¿Dónde beberán todos los peces del desierto de Coahuila?
Por: Jesús Peña
Fotos: Jordi Sifuentes, Luis Salcedo y Cortesía
Vídeo: álex Guzmán, Jessica Nieto y Estefan Baltezán
Diseño: Edgar de la Garza
Edición: Quetzali García
Todavía hace algún tiempo la gente de todas partes se preguntaba, ¿qué hace una granja de peces en medio del desierto?
Allá, cuando en las entrañas de la nada, el Centro Acuícola La Rosa, de General Cepeda, llegó a producir 18 millones de crías de peces de agua dulce en un sólo año.
Un récord que lo puso como el primer lugar nacional entre los 40 criaderos de peces que a la sazón existían en México.
Entonces eran los buenos tiempos, los tiempos de bonanza, de apogeo, de auge de la granja de peces de Coahuila que brillaba con todo su esplendor en el corazón del páramo, erizado de azules montañas y arbustos bajos.
Un milagro hecho por la mano del hombre en pleno desierto.
Hasta que en La Rosa, ejido de General Cepeda donde anida el Centro Acuícola, dejó de llover, ya no llovía como antes, y El Entronque, que así se llama la presa que abastece a esta graja, se secó y con ella las glorias de este criadero.
“Dejó de llover como antes, ya no llueve igual, ya nomas son puras lloviznas. Antes llovía dos veces en el día, eso era por el mes de mayo hasta agosto, por ái. Era una época muy bonita, no teníamos luz, no teníamos nada, pero había mucha agua, mucho que comer en el monte. Ya después dejó de llover”, cuenta Gilberto Correa, 78 años, habitante del ejido La Rosa.
Hoy esta granja, que fue inaugurada en 1983 por iniciativa del otrora gobernador Óscar Flores Tapia y el recién fallecido empresario y político, Luis Horacio Salinas Aguilera, lucha por sobrevivir a la sequía y mantenerse a flote con la producción de entre dos y tres millones de peces al año, pese, también, a la falta de personal y dinero para su manutención.
“A pesar de que vivimos en el desierto, con carencias de agua y todo, el Centro se ha mantenido. Ha habido años que se ha secado la presa, pero aun con esas carencias hemos sacado adelante la producción. Hemos sufrido un poco, pero… aquí estamos...”, asegura Joaquín Hernández Alfaro, un piscicultor que ha trabajado en este Centro desde su construcción en 1979.
La granja de peces pertenece a la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca, órgano desconcentrado de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y está situada en el kilómetro 44 de la carretera 40, Saltillo – Torreón, en el ejido La Rosa, municipio de General Cepeda. Su debacle comenzó hace una década, cuando los efectos del cambio climático se dejaron sentir en la región con las cada vez más recurrentes sequías.
Y el embalse de El Entronque, mejor conocido como Presa La Rosa, la fuente principal que suerte a este criadero, y ejidos aledaños, empezó a desecarse.
“En los últimos 10 años se ha reflejado más esa sequía, esa escasez en los diferentes cuerpos de agua, embalses, bordos, abrevaderos que hay en la región y que, aunque son pequeños, son importantes para el almacenamiento de agua.
“Años atrás las condiciones de los niveles de los embalses, de las presas, favorecían el desarrollo de la acuacultura, del cultivo de peces porque nos llovía más que ahora. La sequía nos ha pegado, el cambio climático nos está afectando y se ha visto reflejado en esa granja de peces”, explica Severo Flores Aguilar, agrónomo de profesión, quien por 25 años se desempeñó como director de este Centro Acuícola que de un tiempo a la fecha se encuentra acéfalo.
Esta granja, 33 hectáreas de estanques, salas de incubación y alevinaje, laboratorio, bodega y oficinas administrativas, que en sus mejores años llegó a cosechar en promedio entre nueve y 10 millones anuales de peces de las clases carpa común, bagre de canal, tilapia y lobina negra, en beneficio de los sectores público, privado y social y del país, redujo su producción a dos millones de crías, y a sólo dos de las cuatro especies que se cultivaban en el criadero.
