se hizo responsable. Pero para mí ha sido un buen momento para enfrentar diferentes etapas de mi vida".
-En el Festival de Toronto, Anthony Hopkins y Kate Winslet recibieron sus premios por videoconferencia ¿no tuvo ningún miedo de contagiarse al aceptar en presentarse, en vivo, viajando hasta Suiza para recibir el premio del Golden Icon Award del Festival de Zurich?-
"No me gusta pensar en esos términos. Tampoco me sentiría cómoda si alguien se me acerca a hablar escupiendo cuando habla. Pero yo también creo que hay que confiar en los cuidados lógicos. Con mi madre, por ejemplo, soy muy cuidadosa porque quiero verla, pero sin arriesgarla demasiado".
-¿En un momento en que la vida tiene tanta importancia, tiene más sentido recibir un premio como el Golden Icon Award del Festival de Zurich, que reconoce su paso por la vida del cine?-
"Siento que estoy por morirme (Risas). No, bromeo. Raramente me pongo a pensar o ver lo que he hecho. Soy una persona que le gusta vivir en el presente. Ya estoy preparando mi próxima película, pero mi corazón se llena del amor que recibo, porque el premio es un gesto de amor".
-¿Y si tuviera que entregarle un premio como este a alguien en particular que tuvo impacto en su vida... a quién elegiría?-
"Bueno, creo que mi padre eligió mi nombre por Juliette Greco. No creo que sea la única razón, pero es una de las grandes razones por las que me identifico tanto con ella. Mis padres tenían sus discos y me acuerdo que yo solía ver siempre su rostro antes de irme a dormir. Después la conocí personalmente en una entrevista y me sorprendió su inteligencia, la cultura que tenía, me asombró saber todo lo que se preocupaba por lo que pasaba en el mundo. Después la fui a ver en vivo y arriba del escenario me pareció la mujer más sensual que conocí. Y ya tenía más de 80 años. La forma que se movía, la forma que cantaba, me hizo llorar".
Acostumbrada a los premios, Juliette Binoche había entrado a Hollywood por la puerta grande, cuando ganó el Oscar del 1997 como Mejor Actriz Secundaria por ‘The English Patient’ (en el rol de una enfermera que cuidaba de un moribundo paciente inglés), antes de conseguir una nueva nominación en el 2001, como Mejor Actriz Principal por ‘Chocolat’. En su propio país, recibió nada menos que diez nominaciones al Premio César, incluyendo aquel que ganó en 1994 por ‘Trois couleurs: Bleu’ (Tres Colores: Azul) en representación del ideal de la libertad de la revolución francesa en base a la igualdad y la fraternidad. También fue nominada al Golden Globes, tres veces por esas mismas tres producciones de cine. Y en Cannes le entregaron después el premio como Mejor Actriz, en el 2010, por ‘Certified Copy’ gracias al personaje de la dueña de una librería, en una historia de amor de dos desconocidos que pretendían estar casados. En los festivales de cine de Macao y Marruecos incluso la reconocieron con diferentes premios honorarios pero el Golden Icon Award del Festival de Zurich representa en cierta forma la suma de todos los premios, resaltando el gran paso por el cine, en una época donde además se da el lujo de estrenar en una verdadera sala de cine, la nueva producción francesa ‘La bonne épouse’ (Cómo Ser Una Buena Esposa).
-¿Con la suma de tantos premios se siente la presión de mantener el mejor nivel con cada nuevo trabajo?-
"Es una buena pregunta, porque desde muy joven siempre tuve la idea de buscar la perfección, pero para decir la verdad hoy pasa más por buscar algo interesante, mucho más que la perfección. Me acuerdo perfectamente la época en que yo quería ser perfecta y al final me sentía decepcionada al ver el resultado final de alguna proyección. Y así fue como también me di cuenta que la única forma de ser perfecta es ir con la verdad, hacer lo mejor que se puede, sin sentirme mal si no puedo hacerlo todo. No solo en el cine... Hubo una vez por ejemplo en que mi hijo no quería ir a la escuela. Y él ya tenía 16 o 17 años. Yo estaba desesperada, enojadísima. Y cuando fui a ver a la directora de la escuela, me dieron ganas de llorar porque no yo tampoco sabía como enfrentar semejante problema. Y ella me dijo “Usted solo es la madre, no se preocupe”. Ahí también me di cuenta que existe cierta responsabilidad de ser perfectos, pero como madre aprendí que no puedo ser responsable por todo lo que hagan o no hagan mis hijos".
