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Humberto Moreira y su cultura de palenque
SALTILLO, COAH.-. Entre 2005 y 2011, periodo en el que gobernó Humberto Moreira, los nombres de Armando Guerra e Iván Márquez fueron una constante en la cultura local y estatal. ¿Qué resultados trajo para la cultura la persistencia de estas dos figuras en cargos públicos?
Para hacer memoria, VANGUARDIA realizó un sondeo de 32 llamadas entre la comunidad artística con el fin de recuperar los aspectos más significativos de este lapso, sin embargo apenas se consiguió la participación de cuatro personas.
Algunos de los motivos que los artistas argumentaron para mantenerse al margen de colaborar fueron, en primera instancia, el temor a las posibles represalias que esta publicación pudiese tener en su trabajo, como la exclusión de sus proyectos de apoyos gubernamentales.
Los más mencionaron no haber estado en la ciudad durante este tiempo, o simplemente pidieron que la llamada se devolviera más tarde para no volver a responder el teléfono.
Otros a pesar de haber expresado mensajes de apoyo en redes sociales hacia la situación actual de Humberto Moreira, desistieron la idea de hacer pública su opinión.
Conóce lo que mencionaron los artistas que decidieron participar.
Es responsabilidad de todos
Patricia Carrillo, cineasta
Aunque recuerda haber estado fuera de la ciudad durante gran parte del tiempo, podría reconocer a este como un periodo de espectáculos de palenque.
“Hubo eventos de música popular que costaron carísimo y ese tipo de cosas. Creo que es ahí donde se empieza a perder el impulso que la cultura había tomado”, mencionó.
Mencionó además que esto marcó muchos cambios que influyeron en la forma que se manejaron en adelante los recursos, y considera que este manejo es en lo que vale la pena prestar atención.
“Más allá de si alguien estuvo bien o no en su gestión, la cultura es una labor de todos. VANGUARDIA es prueba de ello ya que siempre dan apoyo y están interesados por estos temas. La impunidad es algo que pasa no sólo en aspectos de la cultura, sino en nuestra vida en general, entonces si el país no está bien en muchos otros aspectos difícilmente el quehacer cultural será algo sólido que contribuya al cambio social, que es el verdadero papel de la cultura”.
Tiene claroscuros
Gustavo García, dramaturgo
El actor y director, mencionó que a pesar del buen impulso que tuvo la cultura, particularmente durante el gobierno de Moreira, se dio preferencia a la realización de eventos y no se hizo hincapié en favorecer procesos de producción y creación.
“Fue un punto a favor la creación de infraestructura para la cultura, especialmente con los teatros de Monclova y Piedras Negras, recintos y museos. Faltó consolidar compañías y grupos artísticos así como se desatendió y se descuidó la capacitación”, mencionó García.
Añadió que es esta falta de atención algo que continúa vigente, además de una racha de “eventitis” que se padece desde varios gobiernos atrás.
“Como en el Festival de las Artes, hay que esperar hasta un año para que haya alrededor de 100 eventos en 15 días, mientras que durante el resto del año hay falta de actividad” añadiendo que “caen en la tentación porque les interesa lo momentáneo, lo que dé brillo y desatienden los procesos”.
Finalizó mencionando que una de las disciplinas menos atendidas, según el análisis realizado por el Consejo Ciudadano de Cultura, una de las áreas más desatendidas es el teatro, pese a la presentación de proyectos y propuestas como el de una escuela estatal de teatro.
Elefantes blancos
Raymundo Mendoza Arredondo, músico
Raymundo, menciona que al finalizar el sexenio de Moreira y con la salida de Armando Guerra del entonces Icocult, lo primero que pensó fue “ya la libramos, no se puede estar peor, pero estamos mucho peor ahora”.
En aquel entonces recuerda haber vuelto de una residencia en Canadá de un año a la que asistió becado por la UADEC.
“Nos invitaban mucho a participar, había mucho movimiento, la comunidad estaba muy movida. Pero había cosas extrañas, que no me constaron hasta año después con la misma comunidad quienes me contaron que se les pedían facturas, inflaban los costos, les pedían dinero”, mencionó.
Recuerda incluso haber escuchado que de la Secretaría (en aquel entonces Icocult) salía hasta 1 millón de pesos diariamente, aunque como miembro del Consejo de Cultura Ciudadano no ha tenido acceso a la información sobre estos fondos.
“En México ha sido la tendencia de crear elefantes blancos, lo edificios, los teatros y muchísimos museos que hoy son una infraestructura que no se mantiene, incluso la gente que trabaja en estos lugares se queja de que no hay mantenimiento y hay poca rotación de gente”, añadió.
Mencionó además que una característica es que no se creó nada fijo y estable que permitiera crecer a la comunidad artística.
“Se habla de que hay que ponerle un nicho y adorarlo, pero era parte de su trabajo hacer apoyo social a la comunidad, como es obligación de todas las administraciones públicas. Hoy seguimos padeciendo esta situación y es porque los funcionarios aprovechan este tipo de actividades para, en este caso, el desvío de recursos de las estancias públicas”, finalizó.
Márquez: el hijo pálido de Guerra
Jesus Cedillo, poeta
Cedillo asegura que tanto la gestión de Armando Guerra como la de su ‘hijo pálido’ Iván Márquez se caracterizaron por el uso discrecional de los recurso públicos, resultando en 6 años perdidos en materia de promoción y difusión de la cultura coahuilense.
“Si te fijas, no hubo nunca un avance significativo en la calidad cultural de los coahuilenses; fueron dineros públicos hacia proyectos personales y de sus amigos del grupo político”, aseguró.
Señaló además momentos que poco aportaron a la cultura como cuando se reconoció como ciudadana distinguida a la actriz Carmen Salinas y le otorgaron las llaves de la ciudad a Celso Piña.
“Imagínate el nivel de podredumbre y qué nivel de ignorancia hacen gala todos estos funcionarios de Moreira, para que hayan hecho ciudadana distinguida a una actriz de cuarta categoría y le hayan dado las llaves de la ciudad a un cumbianchero regiomontano”.
Finalizó mencionando que hasta el día de hoy no se ha “avanzado un ápice”, en la cultura del estado.