“Tiene una capacidad instalada de ocho o nueve millones, es lo que se puede producir en condiciones normales, pero en los últimos años ha operado al 20 ó 30 por ciento de su capacidad, produciendo dos o tres millones de crías nada más. Y ya nada más se trabajan dos especies, carpa y bagre, las otras dos, tilapia y lobina, se tuvieron que eliminar por la escasez de agua. Todos esos factores, como la falta de agua. orillaron a que se fueran bajando las metas de producción”, precisa Severo Flores.
Ello como consecuencia de los cada vez más prolongados periodos de estiaje que asolan la región y el estado.
“Es la falta de agua”, reitera don Joaquín Hernández.
Y aunque el Centro tiene en su haber un pozo de 120 metros de profundidad del que se extraen 36 litros de agua por segundo, este volumen es insuficiente para abastecer los 26 estanques rústicos y 22 de concreto que conforman la granja.
“La finalidad del agua subterránea más que nada es abastecer la sala de incubación, la sala de alevinaje y unos estanques circulares donde concentramos reproductores y hay una pequeña zona de crianza”, aclara José Alfredo González Aguilar, uno de los biólogos del criadero, técnico, prestador de servicio, durante un recorrido por el Centro.
A decir de los habitantes del ejido La Rosa y los propios trabajadores del Centro Acuícola, la presa El Entronque, que fue construida entre 1971 y1972 por la extinta Secretaría de Recursos Hidráulicos para aprovechar los escurrimientos del arroyo El Saucillo, y cuya capacidad total, a nivel de aguas máximas extraordinarias, es de cinco millones de metros cúbicos, se ha secado cuando menos tres veces en los últimos 20 años.
La primera fue el año 2000, la segunda en 2006 y la más reciente en 2017.
“Llegó un momento en que ya no había agua en la presita, que es una presa muy pequeña, suficiente cuando tiene un buen nivel, pero últimamente ha sido escasa la captación de agua por lluvia. De cinco millones de metros cúbicos que tiene de capacidad esa presa, se mantiene a un 20 o 30 por ciento y eso ha afectado mucho el desarrollo de la acuacultura y la pesca”, comenta el ex director de la granja.
A esto se suma el hecho de que la presa El Entronque o La Rosa, que tiene ya 50 años edad y está a punto terminar su vida útil, agoniza, se encuentra ensolvada, factor que desde luego limita su capacidad de captación de agua de lluvia.
“Ya tiene muchos años que no agarra agua esa presa. Antes con esa agua sembrábamos mucho, se levantaba mucha cosecha, muy buenos maizales. Varias veces, como unas 10, agarró bastante agua la presa, agarraba mucha agua, pero bastante señor. Yo llegué a sembrar 10 hectáreas cuando llovía, estuve cosechando varios años dos o tres toneladas de frijol, de puro frijol, aparte del maíz”, narra Rómulo Lara Sánchez, ejidatario de La Rosa.
El año más crítico para el Centro Acuícola, cuenta el piscicultor Joaquín Hernández, fue 2017, cuando dicho embalse, que actualmente y gracias a las lluvias tardías del año pasado se encuentra a un 40 por ciento de su capacidad, se agotó por completo y la granja de peces hubo parar su actividad.
Ese año se registró cero producción en el criadero y los empleados compensaron ese tiempo en realizar labores de mantenimiento del Centro.
A esto se suma el hecho de que la presa El Entronque o La Rosa, que tiene ya 50 años edad y está a punto terminar su vida útil, agoniza, se encuentra ensolvada, factor que desde luego limita su capacidad de captación de agua de lluvia.
“Ya tiene muchos años que no agarra agua esa presa. Antes con esa agua sembrábamos mucho, se levantaba mucha cosecha, muy buenos maizales. Varias veces, como unas 10, agarró bastante agua la presa, agarraba mucha agua, pero bastante señor. Yo llegué a sembrar 10 hectáreas cuando llovía, estuve cosechando varios años dos o tres toneladas de frijol, de puro frijol, aparte del maíz”, narra Rómulo Lara Sánchez, ejidatario de La Rosa.
