El universo Dolores Olmedo

cultura

Usted está aquí

El universo Dolores Olmedo

Foto: Vanguardia/Archivo
Excélsior
La colección de la mecenas mexicana, resguardada en el museo que lleva su nombre y que hoy festeja 20 años de vida, va más allá de su pasión por las pinturas de Diego Rivera y Frida Kahlo
México, DF. En la sala, comedor o recámara de su casa, la coleccionista Dolores Olmedo Patiño (Ciudad de México, 1908-2002) colgaba lo mismo tallas de marfil y jade que máscaras chinas o hindúes y fotografías de Lola Álvarez Bravo. Piezas que adquiría durante sus viajes por México, Europa y Asia no con la intención ex profesa de crear un acervo serio, sino por el mero disfrute del arte.

Son porcelanas, marfiles, esculturas, fotografías, dibujos y caricaturas que integran el acervo del Museo Dolores Olmedo, piezas que evidencian las pasiones y los gustos de la mecenas más allá de las pinturas de Diego Rivera y Frida Kahlo.

"Sí, somos el museo más importante en obra de Diego y Frida, no hay duda de eso; pero no es lo único que tenemos, aclara Carlos Philips Olmedo, director del recinto que hoy festeja su 20 aniversario e hijo de doña Lola, como le decían de cariño.

Si bien el museo ubicado en La Noria, Xochimilco, tiene su origen en la amistad que tuvieron Dolores Olmedo y Diego Rivera desde 1929, las piezas en sus gabinetes también responden a la relación con poetas como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, escritores como Jaime Torres Bodet, los filósofos José Vasconcelos y Antonio Caso y músicos como Julián Carrillo, Luis Sandi, Manuel M. Ponce y Carlos Chávez, entre otros.

En el inventario se enlistan entre tres mil y tres mil 500 piezas de arte popular, 900 prehispánicas, una cuarentena de grabados de la rusa Angelina Beloff (la primera esposa de Rivera), una treintena de litografías de Pablo OHiggins, decenas de piezas de arte oriental, 11 perros xoloitzcuintles y 80 pavorreales. De Rivera conservan 50 pinturas y dibujos, y de Kahlo 26 óleos.

"Algunas obras eran regalos de amigos y otras las compraba. Doña Lola tenía amigos como la fotógrafa Lola Álvarez Bravo y la actriz María Félix. Era una gama muy variada de personalidades importantes dentro de la vida cultural, económica y política de México. La colección de arte oriental se va agregando con el paso de los años, detalla Josefina García Hernández, responsable de las colecciones del museo.

Del arte oriental, explica, se conservan las piezas que sirvieron de decoración en la casa original. Destacan las maquetas que representan la vida cotidiana en Oriente, el culto a distintos dioses y la concepción de la figura humana. Lo mismo muebles de madera como mesas, sillas y biombos con elementos culturales de Oriente.

"Este cuerpo de obra obedece a un gusto personal y a un ambiente que quería rodearse en su casa. A su muerte nos dimos cuenta que era un personaje desconocido para la gente en general y por eso decidimos dejar intactos el comedor, la sala, el recibidor y la recámara con estas piezas originales, detalla sobre las salas llamadas Habitaciones privadas.

Además de su exhibición, la labor con este acervo ha sido la de inventariar e identificarse con una época y estilo, pues al ser adquisiciones eventuales no se tenía un registro oficial; ello se suma a trabajos de conservación preventiva.

Tradiciones mexicanas

El siguiente núcleo importante de la colección es el de arte popular, que se formó a partir de la tradición de la familia Philips Olmedo de montar ofrendas el Día de Muertos con un tema particular, y también de la curiosidad de doña Lola por las tradiciones mexicanas. Así, se conservan piezas de alfarería, cartonería, papel, fibras vegetales, metal y vidrio soplado.

Entre los objetos de arte popular, Philips Olmedo destaca la cartonería de la familia de Carmen Caballero, quien le hacía los Judas a Diego Rivera; lo mismo que las piezas de Pedro Linares, creador de los alebrijes. Las obras de ambos se han adquirido para las ofrendas del museo.

"Creo que nadie tiene las piezas de cartonería que nosotros poseemos. Todas representan las tradiciones mexicanas, como el Día de la Candelaria, el de la Santa Cruz el 3 de mayo, los Judas, las Posadas y, en especial, las ofrendas de muertos que hemos puesto desde que murió Kahlo en 1954, añade.

Un caso similar es el del acervo prehispánico, que se agregó a la colección de manera paulatina, y ahora suma 900 piezas, de las cuales se exhiben 550. Dolores Olmedo compró figuras de las culturas azteca, olmeca y maya, que conforman un abanico de la cultura prehispánica. Muchos de estos objetos fueron recomendaciones de Rivera.

"Diego sí tiene cierta influencia en la colección, porque recomendaba mucho a doña Lola qué adquirir o llegaban amigos suyos a ofrecerle alguna pieza y él los mandaba con doña Lola. Incluso, hizo una lista de 12 piezas de su autoría y le dijo que si quería tener un acervo representativo de él, esas obras eran indispensables. Ahorita tenemos diez de esa lista, comenta García Hernández.

Lo mismo le recomendó adquirir una treintena de óleos de Frida Kahlo años después de su muerte. Esta serie era del ingeniero Eduardo Morillo Zafa, vecino de la pintora en Coyoacán, pero cuando murió su esposa le ofreció las piezas a Rivera, quien no pudo adquirirlas por falta de dinero; entonces, le pidió a Dolores Olmedo comprarlas. De éstas se conservan 26 en el museo.

