VILLA MANÍA

Si Francisco Villa viviera, ya sería millonario con el negocio que han hecho de su nombre. Aquí la crónica de cómo el ingenio del pueblo mexicano ha esparcido al General en pócimas, jabones, lociones, veladoras, altares, plegarias milagrosas y más…

Por: Jesús Peña
Fotos: Roberto Armocida 
Edición: Kowanin Silva
Diseño: Edgar De La Garza

El perfume de Pancho Villa, dicen por ái, es para atraer a las muchachas, pero yo no lo quiero comprobar, me da no sé, como que miedo a lo oculto, a lo desconocido.

No quiero…

Pero le juro a usté, por lo más sagrado, que me hubiera gustado mucho empezar esta crónica diciendo algo así como… “Hoy me puse la loción de Pancho Villa y todas cayeron rendidas a mis pies”, u “Hoy me bañé con el jabón de Pancho Villa y fui simplemente irresistible”, pero no, no me puse la loción, le saqué, pa qué lo engaño, me ganó el miedo, ¿qué quiere?

Ah eso sí, me compré mi buena esencia, “Pancho Villa”, una botellita cuadrada que tiene la fotografía del general, él, vestido de camisola, sombreo negro y ancho, barba de varios días, y dentro de la botellita un fluido rojo que es, según la vendedora de la yerbería del centro donde la compré, una especie de loción, pero más concentrada.

Vaya usted a saber.

¿Perfume de Pancho Villa?, pa las mujeres. Bueno, dicen ¿verdá?, por eso es aquello de ‘Pancho Villa y sus dos viejas en la orilla”
Juan Francisco, devoto de Pancho Villa.

La chica resultó estudiante de ingeniería en sistemas, de paso católica y dijo “sinceramente yo no creo en esas cosas, entonces este…”.

“¿Será que si me la pongo agarre novia? ¿Tú crees?”, le pregunté, la nena sólo agachó la cabeza y sonrió.

Entonces fui con Juan Francisco López, fiel devoto de Pancho Villa que ha convertido su casa en un auténtico museo repleto de souvenirs del general, para preguntarle:  

“¿Perfume de Pancho Villa?, pa las mujeres. Bueno, dicen ¿verdá?, por eso es aquello de ‘Pancho Villa y sus dos viejas en la orilla’”.

Recuerdo que me dijo Francisco la mañana que lo visité en el altar monumental que montó en la sala de su casa, a honras del general, con imágenes, discos, playeras, periódicos, libros y hasta tequila.

“Hay tequila Pancho Villa y otro que se llama Carabina 30 – 30. Puro pa hombres…”.

Y eso no es todo, si viera usté cuánta cosa…  

La familia de Francisco tiene cientos de objetos enmarcados en sus paredes, es como entrar a un museo.

De veras que me quedé espantado cuando recorrí las yerberpias de la ciudad y mire lo que me jallé:

Quesque perfumes de Pancho Villa por aquí, veladoras Pancho Villa por allá, sahumerios Pancho Villa, polvos de Pancho Villa, jabones de Pancho Villa, esencias Pancho Villa, baños de despojo Pancho Villa, loción de Pancho Villa, “la original” eh, spray Pancho Villa, bustos de Pancho, estatuas de Villa, retratos de Villa, amuletos de Villa, escapularios Pancho Villa, puros de Pancho Villa y oraciones a Pancho Villa.

“Al espíritu Mártir de Pancho Villa: Gran general revolucionario, en el nombre de Dios nuestro señor, invoco a los espíritus, que te protejan para que me ayudes, así como ayudaste en el mundo terrenal a los necesitados, así como venciste a los poderosos, así como hiciste retroceder a tus enemigos. Así te pido tu protección espiritual para que me libres de todo mal y me des el ánimo necesario y el valor suficiente para enfrentarme a lo más difícil que se me presente en la vida. Amén”.  

“Sí, se venden mucho. Dicen que Pancho Villa es muy milagroso, que lo que le pidan les cumple. Muchas personas hasta le tienen altar. Es para lo que le pidan, él les ayuda en todo”, me dijo Layila Mariby, la dependienta de una tienda de productos místicos que está por la calle de Acuña, mientras se dejaba fotografiar con una estatua del general hecha de resina.  

