Yo veo un México…

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Yo veo un México…

Hace 24 años, Luis Donaldo Colosio pronunció uno de los discursos más famosos de la historia política moderna de México. Ahí, Colosio le echó en cara al PRI: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. Para al final rematar con una cachetada al priismo de entonces (y de ahora): “¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad! Es la hora de la Nación”. Semanas después sería asesinado. 

Con frecuencia me pregunto qué ha pasado en México desde los 90. Ya antes en este espacio les he compartido algunos datos que reflejan un país con el freno puesto o en el mejor de los casos en neutral o “enclochado”; donde sí crecemos y avanzamos, pero menos que países comparables. Nos han enseñado a conformarnos con poco. Algunos mexicanos (los pocos) más afortunados que otros (los muchos), consistentemente luchando contra el fantasma del “peligro para México” o el “masiosare”, mientras la publicidad oficial nos satura con la idea de que la “paz social” y la “estabilidad” son cosas que le debemos agradecer al sistema actual. Ahora el PRI se atreve a sacar anuncios de cómo sería México sin el PRI y quiere hacernos sentir agradecidos por sus “logros”.

Pero nos guste o no, leer y releer el discurso de Colosio es muy doloroso, especialmente aquellas partes donde el candidato reconocía las carencias, los problemas y los retos. Duele pensar en él y su familia. Duele porque nunca supimos si él era la respuesta o el primer paso para verdaderamente hacer de esa hora la hora de la Nación. Ahora, tenemos en el poder a un individuo de buena presencia física y mejores padrinos políticos; un político hueco y de inteligencia y capacidad limitadas; un ejemplar del influyentismo, corrupción e impunidad que Colosio denunciaba; alguien que nos dice que exageramos, que no hay chile que nos embone, que lo “buleamos” o que no le aplaudimos.

Así como Colosio en 1994, en 2018 ahora yo veo un México lleno de gente buena, trabajadora, capaz y bien intencionada; veo un México maravilloso y digno de admirar. Sin embargo, también veo un México donde nuestras autoridades se burlan de los ciudadanos y quienes nos gobiernan se sirven del poder; un México al borde del colapso por la violencia, la inseguridad, la corrupción y la impunidad promovidas desde las más altas esferas del Gobierno; un México que ha perdido casi tres décadas experimentando con políticas que no le han funcionado; un México con políticos ricos y ciudadanos pobres; un México donde grandes empresarios se quedaron mudos y se convirtieron en cómplices del sistema; veo un México donde los medios también se venden por un lonche; un México hecho pedazos por la delincuencia común y la organizada; veo un México sin liderazgo moralmente sólido; un México a la merced de su vecino del norte; veo a México como un barco donde el capitán y su tripulación son los piratas; yo veo un México que está enfermo de un cáncer llamado PRI. Pero también veo que es la hora de que México se cure de ese cáncer.

@josedenigris
josedenigris@yahoo.com