Clasismo y racismo 2018: El Norte dividido, la lucha por la burbuja
Por: Ramiro Rivera/Ilustración: Alejandro Medina
El cómputo oficial de las votaciones efectuadas el pasado 1 de julio fue tajante: Andrés Manuel López Obrador, candidato de la alianza electoral Juntos Haremos Historia obtuvo el 53.19 por ciento de los votos emitidos. La aplastante victoria derribó el pronóstico de quienes prometían una elección cerrada, basados en la idea de que el país se encontraba dividido en su postura política.
De inicio, el apabullante voto mayoritario a favor de AMLO indicaba que por primera vez en mucho tiempo el País coincidía en algo. Sin embargo, no en todos los rincones de la República la idea de unión fue entendida de manera positiva, sobre todo en el norte de México.
Desde las últimas horas del domingo pasado, cuando los primeros resultados del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) fueron anunciados, hasta el conteo final, los comentarios de los inconformes con los resultados comenzaron a colarse en las redes sociales. Sin embargo, a diferencia de otros casos en los que los derrotados sobrellevan el trago amargo de manera más o menos airosa, en esta ocasión lo hicieron con una fuerte carga de prejuicios.
El meme como vehículo de crítica ha sido la herramienta predilecta de los últimos años para manifestar todo tipo de idea o sentimiento, y es en esta convención que la sátira contemporánea ha encontrado su vehículo predilecto.
Sin embargo en esta ocasión el reclamo abierto, fue implacable y cruel. Y dado que los datos duros que respaldan a las boletas no pueden ser refutados, la inconformidad y sus ataques se enfocaron en aspectos periféricos, por ejemplo los partidos ganadores y sus simpatizantes. A saber: el color de piel y el extracto social de estos.
La lista es nutrida; va desde el nexo especulativo (obviamente) que, afirman, existe entre los partidarios de AMLO y su procedencia geográfica (centro y sur del país), al menosprecio y ataque a personas como Pedro César Carrizales Becerra, “El Mijis”, por su irrupción en la política nacional a pesar de haber sido víctimas de procesos de exclusión social.
En sí, los argumentos se resumen en lo siguiente: aquel que sea moreno, pobre y con un nivel educativo bajo, tiene altas posibilidades de haber votado por AMLO o cualquiera de los partidos que representaba (Morena, PT y PES). A partir de estas características nace la división que en estos días mantiene en vilo a la nación y dividida en redes sociales.
Durante años el mexicano ha vivido bajo el amparo y se ha escudado en el mito fundacional del mestizaje. Con este principio se asumen algunas “verdades” simplistas de lo que nos define como habitantes de esta nación, más allá de símbolos religiosos, políticos o deportivos:
— El mexicano es mestizo sin importar el color de su piel.
— Si el mexicano es mestizo, entonces no es racista.
— Históricamente (o por lo menos desde la Revolución), el mexicano está ligado a la clase trabajadora.
— Si el mexicano es trabajador, entonces no es clasista.
Con este simple dogma reduccionista se entiende que el arquetipo del mexicano de acuerdo al mismo mexicano es el de un mestizo de clase media y por lo tanto no distingue libre de prejuicios socioeconómicos, puesto que proviene del mismo caldo primordial de intercambio genético y capital limitado en el que (se supone) están insertados alrededor de 127.5 millones de paisanos.
Las opiniones recabadas en la Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México 2010 respaldan esta postura.
Dice que cerca del 90 por ciento de la población no justifica insultar a las personas por su color de piel. Incluso más del 70 por ciento considera muy positivo que la sociedad esté compuesta por personas de orígenes étnicos diferentes y más de la mitad opina que las y los mexicanos pueden construir una gran nación aunque tengan culturas y valores diferentes.
No obstante, la realidad pone a la vista una actitud menos tolerante. Según la misma encuesta, cuatro de cada 10 personas opinan que a la gente se le trata de forma distinta según su tono de piel.
¿El orgullo del Norte?
En tanto, el 80 por ciento de los encuestados cree que las personas insultan en la calle debido a este motivo, dio a conocer el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
A partir de esta discriminación latente que todos perciben, han atestiguado o han padecido, se crea una ramificación extensa de argumentos que pretenden descalificar una postura política mediante declaraciones poco fundamentadas pero que al insertarse en un imaginario determinado (el del noreste del País, por ejemplo) se convierten en verdad para muchos.
“Vamos a crear la República Separatista del Nuevo Reino de León y dejar de cargar las huestes huevonas del sur y centro de México”, dice el tuit del usuario que responde al irónico alias de Guevara68. En el mismo tenor se encuentra el tuit de @SanchezRGonzalo que dice: “NL está a la vanguardia y no es borrego de ningún Caudillo libertador”. Y, por su puesto, está @ARVillarreall con uno de los tuits más famosos de la última semana que propone lo siguiente:
“Deberíamos tener un Sistema de Elecciones como en Estados Unidos, no puede ser que los votos de alguien de Oaxaca, valgan lo mismo que los de alguien de Nuevo León”.
¿La justificación para todo lo anterior? Los prejuicios, sin lugar a dudas; algo a todas luces falto de sustento. Pero al final, ni siquiera el argumento electoral resulta contundente.
A nivel nacional, las opiniones no podrían ser más claras. El pasado martes la periodista Ana Francisca Vega en su columna en El Universal diseccionó el nivel escolar de las personas que votaron por López Obrador:
— Votantes con estudios universitarios y posgrados: 47 por ciento.
— Votantes que estudiaron preparatoria: 53 por ciento.
