A 20 años, pervive el legado de Armando Castilla Sánchez, el periodista que logró ser el mejor promotor de Saltillo

El recuerdo del hombre que apostó por el periodismo y el desarrollo de Saltillo, sigue indeleble como un impulso para el desarrollo de Saltillo y Coahuila

A 20 años de su partida, el legado que don Armando Castilla Sánchez heredó, sigue vigente en la sociedad coahuilense.

Con el paso del tiempo, las anécdotas en torno a él se mantienen vivas. Un hombre que, como definió en algún momento el empresario Pedro Luis Martín Bringas, fue el balance y el equilibrio del poder.

“La gente que tiene poder friega a los de abajo, pero Armando, a pesar de tener el poder, también tenía el balance, porque ayudaba a los que lo necesitaban”, dijo Martín Bringas en una entrevista con VANGUARDIA.

Y así siguen historias que tuvieron parteaguas que marcaron la vida de la comunidad.

Uno de los grandes amigos de Castilla Sánchez fue a quien solía llamar su tocayo: Armando Fuentes Aguirre, “Catón”.  

“Su gran legado y herencia pienso que fue su familia, pienso que fue su periódico y fue ese concepto de Saltillo como una ciudad que tenía derecho a la modernidad, a la transformación, al cambio”, ha señalado Catón.

El doctor Luis Córdova Alveláis, destacado cardiólogo y amigo de don Armando, lo ha calificado como uno de las personas más importantes de nuestra ciudad.

“Una frase que recuerdo de él, fue una vez que le pregunté que si no le daba miedo publicar algunas cosas y él me contestó: ‘Claro que a veces me da miedo, pero hay que publicarlo por el bien de la sociedad’”, recuerda Córdova.

 

EL PERIODISTA QUE PROVOCÓ LA RENUNCIA DE UN GOBERNADOR

El ex gobernador Eliseo Mendoza Berrueto calificó a Castilla Sánchez como el mejor reportero de VANGUARDIA.

Mendoza Berrueto rememora que fueron grandes amigos, aunque de repente esa cercanía se volvía difícil ante lo que califica como “travesuras” que don Armando hacía con el periódico.

En la historia también se documenta que en 1981, gracias a las denuncias periodísticas de VANGUARDIA sobre enriquecimiento ilícito, corrupción y tráfico de influencias que se hicieron ante la Cámara de Diputados, al gobernador de Coahuila en ese entonces, Óscar Flores Tapia, no le quedó más que renunciar a su cargo.

Para muchos, don Armando es recordado como el periodista que tumbó a un gobernador.

Decía Ryszard Kapuscinski, el gran reportero polaco, que para ser un buen periodista, había que ser buena persona, y Castilla lo era, según palabras de sus amigos.

“Era muy buena persona, desde con la gente que reparte el periódico, hasta con la gente más encumbrada”, sostiene Armando Guadiana, empresario y senador coahuilense.

Por su parte el alcalde de Torreón, Jorge Zermeño, destaca la vocación de Castilla.

Lo recuerdo como un hombre que vivió el periodismo con mucha intensidad. Periodista de ideas firmes y valores que lo llevaron a dirigir sus periódicos con una voz crítica que otros no se atrevieron a hacer”, dijo.

Su visión siempre emprendedora y constructiva para que se generarán empleos, para que hubiera un mayor desarrollo económico”.
Enrique Martínez y Martínez, empresario y ex gobernador.

LA VISIÓN EMPRESARIAL QUE HEREDÓ A LA REGIÓN

Que este periódico se llame VANGUARDIA no es casualidad. Don Armando tenía una mirada que apostaba por la vanguardia, por una visión empresarial de largo alcance. “Él pensaba en grande, sus proyectos eran ambiciosos y a veces excedían por mucho la capacidad de pensamiento y de acción de los saltillenses de antes, que eran más bien conservadores y dados, quizá, a una excesiva prudencia. Él, en cambio, era amigo de los grandes proyectos”, asevera su amigo Catón.

El fundador de VANGUARDIA vislumbraba a Saltillo como la “Detroit de México”. Con esa visión, Castilla Sánchez construyó el hotel Quinta Dorada y el restaurante Pour la France en una zona que bautizó como la Zona Dorada.