“Aquí se ve muy gordo”, disparó Armocida, nuestro reportero gráfico.

Y cada que entraba yo en las susodichas yerberías pensaba: pero cómo es posible que en pleno siglo XXl, en la época, llamada por los humanistas, de la sociedad del conocimiento, todavía haya gente que crea en hechizos y esas cosas,

Si le digo que me quedé de a cuatro cuando los yerberos y brujos que consulté, me contaron que esta devoción al general Doroteo Arango, alias Pancho Villa, tiene por lo menos unos 15 años en Saltillo y que todos los días hay más gente que se une a sus filas. 

Es un buen negocio, eso que ni qué, para las yerberías y tiendas de productos esotéricos.

Entonces a Armocida, el fotógrafo, se le ocurrió que sería bueno preguntarle a alguien sobre los dineros que deja este negocito.

En menos que canta un gallo me puse en contacto con Romist, une compañía situada en Apodaca, Nuevo León, que se dedica a la elaboración y distribución de artículos místicos, para que me hablaran sobre sus ganancias.

Hasta ahorita no me han contestado y lo único que sé es que la tal empresa exporta a Estados Unidos y Puerto Rico, ái nomás.   

“Sí hay muchos que toman el nombre del general, a veces, para hacer cosas ilícitas, para aprovecharse de la necesidad de la gente, pero no debe ser”, me dijo muy enojada la Hermana  Andrea, una de las principales impulsoras de la veneración al general en Saltillo.

Este hogar tiene las paredes tapizadas de fotografías del General Francisco Villa, hasta en la recamara y la cocina
Hay tequila Pancho Villa y otro que se llama Carabina 30 – 30. Puro pa hombres…”
Juan, devoto de Pancho Villa.

Y si viera que hay pa todos los gustos y de todos los precios: que colguijes de Villa desde 30 pesos, estampitas de 20 pesos, veladoras de 35 pesos, perfume de 60 pesos, polvos Pancho Villa de 10 de pesos, bustos que cuestan 150 pesos, jabones de 20 pesos, estatuas de 200 pesos, sprays de 50 pesos, sahumerios en 10, escapularios de 40 pesos. polvos de 20 pesos, esencias 20 pesos, loción de 15 pesos uuuuh…

“¿La loción?, según esto te hace más de que ‘yo puedo’, por ejemplo si vas a conseguir un trabajo, ya ves que muchos andan todos débiles, andan todos así como que ‘hay no quiero’ o se sienten inseguros, incapaces de poder, dicen que Pancho Villa les da fuerza, liderazgo para salir adelante en esa situación. Viene mucha gente ‘es que yo fui con Pancho Villa y me hizo esto y me concedió lo otro’, ya depende de cada uno, es la fe que uno le pone a él, lo que funciona es la fe”, me dijo la encargada de una yerbería de la colonia Zaragoza, reacia a las fotografías y a dar su nombre.

Qué diría el general Villa, y sus Dorados, si supiera lo que ha hecho la infame mercadotecnia con su figura de bandido generoso, Robin Hood mexicano y amigos de los pobres…

“Ah muchachitos…”.

“Los productos esotéricos se venden como curiosidad, no se les atribuye ningún poder especial. La cuestión es la preparación que lleven esos productos. Una veladora ‘x’ viene de fábrica, los inciensos, los spray, todo viene de una fábrica. La preparación que les hacen las personas que trabajan en el esoterismo, la brujería, o la fe que tú puedas tener, es lo que mueve las energías. Una luz siempre ayuda, un incienso, un aroma siempre ayuda, porque atrae buenas vibras”, me explicó  Gilberto Castillo, experto en esoterismo y propietario de otra yerbería de la calle de Pérez Treviño, en el centro.  

La mayoría de estos productos, según me contaron los yerberos, vienen de Monterrey o de la Ciudad de México y poseen supuestas propiedades ocultas.

“Este polvo actúa según sus pensamientos”, leí con estupor en la etiqueta de uno de estos artículos.

 “Ay hombre… son aguas, ya tú nomás les pegas una estampita de Pancho Villa y listo, la gente cree y lo que importa es la fe, ¿no?”, me dijo Rubí Jaques, la dueña de un expendio de mercaderías mágicas.

Qué impresión…

-      ¿Por qué la gente sigue a Villa?