-¿La mujer en ese sentido tiene mucha más presión que el hombre en ser perfecta, como muestra su nueva película?-
"Creo que en ciertas familias se espera mucho más de las mujeres, en comparación con el hombre. En especial en las familias patriarcales, donde esperan o esperaban que las mujeres se casen temprano a cierta edad o con un buen esposo que la proteja o cuente con una buena posición económica. Y lamentablemente es algo que todavía existe, aunque también creo que la nueva generación lo toma como algo del pasado".
-¿Qué opina entonces sobre la revolución femenina en el mundo del cine, en busca de la igualdad de derechos, en comparación con la historia de la película ‘La bonne épouse’ que muestra una época donde para ser una buena esposa había que aprender a limpiar bien la casa?-
"Bueno, yo acepté filmar esta película porque me pareció importante entender de donde venimos, porque solemos olvidar o mucha gente ni siquiera sabe que estas escuelas existían. Y si lo comprendemos, sabiendo que con la Segunda Guerra Mundial los hombres se habían ido y las mujeres tomaron de alguna forma el poder, cuando los hombres volvieron hubo un cambio en la forma de enfrentar la lucha por ese poder. Y aunque este tipo de educación es anterior a esa época, la promocionaban como una nueva forma de vida moderna, como un paquete de la perfección y una forma maravillosa de vivir donde la mujer estaba subordinada al esposo, aunque esa relación en realidad era lo más parecido a una prisión".
Ambientada en la ciudad francesa de Alsace, la película ‘La bonne épouse’ comienza en el año 1967, en una escuela dedicada a la enseñanza del mejor servicio doméstico, con Juliette Binoche como Paulette Van der Beck, una ama de casa que se ve obligada a dirigir la escuela después del fallecimiento del esposo cuando se da cuenta que además están al borde de la quiebra.
-¿Más allá de ser una comedia, qué tan difícil fue conservar el lado emocional de la historia de ‘La bonne épouse’, como la muerte de un esposo?-
"Mientras estaba filmando yo también perdí a mi padre y eso fue muy duro. Ciertas capas de la filmación se mezclaron bastante con mi vida. Es algo muy difícil en las comedias cuando se tocan temas profundos. Ese lado, además de tocar el piano, fue el mayor desafío. Pero por ahí pasa el arte de la actuación".
-¿Qué recuerdos tiene de su padre en la época de los años 60 que muestra en el cine?-
"En 1967, yo estaba en una escuela pupilo porque mis padres no sabían como tratar a sus hijos y la solución era mandarnos a una escuela así. Después, en los 70, empecé a darme cuenta del cambio de vida de la mujer con mi madre, cuando me empezó a llevar a huelgas y reuniones por la defensa de los derechos de la mujer. Yo tenía apenas siete años, pero era algo que me apasionaba. Y me acuerdo que después mi padre me había dado una grabadora y yo me acercaba a los autos, en el campo, para debatir sobre los derechos de la mujer".
-¿Qué es lo primero que se fija hoy, al momento de aceptar un nuevo trabajo?-
"No sé si pueda dividirlo en los perfectos ingredientes. No estoy segura si es el director, pero el guion es siempre muy importante. Mi corazón también tiene que involucrarse y recién después me puedo identificar con el personaje. A veces acepto sin saber la razón, solo porque siento que tengo que aceptar, pero cuando leo el guion me doy cuenta las razones por las cuales acepté la idea original. Supongo que tengo que confiar en el proceso, porque los rodajes a veces son muy difíciles. Por eso también es tan importante trabajar con ciertos directores donde se sienta que somos una familia".