Brujas en Saltillo; la inquisición investigó a cuatro mujeres por prácticas de brujería

Esta historia tiene hechizos con uñas, sangre y plantas alucinógenas, amor, infidelidad y muerte en una villa del Siglo XVII (a menos de 100 años de su fundación). La magia forma parte de la vida cotidiana en Nueva España, y una mujer es acusada de brujería

Poción de sangre, uñas y chocolate para dominar al hombre

“Sí, yo traté de amarrar con hechizos a mi esposo Juan de Voz Mediano porque me daba mala vida a mí y a mi hija y porque él tenía mala amistad con Francisca de la Cerda y San Miguel”, confesó Gerónima Sotomayor para “descargo de su alma” ante el Comisario del Santo Oficio de la Inquisición de la Villa de Santiago del Saltillo, Juan Villarreal, el 22 de enero de 1665. Gerónima respiró aliviada: confesarse significaba tener un “seguro”, un ticket directo al Cielo, el reino donde la esperaba la vida verdadera y repleta de abundancia, no como esta sombra llena de dolor, carencias y pobreza. Al menos eso creía la gente de la Nueva España en el Siglo XVII.

El interrogatorio de la Inquisición se realizó en la parroquia de Saltillo, donde ahora se encuentra la Catedral de Santiago, pero no se trataba de esa iglesia estilo barroco y neoclásico, con una torre de 81 metros de altura, no, esa fue construida a partir de 1745 y terminada en 1800. La parroquia de la década de 1660 era un edificio modesto, pequeño, con un atrio que también era utilizado como camposanto, rodeada de casitas chaparras. Donde ahora está la calle de Allende corría una acequia: al oriente se ubicaba la Villa de Santiago del Saltillo, para españoles, criollos, negros y mestizos; y a la derecha, San Esteban de la Nueva Tlaxcala, un pueblo de indios. Entre ambas comunidades compartían 2 mil 400 habitantes cuando la Inquisición inició un juicio contra cuatro mujeres por brujería.

Gerónima, mestiza de 42 años, y su hija María de Voz Mediano y Sotomayor que también dio testimonio al Comisario del Santo Oficio, dijo que se cansó de los engaños y golpes de su marido, que tendría entre 45 y 50 años, y por eso fue con Mariana de la Fuente, una viuda, anciana, partera, también mestiza, con la cara amoratada y vagabunda conocida en la villa. “Coja unos huesos de difunto, muélalos y espolvoréelos sobre la ropa de su marido, con eso dejará su amistad con esa mujer, pero para que tenga efecto no use imágenes ni reliquias de ningún santo, no rece, ni invoque el nombre de Jesús  ni de María, y si ve una víbora y se le enreda al cuerpo, no invoque a Dios, no se espante aunque vea a un perro prieto, no, mejor háblele”, le aconsejó Mariana. Y Gerónima le ordenó a un hijo que fuera por huesos a la parroquia, ella los molió y los echó en la ropa de su esposo. No pasó nada. Juan de Voz Mediano siguió su relación con Francisca de la Cerda, una joven mestiza de 20 años.

 

Entonces Gerónima se quejó otra vez de la mala vida que le daba su marido, pero ahora con Catalina de San Miguel y su hija Magdalena, la primera de más de 50 años y la segunda de más de 40. Ellas, solteras y mestizas, le aconsejaron que tomara una flor grande y dijera “sin Dios ni santa María” durante una hora para que su esposo no tuviera más vida o durante más tiempo para que él tuviera la vida como ella quisiera. Pero Gerónima no lo hizo. Al menos eso confesó al Comisario de la Inquisición en Saltillo, Juan de Villarreal, de acuerdo a las casi 40 fojas del proceso que terminó en 1670 y se encuentran el Archivo General de la Nación en la Ciudad de México.