-    La gente lo toma como un guerrero, como alguien que hizo mucho. De ser un ranchero ignorante hizo bastante, mucha gente por eso lo sigue, por todo el poder que alcanzó en su tiempo y por todo lo que logró.

La venta de productos de Villa es un éxito en la Ciudad, mucha gente vuelve porque le atribuyen poderes mágicos al revolucionario.
La gente lo toma como un guerrero, como alguien que hizo mucho. De ser un ranchero ignorante hizo bastante, mucha gente por eso lo sigue”
Rubí, comerciante.

Una veladora de Pancho Villa, por ejemplo, dijo Rubí, funciona así:

Agarras un papelito, un papel cualquiera, pones tu nombre y tu deseo, haces un agujerito en el cebo de la veladora, metes el papel en el agujerito, la prendes y en lo que la veladora se consume, magia, tu deseo de que te vaya bien en el trabajo, tu negocio, en todos los problemas cotidianos, que tengas salud, dinero y amor, se ve cumplido.

Órale, una veladora de Pancho Villa que arregla vidas, pensé.

La receta de los baños Pancho Villa, que son unos botecitos de esencia con olor, va de que te des un regaderazo diario durante una semana untando tu cuerpo con estas esencias. Al final un duchazo, y notarás que estás cargado de poder, de fuerza, de toda la fortaleza que el general tenía para luchar contra quien le pusieran.

“20 mil carrancistas, seis mil gringos tras de Pancho Villa ni el polvo le vieron”, leyó una mañana Francisco López en uno de los 45 cuadros que conforman su museo particular, dedicado al general.

Bueno eso es lo que dicen los promotores de estos artículos de lo oculto, vaya a saber.

Lo que no me cabe en la cabeza es cómo, por qué los compradores de estas curiosidades insisten en achacarle al general domes de sanador, de santo y hasta le cuelgan milagritos.

“Por su liderazgo, por su personalidad tan fuerte y a pesar de que tenía una personalidad muy fuerte era una persona muy bondadosa, mujeriego, cabrón, pero bondadoso a final de cuentas”, me respondió Gilberto Castillo, especialista en esoterismo.

-¿Usted es creyente del general?

-No, yo no soy creyente de Francisco Villa, lo respeto, le temo, porque es parte de nuestro trabajo, de nuestra tienda, pero creyente no.

¿Pero es que de veras Pancho Villa es un santo que resuelve problemas y cura enfermedades?, le pregunté a don Felipe González García, cuyos abuelos, presume,  anduvieron con el general en la Revolución, un mediodía que salía de una tienda de productos místicos en Ramos Arizpe.

“No es santo, es su fuerza espiritual, como un sabio, como persona del más allá que heredó unos bienes de poderío en su mente. No sabía leer ni escribir…”.

Viboreando por las tiendas esotéricas del centro, me topé con esta leyenda inscrita en la etiqueta de unos polvos de Pancho Villa.

“Obviamente mi general Villa no es ningún santo reconocido por la iglesia católica, sin embargo el recuerdo de sus obras hace patentes estas demostraciones de afecto solicitándole el valor para enfrentar los problemas y protección de las personas que nos quieren hacer daño”.

Lupita, la dependienta de una yerbería del Marcado Damián Carmona, no es devota ni usa los productos del general, pero me dijo  que es muy guapo…

“Pues sí, está muy guapo ese Pancho Villa, sobre todo cuando va montado en su caballo”.

Mire qué cosas.

Yo me arrimo al cuadro (de Villa), por decir, ahorita que ya me voy al trabajo, y le pido, ‘general ayúdame en mi camino, cuida a mi familia”
Francisco, devoto de Villa.

Andando las calles me encontré con la historia de doña Estela, la dueña de una tienda de herbolaria en la colonia Mirasierra.

Ella me platicó que tampoco es seguidora del general, pero que igual le gusta y por eso lo trae de pantalla en su celular.  

Doña Estela, ¿usté cree?, jura que es descendiente de Villa, bisnieta, que porque su abuelita, que vivía en una hacienda de Río Grande, Zacatecas, con su esposo, fue violada, “entre comillas”, así dijo doña Estela, por el bandido.  

