Jorge Torres: el personaje de una novela escrita pensando específicamente en él

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Jorge Torres: el personaje de una novela escrita pensando específicamente en él

No hay casualidad en la historia de Jorge Torres López, sino causalidad. Lo ocurrido hasta hoy -si la teoría aquí explicada es cierta- forma parte de un guión, cuidadosamente escrito a cuatro manos, en el cual el exgobernador interino ha personificado un rol para el que se le escogió porque cumplía con dos requisitos esenciales: sus pocas luces intelectuales y su desmedida ambición por el dinero

Se trata de una teoría estrictamente personal. La he comentado en diversas ocasiones con diferentes personas, algunas de las cuales trabajaron directamente con él o lo trataron de forma tangencial durante su paso por la vida pública de Coahuila. La coincidencia ha sido más o menos unánime.

La teoría es la siguiente: Jorge Torres López, el exalcalde saltillense y exgobernador de Coahuila –siempre de forma interina y siempre bajo el padrinazgo de Humberto Moreira– no llegó a tales cargos de forma accidental sino merced a un calculado plan.

Cualquiera saldrá al paso de la afirmación anterior señalándola como una obviedad, pues nadie en el contexto de la historia política mexicana llega a una posición de esta naturaleza si no es debido a la alineación intencional y cuidadosa de los astros.

Mi teoría, sin embargo, va un poco más allá: Jorge Torres, preso en una cárcel de los Estados Unidos y hoy delincuente confeso de lavado de dinero, fue “escogido” para representar un papel específico en la trama escrita a cuatro manos por los hermanos Humberto y Rubén Moreira.

¿Cuál papel? El de chivo expiatorio, el de “fusible” al cual es posible sacrificar en caso necesario, el de “villano” a quien pueden cargársele todas las culpas y los muertos en el clóset si acaso el barco choca contra un iceberg y comenzaba a hacer agua… como ocurrió.

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¿Y cuáles serían las razones para escogerlo a él? Esencialmente dos, a decir de aquellas personas con quienes he platicado y me han proporcionado sus puntos de vista a lo largo de los últimos años: sus muy escasas luces intelectuales y su desmedido apetito por el dinero.

Nunca, debo confesar, conversé con él: ni cuando fue tesorero o contralor Municipal en Saltillo; ni cuando asumió la alcaldía de forma interina en sustitución de Fernando de las Fuentes Hernández; ni cuando ascendió a la gubernatura de Coahuila, en la cúspide de su “carrera política”.

He leído, escuchado y visto, sin embargo, las pocas entrevistas concedidas por Torres López a diferentes medios, así como el archivo de sus intervenciones públicas como alcalde y gobernador. Sobre todo, he conversado con quienes convivieron con él a su paso por el servicio público.

Difícil encontrar en los archivos públicos una entrevista con algún lance –intelectual o político–, un discurso o una intervención “memorable”, algo con lo cual colocar a Torres López en un casillero digno de mención en términos de su capacidad para articular ideas o construir argumentos para defender o sostener, más allá de la superficie, algún concepto relacionado con la democracia, la política, los fenómenos sociales, la cultura o el arte.

Por el contrario, al ver los videos de sus entrevistas o discursos públicos resulta evidente su ayuno de lecturas, su magro dominio del idioma, su precariedad para construir frases con alguna sustancia.

El anterior es, desde luego, el prototipo del político mexicano y, en términos generales, son los individuos del calibre intelectual de Jorge Torres a quienes uno encuentra en las oficinas gubernamentales. Pero se espera un poco más –y sin duda ha habido ejemplos de ello– de quienes llegan a ocupar la titularidad del Ejecutivo de un estado.

Pero la falta de luces intelectuales era ampliamente superada por su ambición económica, según los muchos testimonios a los cuales he tenido acceso. Las ambiciones de Torres López, por lo demás, no requieren ya ser demostradas: él las confesó el miércoles pasado y todos pudimos atestiguar tal confesión, en vivo y en directo, cortesía de la pandemia del coronavirus.

Jorge Torres López, preso en una cárcel de los Estados Unidos y hoy delincuente confeso del delito de lavado de dinero, fue “escogido” para representar un papel específico en la trama escrita a cuatro manos por los hermanos Humberto y Rubén Moreira

El punto en esta colaboración, sin embargo, no es resaltar una vez más la proclividad a la corrupción por parte de Torres López, sino plantear cómo estas conocidas características de su personalidad le llevaron a ser “seleccionado” para representar el papel requerido por los detentadores del poder en Coahuila entre 2005 y 2017.

Se requería un hombre de las características descritas líneas arriba, esencialmente para dos cosas:

La primera consistía en no dejarle ejercer el poder realmente, sino en controlarle en todo momento mediante un equipo de “colaboradores” designado por sus titiriteros y cuya lealtad no era, ni por asomo, para quien fungía formalmente como gobernador.

A cambio de eso se le permitiría “recuperar” la fortuna económica perdida debido a su muy documentada incapacidad para los negocios y, de esa forma, resarcir su biografía ante la poderosa familia saltillense de la cual forma parte, pero en cuyo árbol genealógico ocupaba la posición de “oveja negra”.

Permitirle hacer “negocios” al amparo del poder lograría el segundo propósito para el cual fue seleccionado: integrarle un expediente mediante el cual pudiera garantizarse su lealtad cuando se le revelara la verdadera misión para la cual estaba destinado: servir de chivo expiatorio en caso necesario.

Así llegamos a este pasaje de la novela y asistimos a la “inmolación” de la víctima propiciatoria mientras los autores del guion siguen gozando de absoluta impunidad… o a la espera de un giro inesperado en la trama.

Seguiremos en el tema.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx