Décimo aniversario de los atentados de Anders Behring Breivik en Noruega

Usted está aquí

Décimo aniversario de los atentados de Anders Behring Breivik en Noruega

Una vista de los homenajes colocados en el monumento del 22 de julio a las víctimas de los ataques terroristas de 2011, fuera de la Catedral de Oslo, en Oslo, Noruega. Foto: EFE/EPA
A diez años del atentado perpetuado por el ultraderechista Anders Behring Breivik en la isla de Utoya y en Oslo que dejaron 77 muertos, Noruega sigue con la herida abierta.

La primera ministra noruega, la conservadora Erna Solberg, y su antecesor en el cargo, el socialdemócrata Jens Stoltenberg, llamaron hoy a levantarse contra el odio, en el décimo aniversario del doble atentado del ultraderechista Anders Behring Breivik, con 77 muertos.

"El terror del 22 de julio fue un ataque contra la democracia", advirtió la jefa del Gobierno, en un acto celebrado en el ayuntamiento de Oslo. 

"La respuesta debe ser el 'nunca más' al delirio del odio", apuntó por su parte el actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, por entonces al frente del Ejecutivo.

Los mensajes de ambos políticos centraron los primeros actos en este décimo aniversario del que fue el más grave ataque sufrido en Noruega en tiempos de paz, considerado un trauma colectivo para el conjunto de esta democracia avanzada.

Breivik perpetró su doble atentado, en dos fases: primero hizo estallar una furgoneta en el barrio gubernamental, que causó ocho muertos. A continuación siguió en otro vehículo hasta la isla de Utoya, donde se celebraban los tradicionales campamentos de verano de la Juventudes Laboristas, y allí mató a otras 69 personas.

Con su ataque pretendió castigar el modelo de sociedad abierta y multicultural noruega. En el campamento de las Juventudes Laboristas, adscritas al partido de Stoltenberg, se concentraban todos los años cientos de adolescentes, objetivo directo de su atentado. 

Breivik se entregó finalmente a la policía, tras haber disparado indiscriminadamente contra todo aquel que le salió al paso. La lentitud de las fuerzas policiales en llegar a la isla y la serie de errores o negligencias del operativo fueron objeto posteriormente de un amplio debate.

El autor del atentado, que antes de su ataque colgó un manifiesto exponente de su fanatismo ultraderechista, fue condenado a 21 años de cárcel prorrogables indefinidamente, tras un juicio marcado por sus provocaciones neonazis.

Desde la cárcel ha denunciado reiteradamente lo que considera un inhumano régimen de aislamiento.

A los actos de esta mañana en el ayuntamiento, primero, y en la catedral de Oslo, después, seguirán por la tarde una concentración en recuerdo a las víctimas en la isla de Utoya y, ya por la noche, un mensaje institucional del rey Harald dirigido a sus compatriotas. 

 

Unos atentados que conmocionaron Noruega hace diez años

 

Hace diez años dos atentados sacudieron Noruega en lo que se ha considerado como la peor tragedia nacional desde la segunda guerra mundial: en Oslo un coche bomba mató a ocho personas y, poco después, en la isla de Utoya, 69 personas que participaban en un campamento de verano fueron asesinadas por Anders Behring Breivik, un ultraderechista islamófobo.

 

LOS ATENTADOS

 

En la tarde del 22 de julio de 2011 la explosión de una camioneta cargada con 500 kilos de explosivos junto a un edificio del gobierno mató a ocho personas e hirió a una treinta en Oslo, además de causar importantes daños en el distrito gubernamental de la capital noruega. 

Una hora después Anders Behring Breivik, un fundamentalista cristiano ultraderechista, racista e islamófobo, llegó vestido de policía a la isla de Utoya, situada en el lago de Tyrifjorden, a unos 40 kilómetros de Oslo, donde 560 jóvenes participaban en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista noruego. 