— Votantes que estudiaron secundaria: 53 por ciento.
— Votantes que estudiaron primaria: 44 por ciento.
— Votantes sin algún grado escolar: 49 por ciento.
Basados en los porcentajes queda claro que AMLO ganó con el voto de los mexicanos de cualquier escolaridad y no solo el concentrado de un grado específico.
Poder a medias
Por otra parte, para quienes basan sus críticas hacia la capacidad productiva de los votantes, las noticias también son malas para los defensores del mito del poderío económico norteño.
Así, para los que señalan que Nuevo León es la entidad que recoge la mayor cantidad de producto interno bruto en el país (PIB), la verdad es que la Zona Metropolitana del Valle de México se encuentra a la cabeza de esta lista.
El área conurbada de la capital de la República Mexicana produce casi un cuarto del PIB nacional, es decir el 23 por ciento, según la publicación Estudios Territoriales de la OCDE. Por su parte, de acuerdo con el estudio Indicadores Regionales de la Actividad Económica, elaborado por Banamex en 2012, Ciudad del Carmen y Campeche, encabezan una lista de 44 regiones metropolitanas cuya renta per cápita es de 89 mil 525 y 63 mil 184 dólares respectivamente.
Mientras tanto, el área metropolitana de Monterrey ocupa el cuarto sitio de la lista de Banamex con una riqueza por habitante equivalente a 17 mil 661 dólares y detrás de los neoleoneses la zona sureste de Coahuila (Saltillo-Ramos Arizpe) con 15 mil 113 dólares per cápita y Monclova 14 mil 825.
Otros estudios con datos más recientes como el indicador del IMCO llamado Medición de la Actividad Económica con Grandes Datos (Magda) posicionan al Valle de México con 25.59 por ciento de la producción del PIB nacional y añade como motores económicos del País a Monterrey, Guadalajara, Puebla y Querétaro.
De acuerdo con el equipo de verificación de datos Candidatum, el Valle de México obtuvo el primer lugar por tres razones: la primera, fue la región con mayor diversificación económica al registrar 918 sectores presentes, mientras que, el promedio nacional se mantiene en 579.
Segundo: el sector de transporte es, para la capital del país y su área conurbada, el mejor desarrollado del país, por lo que logró el primer lugar en el subíndice de Precursores con un total de 34 líneas más que el promedio y 26 aerolíneas contra cinco del promedio. Tercero: por contar con cinco sitios de la UNESCO lo que representa alta inversión extranjera directa, así como altos porcentajes de ocupación hotelera y flujo de pasajeros del extranjero.
El norte (particularmente la zona aledaña a la capital de Nuevo León) tiene lo suyo y mientras que la firma Standard & Poor’s (S&P) califica a San Pedro Garza García con un PIB de 25 mil 636 dólares por persona como el municipio más rico del país, lo cierto es que no representa la falsa realidad opulenta que un sector de esta entidad se empeña en mostrar.
De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) del Nuevo León hay 220 mil neoleoneses pobres, de los que se desprenden alrededor de 20 mil en condición de pobreza extrema, todos ellos habitando cerros zonas que la clase alta omite.
Epílogo: hay un negro en mi salón (¿o había?)
En épocas en que la corrección política era un rumor que venía más allá de la frontera norte, en cada grado escolar desde la primaria hasta la preparatoria había alguien que cargaba el apodo que ponía en evidencia su color: “prieto”, “chango”, “sombra”, “frijol”, “Memín” (en la década de los 60 y 70), “Tyson” o “Dalshim” (referencia de los 80) y ya en los últimos años del siglo XX “Kalimba”.
Si todo lo anterior falla, siempre queda Yahoo! Respuestas en donde sin demasiadas complicaciones uno puede encontrar lo siguiente: “¿Necesito Apodos Para Negros!?”. Y, por su puesto, una nutrida lista de respuestas se despliega ante nosotros.
La idea de un mexicano negro no pertenece al imaginario colectivo. Somos mestizos, el perfecto término medio; por lo tanto, no hay problema si se “bromea” un poco con aquel que tenga un tono de piel más oscuro que el promedio.
México es racista, pero a los mexicanos no nos gusta reconocerlo. ¿La defensa? La admiración mediática de celebridades como Beyoncé, Kanye, LeBron, Michael Jackson, aunque se haya blanqueado... ¿Cómo puede eso colocarnos como un país racista? Al contrario, estamos en buenos términos con la negritud, decimos como clasemedieros trabajadores mestizos.
Al mismo tiempo hemos adoptado como “nación responsable” estrategias similares a nuestros vecinos del norte.
Los apodos racistas cada vez tienen menos cabida en escuelas, el deporte y básicamente cualquier espacio público. El ámbito privado, por su parte, no nos preocupa demasiado, si así fuera no realizaríamos búsquedas en internet con marcada intención discriminatoria. ¿Y del clasismo? Mejor no hablemos de eso. En el norte todos somos ricos, o al menos eso decimos.
La pose de superioridad basada durante décadas en una idea de esfuerzo ante las adversidades y una autonomía con tintes separatistas hoy resurge y es cuestionado más que nunca gracias a los resultados de unas elecciones federales que pusieron en evidencia el clasismo y el racismo latentes en el pueblo mexicano del país y creen ser más productivos algunos proponen una separación 23% del pib produce el Valle de México.
DATOS
7.3% aporta al PIB Nuevo León, de acuerdo con el INEGI.
220 mil habitantes de NL viven en pobreza.
20 mil sobreviven pobreza extrema.