China alista su primera reunión del G20

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China alista su primera reunión del G20

Un voluntario atiende a periodistas en el centro de prensa de la Cumbre del G20 en Hangzhou, China. Foto: EFE
Con motivo de la cumbre, China emitió sellos de correo especiales e incluso creó nuevos "monumentos" para la ocasión: la bandera china y las letras del G20 se han escrito en un mosaico realizado a partir de arroz, maíz, pimiento y sésamo.

Ya en el siglo XIII, Marco Polo describió la ciudad oriental china de Hangzhou, que albergará el próximo domingo y lunes la cumbre del G20, como uno de los lugares más bellos del mundo; además, un proverbio chino describe la metrópolis llena de ríos y puentes como un paraíso en la Tierra.

Pero la cúpula china ha preferido no confiarse demasiado y lleva tiempo trabajando duramente en los preparativos para el encuentro de jefes de Estado y Gobierno de los principales países industrializados y en vías de desarrollo del planeta.

Que los países anfitriones se esfuercen en la organización no es nada nuevo. También en Hamburgo, donde se celebrará el G20 de 2017, los preparativos ya están en marcha desde hace tiempo. Sin embargo, en Hangzhou, China ha hecho un despliegue difícil de superar: el Gobierno ha destinado ingentes sumas a desarrollar la infraestructura de la ciudad, ampliando carreteras y la red de metro y poniendo en servicio una nueva flota de autobuses eléctricos.

Con motivo de la cumbre, China emitió además sellos de correo especiales e incluso creó nuevos "monumentos" para la ocasión: la bandera china y las letras del G20 se han escrito en un mosaico realizado a partir de arroz, maíz, pimiento y sésamo.

El objetivo es claro: hacer brillar a Hangzhou cuando el domingo y el lunes lleguen los líderes de los principales países del mundo.

Y para ello era necesario acabar con otro de los grandes problemas que sufren la mayoría de las grandes ciudades chinas: el smog. Si todo transcurre según lo previsto, la obligatoria foto de grupo de mandatarios como Barack Obama, Vladimir Putin o Angela Merkel, entre muchos otros, tendrá como fondo un cielo azul.

De forma similar a como hizo el país durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, las fábricas interrumpirán la producción a un radio de 300 kilómetros en los alrededores del lugar de la cumbre y los habitantes de Hangzhou tendrán vacaciones y se les incentivará a salir de la ciudad con cupones de viaje.

Tras los minuciosos preparativos se esconde algo más que la típica hospitalidad china: "El papel de anfitrión en la cumbre del G20 es extraordinariamente importante para la cúpula china", explica Mikko Huotari, del instituto para China Merics de Berlín. "Internamente ofrece buenas noticias a su propia población e imágenes impresionantes de cómo los más poderosos del mundo le hacen la corte a China".

China acogerá esta semana la primera cumbre del G20 organizada por Pekín, que será, de hecho, la mayor reunión internacional de jefes de gobierno que tiene lugar en este país. Foto: EFE

Pero también de cara hacia fuera la cumbre lanza un importante mensaje: "Que China ha llegado definitivamente al escenario internacional".

Ya hace dos años, la segunda mayor economía del mundo mostró su aspiración de liderazgo, cuando con motivo de la organización del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) en Yanqi-See, cerca de Pekín, construyó un hotel Kempinski acristalado de forma esférica. Con el anuncio de la inversión de miles de millones de dólares en la región, China impresionó entonces a sus vecinos del Pacífico.

También en Hangzhou, China quiere centrar sus esfuerzos en la economía y en posibles impulsos a la estabilización de la economía mundial azotada por la crisis. "Casi todo girará en torno a la economía", asegura Shi Yinhong, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Popular de Pekín. La cúpula china también quiere obtener resultados ejemplares para demostrar la capacidad de actuación del G20.

Además, desde hace tiempo China sabe bien cómo hacer ruido contra los países del grupo del G7 de los principales países industrializados. Para Pekín, el grupo integrado por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos y Reino Unido está superado.

Pekín cree que esos países, que ahora sólo representan el diez por ciento de la población mundial, no están en situación ni tampoco tienen el derecho de gestionar por sí solos problemas globales. Por eso, para Pekín es extraordinariamente importante que el G20 de este año sea un verdadero éxito.

Sin embargo, se corre el peligro de que se caigan de la mesa temas cruciales. "China intentará, como anfitrión, dejar el menor espacio posible a temas explosivos", considera un diplomático occidental.

El conflicto en el mar de la China Meridional, donde Pekín mantiene una disputa abierta con sus vecinos y que tiene una gran importancia para el comercio naval internacional, será limitado, en el mejor de los casos, a conversaciones bilaterales al margen del encuentro. "Y los chinos preferirían dejar el tema fuera”.