En esta fotografía de archivo del martes 17 de abril de 2012, el acusado noruego Anders Behring Breivik hace gestos mientras llega a la sala del tribunal, en Oslo, Noruega. Foto: AP/NTB Scanpix

Breivik, que al llegar dijo que había sido enviado por las autoridades para proteger la isla, logró reunir a un grupo de jóvenes a su alrededor y comenzó a disparar contra ellos. Durante la hora siguiente el asesino recorrió lentamente la isla disparando de forma indiscriminada hasta acabar con la vida de 69 personas, 33 de ellos menores de edad, mientras el resto intentaba esconderse o huir, algunos a nado.

Cuando la policía se presentó en la isla, una hora después de recibir la alerta, detuvo al asesino sin que este opusiera resistencia. Las fuerzas de seguridad hallaron explosivos en el coche de Breivik y documentos antiislámicos en su casa que revelaban sus ideas ultraderechista e islamófobas.

Tres días después, durante su comparecencia ante el juez, Breivik reconoció la autoría de la masacre pero aseguró no sentir culpa porque iba a ser el desencadenante de su "revolución". Además, admitió que entre sus objetivos estaban el entonces jefe del ejecutivo, el laborista Jens Stoltenberg, y la ex primera ministra Gro Harlem Brundtland, también laborista 

Con su ataque, el terrorista aseguró que buscaba "salvar a Noruega y a Europa occidental de los musulmanes y del marxismo cultural", "castigar a la socialdemocracia" por "importar" islamistas y "limitar" el ascenso del Partido Laborista.

Aunque ante el juez Breivik afirmó que contaba con dos células de su organización, fue calificado por las autoridades como un "lobo solitario" que planificó y ejecutó sus ataques sin compañía alguna.

Servicio conmemorativo por las víctimas de los ataques terroristas de 2011, en Utoya, en las afueras de Oslo, Noruega. Foto: EFE/EPA

LAS RESPONSABILIDADES

 

El 18 de agosto siguiente la policía, cuya actuación y lenta respuesta ante al ataque había sido muy cuestionada, ratificó que había recibido dos llamadas telefónicas de Breivik en las que este se identificaba como "comandante" y pedía entregarse. Al término de la segunda conversación, una hora después del primer aviso acerca del tiroteo, el terrorista daba por finalizada su "misión".

En noviembre de 2011 el ministro de Justicia, Knut Storberget, que había sido criticado por la actuación de las fuerzas de seguridad, presentó su dimisión arguyendo razones personales y fue relevado por la ministra de Defensa, Grete Faremo. 

En marzo de 2012 la policía noruega admitió por primera vez que hubo fallos en su actuación y además de errores en la comunicación interna señaló que la lancha con la que se dirigían a Utoya naufragó por exceso de peso, lo cual retrasó la detención de Breivik. El informe presentado por una comisión de evaluación reconoció también una inoperatividad del sistema de alarma nacional.

En un primer análisis los dos psiquiatras que examinaron a Breivik dictaminaron que era un psicópata y que estaba legalmente incapacitado. Sin embargo, un segundo estudio determinó que estaba en plena posesión de sus facultades mentales cuando cometió los atentados, por lo que era penalmente responsable

El 24 de agosto de 2012 un Tribunal de Oslo consideró al acusado cuerdo desde el punto de vista penal y lo condenó a 21 años de cárcel prorrogables. Según la legislación noruega, tras cumplir la condena la Justicia puede seguir considerándole peligroso y aplazar su puesta en libertad por períodos de cinco años.

Las acciones criminales de Breivik han servido de inspiración a varios individuos detenidos cuando preparaban actos terroristas. Es el caso de Brunon K., detenido por la policía polaca en noviembre de 2012 cuando pretendía atentar contra el Parlamento con cuatro toneladas de explosivos, quien admiraba a Breivik y había mantenido contactos con él. También el del noruego Kristian Vikernes, detenido por las fuerzas de seguridad francesas cuando preparaba una "masacre".

La matanza de Utoya, considerada la peor tragedia en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial, ha sido llevada al cine en varias ocasiones, entre ellas en "Utoya Island" (2012), de Vitaliy Versace; "22 de julio" (2018), de Paul Greengrass; o "Reconstructing Utøya" (2018), en la que cuatro supervivientes reconstruyen en un escenario vacío su experiencia, y también se han realizado varias series y numerosos libros sobre la masacre.