“Pues mientras tú no quieres hacerlo, Francisca de la Cerda le da agua con sangre de menstruación y uñas de manos y pies a tu esposo”, le dijeron Catalina y Magdalena, y le recomendaron que fuera a una casa donde no se hubiera barrido desde hace muchos días y buscara unos gusanillos pequeños, los cogiera y los moliera con unos zacatillos que ellas incluso le llevaron a su casa. Gerónima se negó de nuevo. “Allá tú… nosotras la vimos… nosotras la ayudamos a darle la última sangre del menstruo, mezclada con puyomate, polvo de uñas de manos y pies, con chocolate para que tu hombre la quisiera”, aseguraron frente a su hija María.

Gerónima volvió con Mariana de la Fuente. “Eso tiene remedio. Lávese las partes bajes y las sobaqueras y dele a beber esa agua a su marido”, recomendó, pero Gerónima se negó. Por eso fue con el Comisario Juan Villarreal, quien mandó el testimonio a la sede en de la Inquisición en ciudad de México. Tardaron dos años en responder. No sólo había mala comunicación entre la capital y la frontera norte del dominio español, es decir, la Villa del Santiago del Saltillo, además los caminos eran peligrosos y era un trayecto de cerca de tres meses.

La indicación por parte del Inquisidor y Fiscal Juan de Ortega y Montañés fue: investigue, consiga testimonios de vecinos de buenas costumbres que no tengan querellas personales con las acusadas; es decir, realice el proceso que marcaba el Santo Oficio de la Inquisición, que en toda Europa ejecutó a aproximadamente 45 mil personas por brujería entre los siglos 14 y 17, en su mayoría mujeres, aunque algunos historiadores mencionan hasta 9 millones de ejecuciones.

 La magia era parte de la vida cotidiana

“Estas prácticas son cotidianas [en esa época]… y hasta que este simbolismo de las brujas tiene un impacto físico, yo creo que es cuando hay un problema”, explica el historiador Alan Orlando Caballero Barrera, quien obtuvo su título con la tesis “Las expresiones de la brujería en cuatro causas del Santo Oficio de la Inquisición en la villa de Santiago del Saltillo (1665 – 1670)”, dirigida por el Dr. Carlos Manuel Valdés Dávila.

La gente del siglo 17 en Nueva España diferenciaba entre una bruja y una hechicera. Y ese conocimiento se derivó de la Iglesia católica que en 1233, encabezada por el papa Gregorio IX, se creó el Santo Oficio de la Inquisición para combatir la herejía, porque el hereje corrompe, es un criminal. Durante los siglos 11 y 12, antes de que se creara la Inquisición, ya había linchamientos populares contra personas que consideraban malignas o a quienes les atribuían ser la causa de enfermedades y accidentes. Desde la antigüedad la gente buscaba una explicación, encontraba respuesta en dioses, veía signos, señales en las estrellas del cielo, en el vuelo de las aves, en sueño, malformaciones congénitas, terremotos, eclipses, erupciones, pestes, fenómenos naturales y más eventos. Con el cristianismo, diversas creencias y ritos se fusionaron. La Inquisición buscó un orden dentro de ese caos de creencias, incluso sacerdotes escribieron libros con los pasos que debían seguir los inquisidores, un manual para actuar, también todo los que sabían sobre brujas y demonios, y cómo estos se relacionaban con la gente y la engañaba. Era la Edad Media.

Para la Iglesia, “la hechicería viene de ‘hacer’, ‘hechuras’, y eso lo ponen los inquisidores; o sea, la hechicera es la que te hace los amarres, es la que te hace las curaciones, no se mete con cuestiones del diablo; la bruja sí. La bruja, está implícito que tiene un pacto con el demonio y no hace cosas buenas, hace el mal”, aclara el historiador Alan Caballero.

En España la Inquisición empezó en 1474 y tenía 16 tribunales para todo un reino de 500 mil kilómetros cuadrados. En el México colonial había solo un tribunal para 3 millones de kilómetros cuadrados. Y a diferencia de lo que se cree, el Santo Oficio estaba compuestos por abogados, sacerdotes en derecho canónicos, que no se encargaba de juzgar a los indígenas, sino a los españoles y negros, pero el orden jurídico empezó a tambalear con la dinámica de mestizaje y el crecimiento de los territorios habitados.

