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El Orden Infinito de Rodolfo Naró
La búsqueda de un camino no es sencilla para nadie. Antes de concentrar su vida en la escritura, Rodolfo Naró atravesó otras ramas que formaron el camino que lo trajeron al presente, donde tras años de dedicarse a la poesía, presenta su primera novela y comparte consejos para la travesía de los demás.
Durante la segunda sesión de su taller De qué trata QWERTY, compartió con jóvenes y adultos los elementos que conforman a un escritor, relatando los momentos de su vida que lo llevaron a identificar los siguientes elementos.
Los personajes surgen del escritor
La primera lección de su taller literario fue que no hay experiencia que no sea válida para crear y en su caso personal, la búsqueda por la carrera ideal le ha traído múltiples opciones para desplegarse en las letras.
“Estudié comunicación en la Universidad de Guadalajara porque creí entonces que quería periodista, sin embargo nunca he trabajado el periodismo ni nada relacionado con la comunicación, supongo que lo hice porque el periodismo estaba cercano a las letras”, dijo.
No sería hasta la edad de 29 años cuando editó su primer libro de poesía que supo que lo que quería era ser escritor, cosa que no pudo prever antes de estudiar actuación, canto, teatro, música y arquitectura desertando en cada ocasión.
Sin embargo no fue tiempo perdido: “en mis novelas, con mis personajes puedo sacar todas esas frustraciones. A través de ellos puedo ser arquitecto, músico, bailarín o periodista” aseguró.
El escritor se nutre de su entorno e investiga
Prohibidos los audífonos para cualquiera que quiera ser un escritor, no se puede desperdiciar cualquier oportunidad de escuchar una frase, una plática o un ruido que sea una historia en potencia.
El trabajo está en ficcionar
Fue en un seminario con el escritor Guillermo Samperio que aprendió el método de enseñar a la gente a escribir escribiendo, y para ello considera que el autor debe estar empapado de sus temas, narrando el proceso de ‘Cállate Niña’, novela que publicó en 2011, en la cual narra el caso de una bailarina que ve su vida como chica popular y bella truncada por un ataque de epilepsia que la llevó a tomar un medicamento que la hizo engordar y perder su popularidad hasta ser llamada ‘friki’.
“Esta es una novela que apunta a los jóvenes, con un lenguaje accesible, necesitaba adaptarme a la comunicación moderna dándole el sentido literario”, es por ello que tomó medidas para observar a la comunidad juvenil varios años después de haber terminado ya la preparatoria, por lo que pidió permiso en el Tecnológico de Monterrey para tomar clases y observar.
“El escritor tiene que hacer creer al lector totalmente lo que quiere transmitir, tiene que cuidar la creación del universo”, señaló.
El escritor se tiene que sumergir en su historia
Sobre todo cuando toma el reto de contar una que no proviene de sus sensaciones, su memoria o sus experiencias, para lo cual necesita documentarse a través de fuentes fidedignas.
“Diría que los escritores no somos mentirosos pero si muy fantasiosos. En ese caso es muy difícil porque hay que interpretar valiéndose de fuentes cercanas”.
Pero no se trata únicamente de interpretar sino de vivir en carne propia las referencias, hay que hacer, ver y probar cualquier cosa que sepamos nuestro personaje acostumbraba para así poder percibir de manera cercana sus manías, sus sentimientos e incluso las consecuencias de sus palabras.
“Ahí es donde hago mi trabajo de actor, tienes que interpretar a la persona que estás bigorafiando , tus fuentes pueden ser las familias, fotos, libros, su obra. Digamos que quieres hacer la biografía de Amado Nervo y que su esposa te cuenta que siempre dormía recostado del lado derecho, entonces tengo que acostumbrarme a dormir de ese modo para saber qué es lo que sentía”.
Aplicando la cátedra
En su nueva novela ‘El Orden Infinito’, Rodolfo Naró hace el recorrido de un siglo a través de Nina, una mujer que vivió cien años o más.
Bailó valses con Agustín de Iturbide, más tarde con Maximiliano, fue anfitriona de Porfirio Díaz y amiga del poeta Amado Nervo.
Proveniente de 20 años exclusivos del encorsetado género de la poesía, Naró se aventura en la novela con una historia que le tomó 10 años escribir y en la que hace uso de la historia, el realismo mágic, varias voces narrativas y más de 40 personajes.
“Esta novela la escribo porque quería hacer un cuento y entonces empezó a crecer y crecer hasta que se convirtió en una novela, así que decidí situarla a principios del siglo XX”.
La parte más importante de El Orden Infinito fue precisamente la investigación, donde abundan fotografías como la clásica de Madero y Villa en el Salón Presidencial en 1914.
“En cientos y cientos de fotos de ellos dos y mientras observas que Madero siempre está muy serio, como somnoliento, mientras que Villa siempre tenía la boca abierta, osea que siempre estaba riéndose o sonriendo”, elementos que lo ayudaron a desarrollar a ambos personajes, por lo que a partir del contexto crea un diálogo partir de ese momento.
“En la foto se ve que están diciendo algo, y a mi siempre me causó mucha curiosidad qué era lo que estaba diciendo. Villa era de campo, con pocos estudios y apenas sabía leer y escribir. Fue a través del contexto que investigué que yo pude ficcionar el diálogo”, finalizó.