Francisco Duarte Villegas, director general de Plomex, calificó a Castilla Sánchez como una persona con una agilidad extraordinaria para tomar decisiones correctas.

Mientras que Enrique Martínez y Martínez, empresario y exgobernador de Coahuila, lo recuerda como un emprendedor y procurador del bienestar para Saltillo y Coahuila.

“Era un hombre visionario y algo que lo caracterizaba siempre era su entusiasmo, su amor por Saltillo y por México, él era promotor de grandes proyectos siempre. Su visión era mega, él tenía una gran visión y hacía proyectos grandes”, afirmó Martínez y Martínez.

Fue un hombre de negocios, pero sin duda su vocación y por lo que merece ser recordado es por la pasión con la que vivía el periodismo”.
Jorge Zermeño Infante, alcalde de Torreón.
Ilustración: Federico Jordán

EL HOMBRE FILÁNTROPO

Entre las múltiples donaciones de terrenos que realizó, hay una que el padre José Rodríguez Tenorio nunca pudo olvidar. Don Armando facilitó el predio donde se construyó en Torreón el Santuario y la imagen monumental del Cristo de las Noas, un sitio que actualmente es referencia para quienes visitan la ciudad lagunera.

“Un día estaba yo bajando block y cemento de mi camioneta, aquí en lo alto del Cerro de las Noas, y de reojo vi llegar a Armando; yo todavía no lo conocía, pero sabía quién era, se acercó y me dijo: ‘Padre, vine a ver por qué usted ha empezado a construir en mi terreno, sin siquiera tomarme en cuenta’, y yo le contesté: ‘Porque eres un hombre de un gran corazón, y sé que me vas a ayudar a levantar aquí el Santuario y la imagen monumental del Cristo de las Noas’, recordó el sacerdote hace unos años.

Antonio Martínez “La Bola”, el popular voceador de la calle Victoria, recordaba que Castilla Sánchez era muy conocedor de las necesidades de la gente y era muy audaz.

“A mí me regalaba 100 Vanguardias todos los días. Él miraba que nosotros en realidad hacíamos el esfuerzo por sacar adelante la venta y él valoró nuestro trabajo y nos ayudó, por ejemplo, con el fondo de ahorro, con lo cual compramos el edificio del sindicato que está en Múzquiz”, señaló Martínez unos años antes de fallecer.

Federico Jordán, ilustrador y artista, afirma que encontrarse con don Armando fue significativo en su vida.

“Un año después que falleció, en un momento pesaroso de mi vida, le visité en su tumba por la mañana y coloqué una rosa en su tiesto. Ahí, en el silencio del panteón apareció de la nada un colibrí que se acercó a la rosa, se alimentó de ella y se fue. En la sincronicidad del evento mi tristeza desapareció y retornó su paternal abrazo”, rememora Jordán.

Pedro Pérez, uno de los editores de mayor experiencia en la redacción de VANGUARDIA, recuerda cómo sin decirle más, de pronto le regaló un auto.

“En aquel entonces, yo salía a las 3 de la madrugada, y era peligroso cruzar por el barrio de Ojo de Agua rumbo a la Bellavista donde vivía, entonces esperaba en la redacción a que amaneciera y así pasara la primera combi.

“Una madrugada de tantas, estaba dormido sobre un escritorio en plena redacción en espera del transporte, llegó don Armando y me despertó, preguntó que qué hacía aquí tan tarde, le expliqué lo que sucedía, escuchó atento y me invitó a seguir dormido, pues aún faltaban unas horas para que comenzara a circular el transporte.

“A los pocos días se paró en recepción, y gritó ‘Prieto, son tuyas si las cachas’. Obvio me agarró de sorpresa, pero como pude las atrapé en el aire, eran las llaves de un cochecito Renault 5 color verde, y dijo, ‘para que ya no tengas que quedarte a dormir en el escritorio esperando transporte, dime si funciona bien’, ese fue su primer automóvil allá por 1980”.

Así era don Armando Castilla Sánchez, conocido como “El Gordo” por sus más cercanos. Empresario, periodista, padre, amigo, hijo, filántropo.

Un hombre cuyo recuerdo es indeleble para esta ciudad, porque su legado se mantiene vivo.

(Con información de Sandra Gómez y Paloma Gatica )