“En el siglo 16, o sea, 1500 en Europa, es el boom: es donde hallas cacerías de brujas... En 1600 en Europa ya se relajó la persecución de brujas. En México no hay persecución de brujas porque a la Inquisición no le conviene, pues ¿qué le saca si son mestizos?... La Inquisición tiene que ver de dónde vive, ¿quiénes tienen dinero?, pues los judíos. Entonces empiezan a perseguir judíos, a ellos sí los queman, sí les quitan las cosas, sí les roban; el caso más clásico del norte es el de Luis de Carvajal [conquistador, fundador del Nuevo Reino de León; la Inquisición mata a su hermana, lo manda a prisión y le confisca sus bienes]”, explica Caballero Barrera.

La Inquisición castigaba gravemente la herejía, pero no tanto así la superstición, incluso se podría decir que había cierta tolerancia, como en el caso que ocurrió en la Villa de Santiago de Saltillo a menos de 100 años de su fundación, pues la hechicería, es decir, preparar pócimas con fluidos corporales y otras plantas con poderes curativos y alucinógenos como el peyote, hongos o puyomate (de origen americano), eran parte de la superstición. También la adivinación mediante cartas, fuego, el movimiento de los astros, la interpretación de los sueños o hablar con los muertos. Lo que cruzaba esa frontera era la brujería, pues implicaba un pacto con el demonio.

 

 Culpan a Mariana por asesinar a un bebé

En 1668  el Comisario Juan de Villarreal llamó a diferentes personas, mestizos y españoles, para que dijeran si conocían o habían oído de alguien que tuviera huesos de difuntos e hiciera bebidas con hierbas, y si sabían de alguien que mezclara menstruación y uñas con comida y bebidas, y por último que opinión tenían de las acusadas.

El resultado fue que todos tuvieron una opinión negativa de Mariana de la Fuente, que aunque tenía 52 años era considerada una anciana debido a la esperanza de vida de la época. En grupo se burlaban de ella y le llamaban “La Maldona”, pero si estaban solos con ella le tenían miedo.

En el juicio, un testigo relató que Mariana había ligado o amarrado a otro hombre hace años, que hacía pócimas con huesos, uñas, menstruación y plantas. Una testigo dijo que Mariana tenía una serpiente coralillo que le ayudaba a encontrar personas y que la mujer se movía de noche en una forma que no era humana. Otro testigo refirió que escuchó que un familiar de Mariana de la Fuente narró que vio tres luces cerca de un arroyo, escuchó cornetas y un canto que decía “de Zacatecas venimos, al Reino vamos y en Saltillo estamos”; es decir, que vio y escuchó a brujas en un ritual. Otro testigo contó que Mariana había asesinado al bebé recién nacido de una pareja de indios tlaxcaltecas en el pueblo de la Nueva Tlaxcala. El Comisario mandó llamar a la pareja, que declaró que una noche Mariana los visitó con un niño en brazos,  pidió que le dieran leche y se lo criaran. En el siglo 17 no era extraño que abandonaran bebés afuera de las casas y que estos fueran criados para que sirvieran a la familia, no como hijos, sino como sirvientes que no recibían dinero.

La pareja se negó a recibirla. Mariana se enojó y se fue. A la mañana siguiente, el bebé tlaxcalteca amaneció muerto, con un agujero en el ojo, como comido por una rata, y otro como chupado. Y afuera de la casa se vio rondar a una india borrada que era criada de Mariana. Entonces los vecinos culparon a Mariana.

¿Por qué asesinaría a un bebé con tanta saña? La tradición y los documentos dicen que las brujas mataban bebés para sacarles la grasa, mezclarlas con hierbas alucinógenas y fabricar un ungüento que untaban en palos de escoba. Al frotarlo entre sus piernas absorbían más rápido el efecto psicodélico durante sus reuniones o aquelarres, junto al fuego, desnudas, quemando la cabeza de un macho cabrío. Por eso se decía que las brujas volaban en escobas y reían y cantaban.

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Caso cerrado

Sobre Francisca de la Cerda, Catalina y Magdalena de San Miguel, los testigos dijeron que eran mujeres de buenas costumbres y sí conocían las prácticas que hacían con sangre, huesos, plantas.

