Luego del festejo patronal y bajo un cielo lluvioso, miles de feligreses fueron llegando a su cita al filo de las 17:00 horas, para presenciar el ascenso de la sagrada imagen a su altar, tras nueve días de intensa actividad eclesiástica.

En el evento solemne se escucharon rezos, alabanzas y hasta se avistaron algunas lágrimas derramadas por los creyentes, que se arremolinaban en todas las entradas de la capilla para obtener un destello de la imagen más preciada. 

Durante la homilía que ofreció el obispo de Saltillo, fray Raúl Vera López, advirtió a los feligreses que no basta haber acudido al novenario “para ganarse el reino de los cielos”; y dijo que el aprendizaje que se dejó durante todas las misas que empezaron a partir de las 05:30 de la mañana, fue la traducción del mensaje que ha dejado durante sus homilías el Papa Francisco. 

Después de que el obispo emérito Francisco Villalobos inciensara la imagen, un grupo de siete hombres vestidos de negro, pasó a realizar el ascenso de la imagen con sus manos cubiertas con guantes de latex.

Después de varias maniobras que duraron más de 10 minutos, por fin el Santo Cristo de la Capilla fue colocado en su altar, entre los aplausos de los feligreses que provocaron la nostalgia en algunos, de volver a tener un contacto tan cerca con su santo patrono hasta el año próximo. 

Algunas leyendas de la ciudad cuentan que el Santo Cristo de la capilla llegó a Saltillo hace 409 años sobre el lomo de un burro, aunque la versión más aceptada es que fue el caballero Santos Rojo quien lo trajo después de una expedición en Jalapa, Veracruz, entre 1607 y 1608.