El año más crítico para el Centro Acuícola, cuenta el piscicultor Joaquín Hernández, fue 2017, cuando dicho embalse, que actualmente y gracias a las lluvias tardías del año pasado se encuentra a un 40 por ciento de su capacidad, se agotó por completo y la granja de peces hubo parar su actividad.
Ese año se registró cero producción en el criadero y los empleados compensaron ese tiempo en realizar labores de mantenimiento del Centro.
El detalle es que cada que esta presa, alimentada por la cuenca El Chiflón, se seca, bajan también los niveles de agua del pozo de la granja.
Habla Severo Flores:
“El Centro es de importante beneficio para las comunidades que hacen siembra y producción de peces, entonces desde el momento en que ellos dejan de tener esas oportunidades se pierde la posibilidad de alimentación de alta calidad para el sector social, para los ejidos que tienen pequeños cuerpos de agua. Y también la pesca comercial deja de tener la oportunidad de hacer repoblaciones para mantener las poblaciones de peces en los embalses. A la larga todo eso va afectando porque tienes que estar sembrando constantemente, año tras año, para mantener las poblaciones de peces saludables”.
Llega la escasez de agua y el Centro Acuícola es como un pez que se retuerce de asfixia en el piso, cuando alguien lo saca repentinamente de su hábitat a la superficie.
“Esta agua superficial, la de la presa, abastece a toda la estanquería rústica y semirústica, donde tenemos los organismos reproductores, juveniles y crías, tanto de bagre de canal, como carpa”, precisa el biólogo y técnico del criadero La Rosa, José Alfredo González Aguilar.
Ante este panorama, la pregunta es ¿cuál será el destino del Centro Acuícola La Rosa?
Pero no siempre las cosas fueron así.
En sus mejores años esta granja, enclavada en las entrañas del desierto, fue centro de referencia y proveedor número uno de peces para consumo de los grandes criaderos del país.
Granjas como la de Tlaxcala, Estado de México, Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas, Durango y Chihuahua.
Consideradas de relevancia por su tamaño y la cantidad de su personal.
“Yo conozco todos o casi todos los centros de pesca de la república. Hubo un tiempo en que tenían mucho personal, había mucha agua y aun con eso de algunos estados venían a llevar crías del Centro de La Rosa, cuando nosotros teníamos menos personal, menos agua y siempre se producía más.
“Había en Parácuaro, Michoacán, un centro de peces donde tenían un río de agua que pasaba por ahí y no producían peces, teníamos que llevárselos de aquí. Simplemente en Nuevo León, en Salinillas, que está en medio de la Presa Don Martín y Anáhuac, hay un centro de pesca, tenían suficiente agua y suficiente personal, y no. Y así En Tamaulipas en Hidalgo, en Morelos, tenían suficiente agua y aun con eso aquí se producían más peces”, dice don Joaquín Hernández.
Severo Flores Aguilar, quien fuera director del Centro Acuícola La Rosa entre 1986 y 2011, lo secunda:
“Se llevaban millones de peces en tráileres para esos lugares”.
El criadero ha destacado además como el principal abastecedor de las cuatro cooperativas de peces más importantes de Coahuila, tales como las asentadas en las presas La Amistad, en Ciudad Acuña, Don Martín, en el municipio de Juárez, y Centenario y San Miguel, en Jiménez, cooperativas que aglutinan a unos 150 productores.
Y surte también a muchos pequeños productores del sector privado y social.
“Las cooperativas de pescadores comerciales, acuacultores, que son las gentes que llevan a cabo cultivos, siembras en una presa. Los peces se empiezan a reproducir y entonces la gente de la región, los habitantes cercanos al embalse, llevan a cabo la pesca de autoconsumo…”, expone Severo Flores.
“Se daban cursos para la gente de los ejidos de cómo armar redes, como pescar, cómo quitarles las escamas y abrir los pescados, incluso de cómo cocinarlos, cuando había más personal, biólogos que estaban disponibles para eso. Se retiraron algunos y quedó menos gente”, recuerda don Joaquín Hernández.
