Agua alcalina, un balance vital
Por: Anna F. Ramírez Castilla
Comencemos por definir lo que significa que una sustancia sea catalogada como alcalina.
Acidez y alcalinidad son dos conceptos químicos que se utilizan para referirse al tipo de iones (como el hidrógeno y el calcio) que se encuentran presentes en un líquido, digamos en el agua (iones son los componentes de una sustancia que se encuentran disueltos en un líquido). Por ejemplo, la sal de cocina es una sustancia cristalina, químicamente llamada ‘cloruro de sodio’. Si esa sal se agrega al agua sus cristales desaparecen porque al disolverse en el agua se han convertido en iones de sodio y iones de cloro.
Como resultado de la ionización, hay sustancias que son ácidas, como el limón, y sustancias que son alcalinas, como el jabón.
Las sustancias que no son ácidas ni alcalinas, se dice que son neutras (como el agua, por ejemplo).
Los valores de acidez y alcalinidad se refieren a una escala que va de cero a 14, y que se miden con un aparatito llamado ‘potenciómetro’. La escala que va de cero a 14 se llama ‘Escala de pH’ o Escala del ‘potencial hidrógeno’).
Según esa escala, los valores cercanos a cero son ‘muy ácidos’, y los valores cercanos a 14 son ‘muy alcalinos’.
Al valor de pH 7.0 (el punto medio entre cero y 14) se llama ‘neutro’ porque no es ni ácido ni alcalino.
Un valor de pH 6.8 se define como ‘ligeramente ácido’, mientras que un valor de pH 7.2 se considera ‘ligeramente alcalino’.
Ahora entremos al tema que hemos preparado para los lectores: la llamada ‘agua alcalina’ y sus beneficios para la salud.
Un concepto dual
Para el organismo humano, una hidratación alcalina y antioxidante tiene un importante papel para combatir la acidosis y el estrés oxidativo. La hidratación alcalina nos ayuda a mantener el balance ácido-alcalino de nuestro cuerpo y a disfrutar de un estado saludable.
En todas las actividades de nuestra vida debemos tener presente este balance ácido-alcalino así como el aporte de antioxidantes, sobre todo si realizamos una actividad física intensa o prolongada, como puede ser correr o salir a trotar o a caminar.
Para comprender mejor qué es el balance ácido-alcalino primero hemos de conocer el concepto de homeostasis, que está íntimamente relacionado con el valor del pH de nuestra sangre.
Veamos de lo que se trata
Nuestro organismo tiene un diseño alcalino y todas las funciones metabólicas para obtener energía son acidificantes. Producen desperdicios ácidos que se vierten en nuestros fluidos internos, como la sangre. Por tanto estos desechos deben ser excretados y neutralizados rápidamente para evitar una alteración de nuestro balance ácido–alcalino.
En condiciones normales de reposo nuestra sangre tiene un estricto valor de pH entre 7.35 y 7.45. Nuestra buena salud depende de la capacidad fisiológica del cuerpo para mantener la estabilidad del pH de la sangre en torno a esos valores. Esta capacidad del organismo es lo que conocemos con el nombre de homeostasis.
Cualquier actividad en nuestra vida diaria hace que esos valores tiendan a modificarse. Cuanto mayor sea la intensidad de la actividad, mayor será esa desviación. Por ejemplo si participamos en carreras de fondo, el pH puede pasar de 7.35 a 7.45 hasta valores de 7.15 a 7.25.
Cuanto más rápido logremos restablecer los valores normales de pH de reposo de 7.35 a 7.45 después del ejercicio, menor será la fatiga, más rápida la recuperación, menos predisposición a las lesiones y menos riesgo para la vida.
Valore el aporte hídrico
Aproximadamente el 60% del peso de nuestro cuerpo es agua. De ella el 65% se encuentra en los fluidos intracelulares, y el otro 35% en los extracelulares. La sangre constituye un 70% de todos nuestros fluidos extracelulares. De ahí la gran importancia de mantener una buena hidratación.
Podemos clasificar la hidratación que hacemos habitualmente a nuestro organismo en tres tipos:
1. Bebidas procesadas (pH menor a 7), que acidifican el organismo.
2. Agua de la llave (pH=7), que diluye la acidez (pero hay que recordar que el agua de la llave contiene cloro).
3. Agua alcalina (pH mayor a 7), que alcaliniza el cuerpo.
El aporte hídrico, por lo tanto, es de vital importancia en nuestra vida diaria, y mucho más si hacemos una actividad intensa de forma habitual.
