3 errores que terminan destruyendo cualquier relación

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3 errores que terminan destruyendo cualquier relación

Foto: Tomada de Internet
¿Por qué será tan fácil equivocarse a la hora de amar? Esa lucha continua entre lo que PIENSAS que debes hacer, lo que SIENTES que debes hacer y lo que los demás te DICEN que debes hacer puede armar un tornado interior

¿Por qué será tan fácil equivocarse a la hora de amar? Esa lucha continua entre lo que PIENSAS que debes hacer, lo que SIENTES que debes hacer y lo que los demás te DICEN que debes hacer puede armar un tornado interior y hacerte DESTRUIR lo que tienes en menos de un par de minutos. Acompáñame a analizar estos 3 errores y NUNCA más destruirás otra relación.

NO DESTRUYAS MÁS TU FELICIDAD cometiendo estos errores

1. Dejamos de diferenciar lo que queremos de lo que él quiere

Primer GRAN error de nuestras vidas. En nuestro afán por buscar a ese hombre que nos entenderá, amará, protegerá contra viento y marea; ese hombre a quien no le tendremos que explicar cómo somos, por qué somos así, o por qué actuamos así; ese hombre que conocerá nuestra alma y que querrá lo mismo que nosotras, estamos DISPUESTAS a todo (hasta a renunciar a lo que queremos).

Cuando creemos haber encontrado a ese hombre, nos desvivimos por él, hacemos todo por él, y eso nos hace felices.


¿El problema?

Nos confundimos. Queremos agradarle, queremos ser su alma gemela, y a todo le decimos que sí. Analógicamente hablando, si la manzana fuera nuestra fruta preferida y descubrimos que la de él es la naranja, decidimos que desde ahora… nuestra fruta preferida será la naranja.

Él está convencido que a los dos nos gustan las naranjas y es feliz con nosotras. Nosotras al principio también lo somos, porque después de todo, la naranja no sabe tan mal. Pero a medida que el tiempo paso, el haber dejado lo que preferíamos por su preferencia, comienza cobrar peso y valor; esto nos lleva a nuestro GRAN segundo error…

2. Cobramos el balance de un sacrificio que NADIE nos pidió que hiciéramos

Llevas semanas, meses, años comiendo naranjas todos los días porque sabes que a él lo hace feliz, sin recordar que él no sabe que tú en realidad preferirías comer manzanas, al menos, cada tanto.

Un día, él se enoja contigo porque llegaste unos minutos tarde o porque olvidaste comprar leche, y tú piensas: “¿Se enoja porque no compré la leche, cuando yo por meses he venido sacrificando lo que yo quiero por él?”. En ese momento pierdes los estribos y le cobras por TODO.

¿El problema?

Él no sabía que a ti te gustaban las manzanas. Él no sabe que tiene una deuda pendiente contigo y que en realidad tú no eres feliz.

¿Cómo llegamos hasta este punto?

Llegamos a esto, porque nos perdemos a nosotras mismas en el camino, porque renunciamos, o porque sin ni siquiera preguntarle si él estaría dispuesto a comer manzanas contigo una vez por semana, tú tomas todo el peso en tus hombros y haces ese sacrificio que NADIE te pidió.

Las cosas se salen de proporción y el final casi nunca es bueno.

3. Escuchamos a todos y a todo, en lugar de escucharnos a nosotras mismas

¿Le mando un texto, o lo ignoro?

¿Le digo que lo que hizo me dolió, o le sigo el juego para que no se enoje?

¿Será que si me alejo por un tiempo él va a venir a buscarme?

¿Debo darle las gracias por todo lo que hace por mí? Él nunca me agradece por lo que yo hago, etc., etc., etc.
Podría hacer una lista de miles de preguntas que le he hecho a mis amigas acerca de algo que yo debería haberme respondido a mí misma. Tenemos TANTO miedo de perderlo que no queremos equivocarnos, y por ello es que nos EQUIVOCAMOS.

La bendita inseguridad y miedo a no tenerlo más en nuestra vida, nos lleva a analizar las cosas una y otra vez haciendo que nos equivoquemos más y más.

¿La solución?

Estas son mis nuevas reglas:

Si algo me dolió o me molestó, NUNCA sigo el primer impulso. Es decir, no actúo arrebatadamente, porque en el 99 por ciento de los casos, lo que hago es un error.

Me detengo, pienso de nuevo y actúo de acuerdo con este segundo o tercer impulso, presentimiento o cómo más te guste llamarlo.

Me enfoco más en lo que yo quiero, es decir, en lo que yo sé que me haría feliz a mí, que en pensar en lo que a él lo haría feliz. Y aunque pienses que esto es equivocado, no lo es. Si pones la felicidad de él delante de la tuya, terminarás sacrificándote y luego cobrándole por algo que él no te pidió.

Si siento que necesito la opinión de mis amigas, la pido, la escucho atentamente y luego decido sólo pensando en mí.
Conclusión: Sólo si te pones a ti primero que todo y todos (especialemente de él), podrás encontrar a tu verdadera alma gemela. Hasta que no hagas esto, NUNCA serás feliz de verdad.