Los 7 pecados capitales: ¿en tu relación de pareja?

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Los 7 pecados capitales: ¿en tu relación de pareja?

Existen siete pecados capitales: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. No dejes que estos pecados entren en tu relación de pareja. Te damos una lista de virtudes para vencerlos

Los así llamados “Siete pecados capitales”, son la clasificación que hace la iglesia católica sobre los vicios más graves en que pueden caer las personas. La palabra capital hace referencia a que estos pecados son el origen del resto de pecados, según Tomás de Aquino.

Así tenemos siete pecados capitales: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. ¿Será posible que estos pecados se cometan en una relación?

1. Soberbia

La soberbia o el orgullo es uno de los pecados que más daño hacen a la vida matrimonial. Cuando el orgullo despierta en tu casa y se acomoda en todos los rincones, ten por seguro que el dolor será otra visita inesperada. Cuando no tienes en cuenta a tu cónyuge, cuando la maltratas o la ignoras, dejas que la soberbia se alce sobre vosotros.

Lo contrario a la soberbia es la humildad La palabra humildad viene del latín y nos remite a la palabra “humus”, que es la parte más fértil de la tierra. Si le das lugar a la humildad en tu vida ten por seguro que tu matrimonio será un campo fértil donde crecerá el amor y la paz.

2. Avaricia

Una persona avara es aquella que acumula bienes para sí y no los comparte. Seguramente te dices, pero si yo entrego el sueldo completo a mi familia, sin embargo cuando no eres capaz de compartir la totalidad de tu corazón y te reservas algo, ya estás siendo avaro. Lo contrario a la avaricia es la generosidad y un corazón generoso es aquel que se da plenamente, donde no hay lugar para el interés personal sino de la pareja y la familia. El generoso no espera resultados, el avaro solo da, si sabe que va a recibir algo a cambio. Un matrimonio donde reina la generosidad se percibe a simple vista. Ambos se enriquecen en todos los sentidos.

3. Envidia

Cuando te comparas con tu cónyuge, sientes celos por sus logros, crees que tu pareja no debería estar alegre si es que tú te has levantado de mal humor. Es entonces que el pecado de la envidia ya ha enquistado tu vida. El envidioso no disfruta nunca nada de lo que tiene, porque siempre desea que le sucedan las cosas buenas que le suceden a otros y se ubica en el lugar de víctima. No desesperes, la envidia se vence con la caridad.

4. Ira

La ira es ese fuego que se enciende con cada enojo y quema y destruye todo a su paso. Cuando el enojo se pone entre ambos cónyuges, el divorcio es un trámite a la vuelta de la esquina. Los enojos que se acumulan, tarde o temprano estallan en ira. Para no destruir tu matrimonio, debes aprender a expresar el enojo y la discrepancia de una manera efectiva y positiva.

Uno de los pasos esenciales y simples es preguntarte si vale la pena alzar la voz y enojarte. Para vencer este pecado, practica la paciencia y el diálogo.

5. Lujuria

Hoy en día este pecado se cuela en los hogares con el simple deslizar de un dedo sobre una pantalla. Chatear en lugares donde te incitarán al sexo, mirar pornografía y hacer comentarios positivos a escenas o contenidos obscenos es dejar que la lujuria arruine tu relación.

Cuando miras pornografía, haces de tu cónyuge un objeto lujurioso con el cual satisfacerte y, si no te satisface o no resulta como las imágenes que viste, terminarás buscando fuera de la relación. Para luchar contra este pecado, vive la castidad, viendo a tu cónyuge tal como es, no busques desfigurar su identidad y quieras que se asemeje a los personajes de las escenas pornográficas.

6. Gula

El pecado de la gula no se trata solamente de comer todo a tu paso, también incluye ingerir todo aquello que te haga daño, como las drogas, el alcohol. La gula puede vaciar tu alacena pero también puede arruinar tu vida, con accidentes de tránsito por sobre ingesta del alcohol, provocarte una muerte súbita por tener tus pulmones contaminados, pero sobre todo la mayoría de las infidelidades comienza con una cena entre amigos que se te fue de las manos. Para vencer este pecado nada mejor que la templanza: beber y comer con medida.

7. Pereza

La pereza comienza cuando no quieres hacerte cargo de tus responsabilidades, cuando no eres capaz de luchar por esa meta que se han puesto juntos, buscar la forma de recuperar a ese hijo descarriado o desatender tus valores espirituales. La pereza no necesita una hamaca paraguaya para entrar en tu relación, alcanza con dejar que otros se hagan cargo de tus obligaciones, ya sea el Estado, tus familiares o solo tu cónyuge cargue con el peso de las cuentas. Para vencer la pereza, comienza con tener deseos de ser más responsable y practica la diligencia.

No dejes que estos pecados entren en tu vida, mucho menos en tu relación de pareja. Cultiva las virtudes que necesites para vencerlos.