Así cambian ellas década por década

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Así cambian ellas década por década

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Ni las arrugas de los 30s ni las roturas de huesos de los 50s, pueden arruinar lo que está por venir después de los 60s: el merecido pico de felicidad de la mujer.

‘Nadie se baña dos veces con la misma agua, aunque siempre lo haga en el mismo río’. Lo dijo Heráclito allá en la Grecia Antigua. Parafraseándolo, podríamos afirmar que nadie tiene la misma anatomía a los 20 que a los 30 o a los 50 años. Al menos, sin un buen cirujano plástico, un generoso presupuesto para medicina estética y regenerativa, cosméticos, odontólogos y tiempo para hacer deporte. 

Ahí están Madonna o Brad Pitt como vivo ejemplo de ello. Pero nos vamos a centrar en el caso de las féminas comunes y corrientes. Sometido a los avatares del paso del tiempo, el cuerpo de la mujer se irá modificando paulatinamente de una manera diferente a la masculina. Sepa cómo y por qué.

A LOS 20s
Aparecen las primeras infecciones vaginales. Es también la edad en la que ellas empiezan a tomar en serio el gimnasio y el deporte, con todos sus beneficios y consecuencias. 

Las menstruaciones empiezan a llegar cíclicamente. Es también la época dorada del deseo sexual.

Se perfilan las curvas. La estabilización hormonal puede traducirse en pequeñas acumulaciones de grasa en el pecho, las caderas y los muslos, para dar lugar a la silueta típica de una fémina, más redondeada que la adolescente. Es un proceso natural en el que el tejido adiposo se incrementa durante la edad adulta y luego se estabiliza a nivel subcutáneo.

La lubricación vaginal funciona al 100 por ciento.

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Irse de fin de semana con las amigas a la playa y tomar el sol como si no hubiera un mañana, tiene consecuencias.

No a corto plazo, pero cada exposición al sol deja una huella en la capacidad de producir melanina y en la capacidad de los fibroblastos de producir colágeno y elastina. 

Esto se traduce en manchas y arrugas a los 40s, aunque cada vez hay más jóvenes que se preocupan por la salud de su piel.

A LOS 30S
El 35 por ciento de las mujeres mayores de 30 años sufre de acné. El estrés y la contaminación que tapa los poros son los principales culpables.

Con el embarazo y la lactancia, las mamas aumentan de volumen y tienden a caer. Suele haber ganancia de peso exagerada (se dilatan los tejidos, lo que deriva en flacidez).

Los cambios hormonales incrementan la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Esto ocasiona hinchazón y sangrado de las encías y facilita la entrada de bacterias que pueden provocar una infección. Por eso hay que extremar la higiene dental durante la gestación.

Con hijos o no, en la treintena el cuerpo comienza a perder vigor porque el organismo relaja la producción de colágeno, que es la proteína que da soporte a los tejidos. Aquí es donde empieza el proceso de envejecimiento.

Ya no es tan fácil adelgazar. Las encuestas señalan los 38 años como la edad fatídica promedio en la que, si no hay cuidados específicos, se pierde la batalla contra la balanza.

Hacia el final de esta década es cuando inicia la escolgada de la piel. Si a los 15 el rostro muestra unas mejillas orondas y una barbilla afilada (el llamado ‘triángulo de la juventud’), a los 30 el relieve de la cara se invierte. Aquí intervienen dos factores: la pérdida de grasa en los pómulos y la gravedad, que tira de los tejidos hacia abajo. El resultado son arrugas en forma de triángulo, como el arco nasogeniano (los surcos a ambos lados de la boca). Puede que también se multipliquen ‘las patas de gallo’. 

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A LOS 40s
¿Ser madre? Misión casi imposible. La maternidad pasados los 45 es factible, pero casi siempre con reproducción asistida. A partir de los 40s, la probabilidad de que una mujer tenga un bebé de manera natural es inferior a 5 por ciento. Además, los hijos tienen más riesgo de padecer enfermedades, ya que los óvulos no tienen la misma calidad que cuando se es más joven.

Hacia los 48 años, el 25 por ciento de las mujeres sufre de ‘alopecia difusa’, una especie de calvicie femenina. No es una calva evidente como la de los hombres, pero se entrevé el cuero cabelludo.

A LOS 50S
La bajada de estrógenos en la menopausia causa una inevitable pérdida ósea. Una de cada dos mujeres mayores de 50 se romperá un hueso debido a la osteoporosis. 

En esta década las damas tienen que bregar con los efectos de la menopausia, que suele presentarse a los 50 años: apatía sexual, decaimiento anímico, insomnio, aumento de grasa corporal y pérdida de masa muscular. 

A esta edad (50 o más) por lo regular hay sobrepeso. Y los niveles de grasa corporal suelen estar cercanos a 35 por ciento, aunque no es raro que lleguen a 40 por ciento.

La piel se afina, pierde firmeza y se vuelve seca, debido a la menor producción de colágeno y al mal funcionamiento de las glándulas sebáceas. 

No se alarme si sube la factura del odontólogo. Al segregar menos saliva se consigue un aumento en las caries dentales. Además, el desgaste de los huesos de las encías, que sujetan las piezas dentales, deriva en la posible pérdida de alguna pieza. Pida que le hagan dos limpiezas dentales al año para mantener la placa a niveles mínimos. 

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A LOS 60s
El baile hormonal ha terminado. Y usted decide aceptar su cuerpo tal como es. Los orgasmos son más débiles y la lubricación vaginal menos intensa, pero ha ganado (y mucho) en el conocimiento de buscar sus propios anhelos.
la sexualidad en esta franja de edad está llena de mitos y tabúes, y de cierta incomprensión por parte de la sociedad y la familia. 

Las migrañas desaparecen en el 70 por ciento de los casos. Y la reducción en los niveles de estrógenos provoca una disminución en el tamaño de los folículos pilosos corporales. Lo que quiere decir que puede despedirse de las molestas depilaciones. 

Aunque usted no lo crea, es en esta década cuando la mayoría de las mujeres experimenta su pico de felicidad.

Según un estudio británico es entre los 60s y los 70s cuando la dicha inunda a la mujer con más fuerza que nunca.