“Cuando éramos ángeles”, la nueva novela de Beatriz Rodríguez

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“Cuando éramos ángeles”, la nueva novela de Beatriz Rodríguez

Beatriz Rodríguez entreteje el paso por la adolescencia de un grupo de amigos en su segunda novela, "Cuando éramos ángeles". Fotos Internet
En plena promoción de su segunda novela, Rodríguez ya está diseñando el esqueleto de su próximo trabajo, una saga ficticia de mujeres del siglo XX y su injerencia en el poder masculino.

En un pequeño pueblo de Andalucía aparece muerto uno de los propietarios de las huertas de la zona. A raíz de ese episodio, Beatriz Rodríguez entreteje el paso por la adolescencia de un grupo de amigos en su segunda novela, "Cuando éramos ángeles" (Seix Barral).

Rodríguez, nacida en Sevilla en 1980, cuenta esa transición a través de los jóvenes que viven o veranean en Fuentegrande, el pequeño pueblo imaginario enclavado entre la costa y la montaña que bien podría ser una especie de Vejer de la Frontera (Cádiz).

El líder de ese grupo es Fran Borrego, hijo del "cacique" del pueblo, abocado a sucederle en ese papel y que finalmente acaba muerto. Con él comparten juegos más o menos inocentes la hermosa Eugenia, que vive en la ciudad, Rosario, que acabará siendo su esposa, María, hija de madre soltera, y varios chicos que se convertirán en sus jornaleros o en fieles guardias civiles.

"En mi libro anterior -'La vida real de Esperanza Silva'- ponía mucho el foco sobre la infancia, que para mí es una época de construcción del mundo y aquí he puesto el foco en la adolescencia, en esa época que es sobre todo de deconstrucción, en la que nos tenemos que hacer libres de todo lo que hemos aprendido", cuenta Rodríguez en entrevista con dpa.

"En ese camino muchísimas veces nos convertimos en seres egoístas, crueles, que obedecemos a una moral de grupo como esclavos de la opinión de los demás, porque no tenemos la nuestra propia".

Esa etapa juvenil aparece en la novela a modo de flashback intermitente, alternado con la investigación actual del asesinato que lleva a cabo Clara, una periodista urbanita que dirige el periódico de la zona, volcada en su trabajo para enmascarar una complicada situación personal.

"Clara me da un contrapunto muy bueno, tiene el punto de vista urbano, es un personaje que tampoco quiere estar en Fuentegrande, que se ha educado en un ámbito totalmente distinto y da la mirada externa sobre el pueblo", explica la autora.

Algunas voces han comparado su libro con películas como "La isla mínima", que narra la investigación de un asesinato en las marismas de Andalucía, pero Rodríguez se desmarca del género de misterio.

"Tiene algunos algunos elementos de novela negra, por la muerte de Fran, pero el foco no estaba tanto en la investigación del asesinato como en la muerte en sí". Lo que la autora quería contar es más bien cómo ese espacio "de aislamiento y claustrofóbico" que es el pueblo para muchos personajes crea mucha violencia a su alrededor, impulsada o ejercida principalmente por Fran Borrego.

"El flashback está marcado mucho por la violencia que toca a todos los personajes y era fundamental que culminara en una muerte, que es la expresión máxima de la violencia, pero no tanto por la vía de la novela negra de intriga, sino por la vía de la violencia en sí", aclara.

Rodríguez, que como muchos treintañeros españoles pasó sus veranos en un pueblo, recrea con acierto la esencia de aquellos días de descubrimiento, amistad y libertad. "Cuando lo escribía pensaba en la libertad que nos daban en aquella época. Yo tengo sobrinos pequeños que veranean ahora en ese pueblo y en absoluto tienen esa cancha que nos daban a nosotros. Yo me iba a las cuatro de la tarde, volvía a las 11 de la noche, me duchaba y me iba otra vez", recuerda. "Creabas tu mundo en ese espacio".

A esta autora, que además dirige la editorial digital Musa a las 9, le soprende que haya una coincidencia entre creadores en volver al mundo rural.

"Hemos vuelto la mirada hacia un sitio en el que no nos hemos criado, que puede ser desconocido aunque hayamos pasado los veranos. Esa sincronicidad en el tema me llama la atención generacionalmente, así como hubo una generación que puso la mirada mucho en la ciudad, porque venían del campo y era lo que les llamaba la atención".

En un momento en el que la vuelta a los pueblos se ha convertido en una opción para algunos jóvenes, Rodríguez asegura que "no tenía ninguna intención de idealizar" el mundo rural. "No se debe idealizar nada, porque idealizar es caer en un tópico o en una generalización (...) en lo rural hay cosas estupendas y hay cosas terribles, el espacio pequeño al final lo que te da son limitaciones".

En plena promoción de su segunda novela, Rodríguez ya está diseñando el esqueleto de su próximo trabajo, una saga ficticia de mujeres del siglo XX y su injerencia en el poder masculino.

Pero antes puede que se cuele entre sus planes una adaptación cinematográfica de "Cuando éramos ángeles", que todavía no está cerrada pero en la que le gustaría participar en la elaboración del guión para poder aprender. Y aunque no le resulta fácil decantarse por un actor para encarnar a Fran, lo tiene más claro en el caso de María, una de las protagonistas: "Veo a Inma Cuesta, porque me parece muy potente”.