Entonces el Centro contaba con una plantilla de 16 empleados entre agrónomos, biólogos, operativos, es decir piscicultores, y administrativos, de los cuales hoy sólo queda la mitad.
La otra mitad se retiró voluntariamente, otros se jubilaron, sin que hasta el momento el gobierno federal haya contratado más gente para ocupar los puestos vacantes.
“Poco a poco nos fuimos quedando sin personal, sin gente, se fue reduciendo, al grado de que ahorita hay pocos trabajadores. Y tienes que irte adaptando y produces lo que se puede, de acuerdo con la demanda y a la disponibilidad de agua y luego de acuerdo a la disponibilidad de personal. Llega el momento en que difícilmente puedes operar con cuatro o cinco gentes ahí, ¿qué haces?,
“Se atraviesan días festivos, fines de semana y no hay quién cubra y nada más había tres trabajadores de honorarios, ellos son los que tienen que cubrir los fines de semana, días festivos. En época de reproducción hay que estar ahí día y noche en la incubación del huevo y todo eso, que no te falte el agua… El fin de semana también comen los peces, hay que cuidarlos y no hay gente…”, advierte Severo Flores.
Hay quienes aseguran que, aun en otoño – invierno, la temporada baja de producción en el Centro Acuícola, antes de la época de desove, los estanques de la granja se encontraban llenos de peces.
En un recorrido realizado por SEMANARIO en las instalaciones de la granja de peces, se pudo observar que la mayoría de sus reservorios, tanto rústicos como de concreto, así como sus salas de incubación y alevinaje, es decir, el área donde se coloca a los alevines, los peces que ya han nacido del huevo, se encontraban vacíos y sin actividad.
Sólo algunos estanques, donde invernan los sementales de bagre y carpa, se hallaban al tope de agua.
Cuestionado al respecto José Alfredo González Aguilar, uno de los biólogos del criadero, técnico - prestador de servicio, señaló que esto se debe a que en época invernal, la temporada baja en el Centro, las aguas se enfrían impidiendo la reproducción de los peces.
“Varios estanques rústicos y semirústicos se encuentran vacíos porque como es temporada baja, no es todavía la época de reproducción… Por eso se encuentran ahorita inhabilitados.
“La más intensa producción en el Centro Acuícola La Rosa es a fines de abril que ya tenemos dos millones de organismos de carpa nadando en un par de estanques y dos a tres estanques con reproductores de bagre de canal. De abril hasta agosto, tenemos todas las áreas ocupadas con organismos”.
En unas fotografías captadas entre los años 1990 y 2011 es posible observar la intensa actividad de siembre, incubación, cosecha, empaquetado y traslado, de millones y millones de crías de peces de agua dulce reproducidas en la granja La Rosa.
De aquellos tiempos queda ya sólo el recuerdo.
Y los testimonios, en tiempo pasado, de los piscicultores del Centro Acuícola.
Severo Flores dice que en los últimos años se han visto mermados los apoyos del gobierno federal para el mantenimiento de este criadero, cuyas instalaciones datan ya de tres décadas y media.
Cuando antaño la federación asignaba una partida de dos o tres millones de pesos, cada dos o tres años, para la reparación de la granja.
“En un tiempo sí se le estuvo dando mantenimiento, pero ya requiere una renovación total de los estanques que ya tienen filtraciones. Se requiere una importante inyección de recursos para rehabilitar y hacer un programa de manejo eficiente del agua, ese es el problema principal.
“Sí tu rehabilitas los estanques, si le metas geomembrana de plástico, vas a evitar filtraciones y vas tener un manejo más eficiente del agua, una recirculación del agua, que es lo que se requiere ahí, pero hay que inyectarle recursos y eso es lo que menos hay ahorita. En el Centro Acuícola se refleja el abandono por la falta de atención”.
Con todo y eso la granja de peces forma parte de los cuatro criaderos prioritarios, entre los ocho centros acuícolas federales que aún quedan en el país.
“A pesar de que vivimos en el desierto, con carencias de agua y todo, se ha mantenido este lugar…”, dice don Joaquín Hernández.