El Comisario Juan de Villarreal informó que las cuatro mujeres, Mariana, Francisca, Catalina y Magdalena, eran humildes y muy pobres, a veces iban a misa aunque casi nunca podían porque ni tenían con qué trasladarse, y que todas le parecían mujeres de buenas costumbres. Pero sobre Mariana:

“Tiene muy malas opiniones en general en esta villa, es tenida por bruja aunque en lo exterior no lo demuestra, antes muestra devoción y de ejercicio es partera… es en extremo pobre y mendiga, de seguro padece dolores y tiene el rostro moreteado”, reportó por escrito al Santo Oficio con sede en la ciudad de México. La respuesta llegó en 1969 y fue contundente: investigar a Mariana por brujería.

En 1970 el Comisario Juan de Villarreal recibe la orden de seguir con el juicio, pero Mariana ya había muerto de vieja, de menos de 60 años, seguramente en la calle. “Murió en esta villa a 2 de enero de este presente año y la enterré en la iglesia parroquial”, es decir, donde ahora sería la calle de Hidalgo del centro histórico de Saltillo.

La muerte tiene la última palabra

¿Qué pasó con Juan de Voz Mediano, el esposo de Gerónima y amante de Francisca? Durante el proceso de la Inquisición, un día, Gerónima Sotomayor y su hija María se cansaron de la mala vida que les daba y lo mataron de múltiples hachazos en la cabeza mientras él cenaba. En la noche arrastraron el cuerpo a la acequia, dejando un rastro de sangre hasta su casa. El archivo del Santo Oficio en el Archivo General de la Nación en la Ciudad de México no establece la fecha y no ahonda en el caso.

Gerónima y María fueron encarceladas, que en ese entonces se ubicaba en el Palacio de Gobierno, que tampoco se parece al que ahora se encuentra frente a la Catedral de Santiago y la Plaza de Armas de Saltillo, pero vecinos de la villa las ayudaron a escapar.

Pese la violencia con que mataron a un hombre, el pueblo parece que las perdonó. También aunque Francisca de la Cerda, Catalina y Magdalena de San Miguel, todas de clase baja, solteras y parteras, practicaban hechizos con el fin de someter la voluntad de un hombre, no gozaban de mala fama, por el contrario, la gente las consideraba mujeres de buenas costumbres. ¿Por qué no perdonaron a Mariana de la Fuente si ella también era pobre, viuda, partera y fabricaba pociones? ¿Por qué les provocaba fascinación y miedo?

Cerca de 15 años después, el Comisario del Santo Oficio en la Villa del Santiago de Saltillo, Juan de Villarreal, murió demente en Zacatecas.

Una historia totalmente norteña

“Es algo muy curiosa la vida de ella [Mariana] y de las mestizas, esto te habla de un panorama mestizo, es lo más importante; ya no estamos hablando del español ni estamos hablando tampoco del indígena, estamos viendo aquí cómo las dos culturas han sincretizado y ya estamos en una problemática mestiza”, explica el historiador Alan Caballero.

La herencia múltiples ritos y creencias europeas antes del cristianismo, la religión cristiana, elementos de herbolaria con plantas americanas, más las características propias de una sociedad dinámica, en la entonces frontera más alejada de la capital de Nueva España, todo se mezcla para contar un relato propio de la Villa del Santiago del Saltillo de la década de 1660, después que la comunidad atravesara una crisis económica.

Además, un rasgo norteño que aparece en la historia es la india borrada, criada de Mariana de la Fuente. “Los indios borrados son de aquí de la región, eso es bien importante, ya estamos hablando de un indio del norte, y ellos tienen como característica que se hacen escarificaciones en la cara: se cortan para que les salgan cicatrices”, aclara Caballero Barrera.

El caso de estas hechiceras y brujas de Saltillo ocurrió casi 30 años que los juicios masivos en la entonces colonia inglesa de Massachusetts, hoy estado de Massachusetts, Estados Unidos, en los que sí se ejecutaron y quemaron personas acusadas de brujería entre 1692 y 1693.