Usted está aquí
Hoy se cumplen 6 años de la partida de Carlos Monsiváis
Ciudad de México.- Carlos Monsiváis nació en la Ciudad de México en mayo de 1938 y murió allí mismo el 19 de junio del 2010. Publicó principalmente crónica mezclada con ensayo, cuento y aforismo, aunque siendo un intelectual omnipresente y atento a todos los temas de la vida cultural en el país, también hizo crítica literaria.
Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Monsiváis participó en diversos medios impresos mexicanos de renombre, como por ejemplo el Excélsior, Uno Más Uno, La Jornada, El Universal, Proceso, Nexos y Letras Libres.
También participó en Radio UNAM con el programa “El cine y la crítica”, fue secretario de redacción en las revistas Medio Siglo (de 1956 a 1958) y Estaciones (de 1957 a 1959) y director de un suplemento en la revista Siempre! (entre 1972 y 1987).
“Monsi”, como lo conocían sus más cercanos allegados, reincidía constantemente en sus temas predilectos: la literatura, el laicismo, el cine, la izquierda, las ciudades, los nacionalismos, el humanismo, la diversidad sexual y la secularización, entre otros.
Monsiváis fue, de cierta manera, un rebelde y solía apegarse a sus posiciones políticas y a su crítica férrea, elementos que lo llevaron a desempeñarse, también, como un gran periodista. Solía ser sarcástico y quizá ácido, ciertamente jocoso, de ironías y análisis profundo.
Abordó distintos temas, pero su interés lo llevó a inclinarse por movimientos sociales, como en el caso de aquel estudiantil acaecido en 1968, o los personajes populares que dotaban de cultura a la gente y las luchas de izquierda, el avance de ideas progresistas que levaban en contra de los autoritarismos, lo establecido y los conservadurismos… de ahí su yo rebelde expresado.
Aunque la crónica y el ensayo fueron el tipo de escritos que más desarrolló, Monsiváis también abarco el género de cuento, fábula e incluso aforismos.
“Carlos siempre quiso ser poeta, pero yo creo que se lo tragó la vida política de México, a la que le dedicó su tiempo, o tal vez pensó que no sería suficientemente importante en la poesía como lo fue como cronista, porque llegó a ser un gran cronista”, recordaba alguna vez Elena Poniatowska.
Entre sus libros, destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), Lo marginal en el centro (2000), y su último gran ensayo Las esencias viajeras, que editó Conaculta en 2012 y que se sumó a una vasta obra que mantiene a Carlos Monsiváis tan presente en nuestros días.
Asimismo peleaba por las causas de las minorías, defendía los derechos de las personas, pero por sobre todo, defendía con su pluma a la literatura y a la educación.
Además, el escritor mexicano era aficionado al cine, al que le dedicó varios ensayos y escritos. Y participó, inclusive, en varias películas, pero no como uno podría imaginárselo, es decir, limitándose a escribir diálogos o a imaginar tramas que fueran capaces de atrapar al observador. No, actuó en varias películas, entre otras, “Un alma pura” (1965), “En este pueblo no hay ladrones” (1965), “Los caifanes” (1966) y “Las visitaciones del diablo” (1968).
Entre los premios que recibió se cuentan el Premio Nacional de Periodismo, el Premio Mazatlán, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Lya Kostakowsky, el Premio Anagrama de Ensayo y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
Una curiosidad acerca de Carlos Monsiváis: era un conocido amante de los felinos y hasta donde se sabe tenía trece gatos. A pocos días de morir, el 19 de junio de 2010, a causa de una fibrosis pulmonar, los 13 gatos de Carlos Monsiváis ocuparon espacio en las noticias. ¿Los iban a sacrificar? ¿Quién se quedaría con ellos?
La relación con dichos animales comenzó cuando el escritor tenía 10 años. Siempre dijo que acariciar el lomo de un gato era como acariciar el lomo de un tigre.
Cierto es que definir a una persona resulta difícil, más cuando se trata de personalidades como la de “Monsi”, quien en definitiva era un personaje con dotes fuera de lo común, pero lo más importante, usaba su talento para bien.