A través de una alimentación e hidratación alcalina adecuada podemos contribuir a mantener el correcto balance ácido-alcalino. Esto puede suponer la diferencia entre un agotamiento prematuro o una gran resistencia, entre sufrir dolores musculares o tener recuperaciones rápidas, entre padecer lesiones por fatiga o tener unos músculos bien tonificados.
No obstante, la acidificación de nuestro organismo no es la única consecuencia negativa de un ejercicio intenso o una dieta desequilibrada. También debemos hablar del estrés oxidativo.
Le diremos lo que implica
El estrés oxidativo es un concepto reconocido por la comunidad científica a nivel mundial. Se refiere a la diferencia entre la cantidad de oxidantes y antioxidantes existentes en nuestro cuerpo en un momento dado.
Un mayor estrés oxidativo significa un aumento de los oxidantes externos frente a una disminución de los antioxidantes internos.
Uno de los efectos del exceso de oxidantes es la aceleración del envejecimiento de las células y tejidos. Pero no solamente eso, sino que además nos hace más propensos a contraer más enfermedades, debido a que produce un mayor deterioro de nuestro sistema inmunológico.
De ella el 65% se encuentra en los fluidos intracelulares, y el otro 35% en los extracelulares. La sangre constituye un 7% de todos nuestros fluidos extracelulares. De ahí la gran importancia de mantener una buena hidratación.
60% del peso de nuestro cuerpo es agua.
Beneficios del agua alcalina
A continuación los efectos del agua alcalina sobre varios estados del cuerpo.
Longevidad
En el año 2016 fue publicado un estudio en el cual se llegó a la conclusión de que había una desaceleración del envejecimiento. Sin embargo, no podemos afirmar de forma categórica que en seres humanos alargue la vida. Sino que previene el envejecimiento celular.
Reflujo gástrico
La enzima pepsina es fundamental para el mecanismo fisiopatológico del problema del reflujo, y responde al pH del estómago. La pepsina es estable en un pH de 7.4 y puede ser activada por la subida de los iones de hidrógeno. Un estudio publicado en el 2012 muestra que el agua alcalina con un pH 8.8 mantiene a esta enzima inactiva. Los investigadores concluyen que el agua alcalina tiene buena capacidad para desactivar la pepsina. Así el consumo de esta agua es beneficioso para pacientes con reflujo, en asociación con un tratamiento médico adecuado, si el problema fuese grave. El agua alcalina no es un producto mágico, sino que contribuye a frenar o equilibrar cualquier ‘problema’ que haya en el cuerpo.
Diabetes
En Julio del 2016, se realizó un estudio en la Universidad de Vigo, sobre la influencia del agua alcalina ionizada en diabetes tipo I. En dicho estudio se constató una gran mejoría en apenas 2 meses de los indicadores del nivel de radicales libres en el páncreas (catalasa, tbars).
Problemas cardiovasculares
Este estudio también demostró una disminución importante de triglicéridos en sangre. Además, otro estudio realizado por ‘Eisenberg et al (1986)’, demuestra una íntima relación entre la eficiencia del magnesio con las arritmias cardiacas y la muerte súbita cardiaca. Estudios más recientes también concluyen que el agua alcalina ionizada puede disminuir la presión arterial debido a la presencia de altas cantidades de magnesio.
Osteoporosis
Existe una alta relación del pH ácido con la osteoporosis. Nuestro metabolismo óseo es extremamente sensible a las alteraciones del pH sanguíneo. De esta manera, mientras más ácido es el pH, mayor es la reabsorción ósea, tal como muestran los estudios de ‘Burckhartd et al (2009)’, donde el consumo de agua alcalina, parece disminuir los niveles de PTH (hormona responsable de elevar la reabsorción ósea).
Higiene bucal
Hay varios estudios donde se demuestra que las caries se desarrollan en un ambiente ácido.
En fin, el agua alcalina ionizada (antioxidante) es un producto beneficioso en todos los sentidos.
> La autora, Anna F. Ramírez Castilla, es mercadóloga. Su producto está avalado por la nutrióloga Olga Magallanes.
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