El camino del cuatro: cruzando Zapalinamé como hace 100 años

La Sierra de Zapalinamé es esa enorme cordillera que se ve desde cualquier punto de Saltillo, esa cadena de montañas azules que, hoy casi todos sabemos, surte de agua a nuestra ciudad. Aunque hay más de un sendero para cruzarla, el más popular es el Camino del Cuatro, que conecta a Saltillo con El Diamante.

Texto y fotos: Reginaldo Chapa

Esta antigua carretera de terracería es un paseo que todo saltillense debería disfrutar al menos una vez en su vida (bueno, no debería, pero podría y seguramente sería agradable). Su pendiente no es tan pronunciada, así que casi cualquiera puede hacerlo por sus propias piernas. Un fin de semana cualquiera podemos encontrar jeeperos, motociclistas o ciclistas. Caminarlo de un lado a otro (sin contar el regreso) puede llevarnos de 6 a 8 horas, dependiendo de la condición física y la carga que llevemos.

Un grupo de motociclistas levanta el polvo camino al Diamante

Por dónde empezamos

En mi caso, inicié el recorrido desde la colonia Lomas Verdes. Para llegar a este punto hay que entrar a la colonia Hidalgo hasta el fondo, cuando se termina la zona urbana comienza este viejo camino que sube la Sierra hacia el oriente.

Unos kilómetros más adelante noté más accesos, uno de ellos por la Colonia San Juan (véase Google Maps para una mejor ubicación). Tomando la Calle Juan Navarro, desde Fundadores hacia la montaña, uno cruza un montón de colonias hasta que se acaba la ciudad y sólo queda un camino rumbo al cerro.

Poco a poco los pinos comienzan a aparecer en la vegetación

Durante la mayor parte del trayecto hay una vista panorámica hacia Saltillo que cambia conforme avanzamos. Unos binoculares no estarán de más, en el caso de los fotógrafos un buen telefoto. La vegetación durante los primeros kilómetros se compone de Rosa de Castilla -que en primavera pintará los valles más cercanos junto con el árbol Duraznillo-, enebros, matorrales y encinos, entre otras especies. Con suerte podremos ver lagartijas, ardillas y seguramente un águila que nos mira a más de cien metros de altura. Con más suerte alguna serpiente y con suerte nivel súper suertudo: venados, osos o un puma.

La Rosa de Castilla cubre las colinas
En los primeros descansos podemos ver Saltillo desde una perspectiva poco común

Historia

Según el ingeniero Marco Antonio González Galindo, apasionado de la historia de la región, este camino era una vereda de ganado que luego se amplió para poder traer a Saltillo con menos rodeos el trigo de los campos tras las montañas. Fue el ingeniero Juan García Villarreal el encargado de esta obra. El trazo previo a la ampliación se le atribuye a Sperry Theodore Abbott, un ingeniero extranjero que en 1905 había levantado un plano de esta ciudad. García Villarreal seguramente trabajó de la mano con “Constructores Mexicanos S.C. de R.L”, o tal vez era dueño de la empresa. Así se explicarían estas letras gigantes en uno de los puntos más altos del camino, una especie de publicidad de principios del siglo XX.

Constructores Mexicanos S.C. de R.L

Para 1934 Vito Alessio Robles publicaría el libro “Saltillo en la historia y en la leyenda” donde dejaría el primer testimonio por escrito de la belleza de este camino.

 

 

Fragmento del libro del historiador saltillense Vito Alessio Robles

También es interesante la historia que le da el nombre al Camino del Cuatro: En tiempos de la Revolución (sic) Juan Alemán fue emboscado por unos ‘cuatreros’, que le dieron muerte. En otras palabras le ‘pusieron un cuatro’, una trampa. A mediados del camino pero ya en los últimos metros de subida se ubican dos cruces con este nombre, y aunque la fecha inscrita no coincide con la etapa oficial de la Revolución Mexicana, supongo que a todos nos llega una imagen muy revolucionaria cuando pensamos en un asalto a manos de pistoleros en 1933.

Una de concreto y otra de madera, ambas cruces recuerdan la fecha en que Juan Alemán fue asesinado en este punto del camino

Para este punto del camino la vegetación ha cambiado, nos encontramos con más pinos y la tierra se percibe más húmeda. Los típicos pájaros azules de Arteaga aparecen y pronto llegamos al famoso “portón rojo”, un punto clave del camino que sirve de referencia para saber que terminó la subida, es momento de descender.

La vegetación boscosa del segundo tramo nos brinda paisajes como este

Aunque seguramente es propiedad privada, una vez me recomendaron abrir el portón rojo para tomar un camino alterno, y así bajar por una pendiente más pronunciada, es una vereda sombreada por pinos que nos lleva más rápido al ejido El Diamante. Si decidimos continuar por el camino más amplio, llega pronto el momento de ver este paisaje.

Un paisaje que poco ha cambiado en los últimos 100 años

En este punto del camino y durante varios cientos de metros más podemos disfrutar de una buena vista de la cima conocida como “El penitente”, el punto más alto de toda la sierra que, dicen quienes han tenido las fuerzas para conocerlo, es un excelente mirador. Lo que sigue es continuar caminando y la ruta final será bastante más corta de lo que ya hemos recorrido.

Con 3100 msnm, el Penitente es el punto más alto de la Sierra de Zapalinamé

Planeación

En un buen paseo es básico no quedarse sin agua o comida, tomando en cuenta la duración del trayecto hay que llevar más de dos litros de agua por persona y snacks o alimentos suficientes. Siempre es bueno llevar más de lo que creemos necesitar, un accidente puede retrasar nuestro regreso.

La antiguedad de los caminos se aprecia en su construcción

Si decidimos hacerlo a pie, es indispensable tener un vehículo esperando del otro lado para regresar a Saltillo, después de caminar 6 u 8 horas lo más probable es que no tengamos ánimo para caminar de regreso ese mismo día. También existe la opción de acampar. Los mejores puntos están en los alrededores del portón rojo, por el camino amplio. Si decidimos pasar la noche en este lugar vale la pena ir bien abrigados, llevar un buen saco de dormir y una colchoneta.

Las fogatas están prohibidas en toda el Área Natural Protegida de la Sierra de Zapalinamé.