“Las mujeres dicen ‘a mí no me hubiera violado Pancho Villa, a mí me gustaba mucho y yo me hubiera dado a él sin que me anduviera violando’. Tenía prestancia y por eso me gusta y me gusta traerlo en mi celular”.

¡Ámonos!

Dicen que el perfume marca Pancho Villa es para atraer a las chamcas, ¿será que funciona?, ¿que es eficaz?

“Yo creo que sí, porque regresa la gente…”, me contestó riendo maliciosamente la vendedora de una yerbería en corazón de la ciudad.

Ya llevaba yo varios días en las calles, aporreado por la canícula, siguiendo el rastro del general.

Al final me compré un amuleto y una loción.

El amuleto, pa que me librara de una amenaza; la loción, pa que me diera suerte con las viejas.

Pero no me atreví a usarlos, me dio miedo.

Esas son cosas del diablo, me dijo mi amigo Federico Jordán, ilustrador y fotógrafo, la vez que le propuse hiciésemos juntos este reportaje.

“Si no cree en él, no pasa nada”, me consoló Layla Mariby, la muchacha que vende artículos milagro en un establecimiento de la calle de Acuña.  

En las velaciones él es el que me ayuda, porque son los trabajos más pesados de cuando una persona se cruza con un espíritu malo, ese tipo de curaciones son las que él hace. El general combate a las personas malas, a los seres malos, porque tiene más fuerza”
María del Carmen, fidencista.

Una tarde fui al altar fidencista de María del Carmen López Silva, el más grande que he visto en todo Saltillo, ubicado en la colonia Nueva Tlaxcala.    
Carmela, como le dicen en el barrio, me habló de los poderes del general:

“En las velaciones él es el que me ayuda, porque son los trabajos más pesados de cuando una persona se cruza con un espíritu malo, ese tipo de curaciones son las que él hace. El general combate a las personas malas, a los seres malos, porque tiene más fuerza”.

Después llamé a varios amigos sociólogos para que me dijeran por qué la gente recurre con tanto fervor a este tipo de cosas.

Salieron con que no tenían información, que no era su tema, que nunca habían oído hablar de la marca Pancho Villa.

Doña Estela, la dueña de la yerbería de Mirasierra, que apenas ha estudiado un poco de esoterismo y herbolaria, dio en el clavo:

“La desesperación, por sus problemas económicos, en el hogar. La gente lo que hace es creer en Dios y agarrarse de todos los santos, por la desesperación”.

A Francisco López, cuya devoción por el general le viene de familia,  ya le ha cumplido varios milagros, según me contó:

“En lo económico te ayuda, malos vecinos que te quieren hacer maldades o algo, le pides ‘general ayúdame, retíramelos, que no me vean’, pasas en frente de ellos y no te ven”.

Pero el prodigio más grande que le concedió Villa, me aseguró, fue haber salvado a una de sus hijas de la leucemia.

“Yo me arrimo al cuadro (de Villa), por decir, ahorita que ya me voy al trabajo, y le pido, ‘general ayúdame en mi camino, cuida a mi familia’”.

Francisco convirtió su casa en un museo para Villa, y todos los días antes de salir de su casa, se encomienta a él.
No es santo, es su fuerza espiritual, como un sabio, como persona del más allá que heredó unos bienes de poderío en su mente. No sabía leer ni escribir…”
Felipe, fanático de Villa.

Un jabón, marca Villa que sirve para encontrar trabajo, polvos Pancho Villa para la protección, esencias para atraer el amor, el cariño de tu familia, de los amigos, un spray de Villa para limpiar el espíritu, una esencia Pancho Villa para alejar las malas vibras, un incienso de Villa para atraer la paz y la armonía del hogar, un amuleto de Pancho Villa  en la cartera para la buena suerte.

Pero no, no crea que nomás es de usarlos y ya, no, me advirtió la fidencista y villista Carmen López,  primero hay que limpiar el cuerpo y la casa con unas buenas barridas.  

“Si tú dices ‘el general me va a proteger’, el general te a va proteger, siempre y cuando digas, ‘con el permiso de Dios’”.

Y yo me digo, ¿qué pensaría el general de todo esto? ¿Le causaría regocijo?, ¿mandaría fusilar a los mercaderes que se han hecho ricos con su fama?

“Ah muchachitos...”.