Círculo de Oro: Aldegundo Garza, fundador del Museo de las aves
La vida estaba ahí. Posada en un arbusto. En forma de un pajarito rojo que cuando alzó el vuelo, como una braza al viento, incendió en Aldegundo Garza de León una pasión lo suficientemente extraña como para nombrarla a sus cuatro años, pero tan seductora que no pudo resistir el llamado: dedicar su vida al estudio, cuidado y preservación de las aves.
Arrojado a la caza en su juventud, a los 30 años ya contaba con una colección de entre 85 y 90 pájaros. Dispuestos en vitrinas dentro de su casa, la voz se corrió de a poco y con ella llegaron curiosos en busca de la colección. Primero personas en solitario; de pronto ya eran grupos; al tiempo turistas e investigadores. El impacto en la ciudad fue tal que en 1978 su domicilio estaba listado como parte de los atractivos de la ciudad.
Para 1993, con una colección de mil 500 ejemplares, el sueño se convirtió en realidad: fundó el Museo de las Aves. Don Aldegundo donó su colección al recinto que hoy, 27 años después, ha recibido más de 2 millones de visitantes y cuenta con más de 3 mil ejemplares entre los disecados y animales vivos.
No lo dice a diario, pero el fundador del museo tiene un secreto. Siempre quiso ser un ave. Quizá no se ha dado cuenta que en sus actos está la libertad de cualquier pájaro que navega con las alas abiertas al viento.