Musa y amiga

García Hernández cuenta que la primera pieza formal de la colección es un dibujo que Diego Rivera hizo de Lola Olmedo cuando ella era adolescente. Luego de conocerse en el edificio de la Secretaría de Educación Pública, el muralista pidió a la joven posar para él, e hizo 26 dibujos de ella desnuda.

Luego de regalarle uno de estos dibujos firmado, su amistad quedó en pausa hasta la muerte de Kahlo, y es cuando doña Lola comenzó de manera formal a reunir la obra de Rivera, incluso a vender pintura de otros autores para comprar la del muralista. También es cuando adquiere el acervo de Frida, a petición del guanajuatense.

Según ambos entrevistados, tener un acervo tan diverso obliga a realizar constantemente trabajos de conservación y restauración, que se han enfocado principalmente en la obra de Rivera y Kahlo, y en las piezas prehispánicas. Recién se restauraron tres figuras mesoamericanas, informan, y se trabajará en esculturas de la isla de Jaina (Campeche), de la cultura maya.

Adelantan que para el próximo año se exhibirá una serie de 11 piezas de arte colonial recién intervenidas, de las cuales destaca un Cristo de pasta de caña del siglo XVI que nunca se ha expuesto, detalla García Hernández, quien admite que un pendiente es modificar el sistema de clima de las salas, que ya cumplió su tiempo de vida.

El linaje xoloitzcuintle

Citlali y Náhuatl, una pareja de perros xoloitzcuintles, fueron los primeros en llegar a la familia Philips Olmedo en 1954. Fue un regado de Diego Rivera a Dolores Olmedo, con la intención de preservar la raza considerada la más pura en México.

De esta pareja hoy sobrevive la novena generación, que habita uno de los jardines del Museo Dolores Olmedo. Es una decena de cachorros que van de los tres a los diez años de edad, y que están de fiesta con la adopción de Maya, una perra que hará pareja con Ixtli.

"Como fruto de su amistad, Diego Rivera regala a Dolores Olmedo esta pareja de perros en 1954. Eran perros a los que Diego y Frida les dieron un carácter de la cultura popular mexicana. Doña Lola también les dio mucho amor. Ella era la que principalmente los cuidaba y dejó dicho que debían seguir viviendo en el museo cuando ella muriera, comentó Felipe Nava de Santiago, quien cuida de los perros desde hace cuatro años.

Por sus características físicas –no tienen pelo ni colmillos–, existen muchas leyendas sobre la especie, pero Nava de Santiago precisó que su diferencia radica en la pureza de su raza a más de dos mil años de presencia en el país.

Estudios históricos señalan que el xoloitzcuintle llegó con el hombre al continente americano hace 13 mil años, por el estrecho de Bering, y recorrió desde el norte hacia América Central. Cuando llegó al centro de México, hace dos mil años, sufrió una mutación genética, por lo que perdió el pelo.

"Era una especie de lobos semi domesticados y, conforme se fueron acercando a los humanos, fueron domesticándose aún más. Cuando llegan a México, a la zonas de Michoacán, Guerrero y Colima, es una época con unas condiciones climáticas de mucho calor que hicieron que mutaran y perdieran el pelo para soportar el calor.

Por este cambio genético es que no tienen pelo y sus colmillos no se desarrollaron por completo; y es como se explica en los mitos, que dicen que no tienen dentadura porque los aztecas los alimentaban sólo con verduras y maíz.

A diferencia de lo que se piensa, la raza goza de un sistema inmunológico más fuerte que otras especies y no requiere de cuidados especiales. Aunque en el caso de los perros del Dolores Olmedo, se les protege con cremas humectantes y bronceadores para cuidar su piel, y se alimentan de croquetas con vitaminas especiales.

Se prevé que la pareja más joven, Maya e Ixtli, sea la que continúe el linaje sin perder la sangre original. Por salud biológica se debió traer a perros de otras camadas para la reproducción, pero se ha procurado mantener la línea original de la pareja que le regaló Diego a doña Lola.

Proyectos para 2015

El Museo Dolores Olmedo trabaja en la siguiente agenda:

     Negociaciones a largo plazo. Carlos Philips, director del recinto, negocia con museos de Rusia, Holanda, Austria y Estados Unidos para intercambiar acervo con el fin de generar exposiciones temporales del 2017 al 2019. Busca convenios con recintos que conserven obra de artistas de la época de Rivera y Kahlo o de quienes hayan influido en su trayectoria.

     Exposición en Detroit. Una docena de piezas del acervo de Rivera y Kahlo se prestarán al Instituto de Artes de Detroit para integrar la exposición de ambos pintores que se exhibirá del 15 de marzo al 15 de julio de 2015. La muestra se centrará en los años en que los artistas mexicanos vivieron en Estados Unidos para realizar murales en Nueva York, San Francisco y Detroit.

     Jardín Botánico. El Jardín Botánico de Nueva York recreará el jardín de la Casa Azul de Coyoacán, donde vivieron Frida y Diego. Y, para ello, el Museo Dolores Olmedo prestará cuatro pinturas de Kahlo para complementar el ambiente de la casa.

     Se exhibirán en las salas del Dolores Olmedo 11 piezas de santos estofados recién restaurados, en el marco de un programa de rescate de las tradiciones culturales del país.