Falleció Jacques Rivette, gran director de cine francés

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Falleció Jacques Rivette, gran director de cine francés

Foto: Especial
Rivette es recordado en Francia por haber dirigido las películas “Paris nos pertenece”, “La bella mentirosa” y “El amor loco”, entre otras

El cineasta francés Jacques Rivette, considerado el padre de la "nouvelle vague" del cine galo junto a Jean-Luc Godard, François Truffaut y Claude Chabrol, falleció hoy a los 87 años de edad, informó su productora, Martine Marignac.

El más misterioso de esa generación de directores que revolucionaron el séptimo arte en Francia murió pocas semanas después de que las pantallas francesas volvieran a proyectar "Out one", una de sus obras maestras, de más de 12 horas de duración repartidas en ocho episodios.

Una muestra de su carácter rompedor, el más revolucionario de la "nouvelle vague", introdujo técnicas nuevas, como la de pedir a sus actores que improvisaran.

Entre sus obras más conocidas figuran "Paris nous appartient", "L'Amour fou", "Céline et Julie vont en bateau", "Noroît", "L'amour par terre", "Hurlevent" o "Ne touchez pas à la hache".

En total, una treintena de filmes dirigidos entre 1949 y 2009, además de una serie de críticas en los años en los que trabajó en la revista "Cahiers du cinéma", entre 1952 y 1965.

Durante su carrera tras las cámaras fue fiel a una serie de actrices, como Bulle Ogier, Juliet Berto, Jane Birkin, Géraldine Chaplin, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Béart o Jeanne Balibar.

Pero también a los guionistas Jean Gruault, Suzanne Schiffman, Pascal Bonitzer y Christine Laurent.

Su cortometraje "Le coup du berger", rodado en 35 milímetros en el apartamento de Chabrol en 1956, es considerado el detonante de la "nouvelle vague".

Un movimiento al que se mantuvo fiel durante medio siglo con su espíritu de libertad, que en su caso se tradujo en una permanente búsqueda de la trasgresión de las reglas.

Rivette nació en Rouen el 1 de marzo de 1928 y sus primeros contactos con el cine fueron a través de la crítica, a través de la cual siempre buscó la polémica.

Cuando en 1949 desembarca en París se encuentra en la cinemateca a Truffaut, Chabrol y Godard, con quienes funda "La Gazette du cinéma", donde para muchos se establecen los fundamentos de la "nouvelle vague".

En los años siguientes trabajó como auxiliar técnico para Jean Renoir, Truffaut y Rohmer, hasta que tras rodar varios cortos lanzó su primer largometraje, "Paris nous appartient", tras superar problemas de financiación.

Rivette, la conciencia rompedora de la "nouvelle vague"

El credo de Jacques Rivette, fallecido hoy a los 87 años de edad, fue siempre romper los códigos establecidos, experimentar hasta la saciedad en el cine, una postura que le convirtió en la conciencia más rompedora de la revolucionaria "nouvelle vague".

Romper sus convencionalismos, empezando por la duración, lo que le llevó a firmar películas de 4 horas; el guión, que en muchos aspectos dejaba al libre albedrío de los actores, o el ritmo, lento y meticuloso para dar a los espectadores la posibilidad de conocer a sus personajes.

La búsqueda de un cine libre le llevó a chocar con la timorata censura de la época, como le sucedió en 1966, cuando vio cómo "La religieuse de Diderot", protagonizada por Anna Karina, era prohibida por tratar la historia de una novicia que se negaba a aceptar los votos para ingresar en un convento.

Considerado un cineasta de mujeres, fue fiel a algunas de sus musas, como Bulle Ogier, Juliet Berto, Jane Birkin, Géraldine Chaplin, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Béart o Jeanne Balibar.

Rivette nació en Ruan (norte) el 1 de marzo de 1928 y su adolescencia coincidió con el final de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual se instaló en París para estudiar en La Sorbona.

Pero pasó más horas en la filmoteca, donde entró en contacto con Jean-Luc Godard, François Truffaut y Claude Chabrol, amistades que serían clave en la conformación de la "nouvelle vague".

Con Truffaut comenzó a escribir crítica cinematográfica, primero en "La Gazette du cinéma", revista que fundó en 1950 junto a Éric Rohmer, y posteriormente en "Cahiers du cinéma", de la que llegó a ser redactor jefe entre 1963 y 1965.

Aunque ya había dirigido un cortometraje, "Le coup du berger", rodado en 35 milímetros en el apartamento de Chabrol en 1956, en esos años trabajó como asistente en películas de Jean Renoir, Truffaut y Rohmer.

En 1960, dirigió su primer largometraje, "Paris nous appartient", con Betty Schneider, en el que se ven ya los principios que regirán su obra y sus temas de predilección, como la presencia de sociedades secretas o el juego de trampas que establecía con el espectador.

El problema de la censura con "La religieuse de Diderot" le dio notoriedad, pero no logró que el público llenara las salas en las que se proyectaban sus películas.

Su larga duración y el ritmo lento le convirtieron en un director más aplaudido por críticos y estudiosos que por la audiencia.

Su mayor éxito lo firmó en 1991 con "La belle noiseuse" ("La bella mentirosa"), un duelo interpretativo entre Emmanuelle Béart y Michel Piccoli basado en una obra de Balzac.

Gran Premio del Festival de Cannes, el filme escandalizó por los desnudos de la protagonista, que interpreta a una modelo que posa para un pintor.

Durante el rodaje en 2009 de "36 vues du pic Saint-Loup" ("El último verano"), el que es su último trabajo, comenzó a dar síntomas de sufrir alzhéimer, una enfermedad que fue degenerando hasta que le provocó la muerte.

El año pasado salió a la venta en DVD su película "Out one", de doce horas de duración repartidas en ocho capítulos, un formato que nunca se difundió de esa forma en cines.

Entre sus obras más conocidas también figuran "L'Amour fou" ("Amor loco", 1969), "Céline et Julie vont en bateau" ("Celine y Julie van en barco", 1974), "Noroît" (1976), "L'amour par terre" ("El amor por tierra", 1984), "Hurlevent" ("Cumbres borrascosas", 1985) o "Ne touchez pas à la hache" ("No toques el hacha", 2007).

En total, una treintena de filmes dirigidos entre 1949 y 2009 que le han valido que, tras su muerte, el presidente francés, François Hollande, asegurara que su obra "ha marcado a varias generaciones".